III: Otros amigos

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Parecía que todo se estaba juntando en mi vida, en una especie de revoltijo extraño que pretendía cambiar mi destino. Pensé que quizá entonces fuese una de esas cosas que pasarían cada ocho años. Me preguntaba qué seguiría a mis veinticuatro... si es que llegaba hasta ahí.

Terminé de comer con Alexis y él me hizo prometer que archivaría las hojas que me dio en mis carpetas y que al día siguiente asistiría a clases; que llegaría temprano, que hablaríamos con el director.

Así lo hice. Volví a casa y me dediqué a organizar mi maleta para el día siguiente.

«Estos son los ahorros de mamá. Yo ya no vuelvo». Así decía una nota dejada en el comedor junto a un tarro metálico decorado de flores que tenía en su interior un total de mil quinientas libras, cosa que no me serviría para sobrevivir el resto de mi vida, pero sería de gran ayuda en fechas próximas.

Lo que no sabía es que pensar en mis gastos de allí en adelante empeoraría bastante mi ansiedad.

Pero recostado sobre las sábanas, solo me trastornaba el haber prometido tener presencia el día siguiente, tenía que cumplir con mi palabra o no estaría en paz, pero, realmente sabía que si las cosas estaban así era porque de alguna manera me traerían un beneficio a futuro.

Temía que en mis últimos meses de estudio del año hubiese otro derrumbe mayor en mi vida, ya no quería seguir, pero allí estaba, con la mirada clavada en el techo blanco, sabiendo que allí ya no había nadie que pudiese existir para preocuparse por mí.

. . .

Fue la primera vez que hablé con el director, Alexis nos acompañó durante todo el rato, él se encargó de explicar lo poco que sabía de mi situación y convenció a su abuelo de permitirme cursar sin costos si prometía que mantendría mi promedio como lo llevaba hasta ahora durante todo el college, para presentar un excelente examen "A" level y dejar en alto el nombre de la institución. No sabía cómo podía agradecerle, dándome cuenta de lo mucho que en realidad podía hacer por mí.

Quizás Alexis sería la solución a todos mis problemas a partir de entonces, como si de repente un hechizo hubiese caído sobre nosotros y a propósito nuestros caminos se hubiesen juntado para traer como producto final mi felicidad; no estaba seguro, pero la emoción de saber que al menos podría terminar ese año porque alguien me otorgó suficiente importancia como para ayudarme me devolvía el calor al pecho, me hacía sentir querido.

Sin embargo una vez entramos al aula de clase, parecía que la magia había desaparecido: él se fue por su parte y yo avancé a solas hasta mi respectivo lugar en el fondo del aula. Tres horas de clase pasaron sin problemas, estábamos ahora en el receso, en el que, como siempre, prefería quedarme dentro del aula para no pedirle a nadie luego que me ayudase a subir el pequeño escalón del pasillo.

Pero esta vez ocurrió algo distinto, como si fuese una casualidad más, aunque estaba lejos de serlo

Escuché pasos junto a mí mientras me acomodaba para dormir sobre la mesa durante la media hora de receso y me vi forzado a alzar la mirada, pensando que se trataba de Alexis, pero encontré un rostro nuevo.

A él sí que lo reconocía, era imposible no ver por allí el simpático tono naranja de su cabellera. Era el único pelirrojo de la institución, ¿cómo no haberlo visto antes?

—Hola —saludó y llevó su diestra a su rostro para acomodar las gafas gruesas de marco negro que llevaba—. ¿Te vas a quedar dentro? —Asentí—. Bueno, Alexis quería que vinieras con nosotros a pasar el receso fuera. ¿Quieres?

El muchacho se veía listo, no entendía cómo de repente las cosas se podían conectar para que gente que parecía mucho más relevante que yo decidiese hablarme.

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