Capítulo 28

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~ JORDAN ~

El inicio de la semana representó un desafío martirizante para mí. Mi cuello seguía teniendo una gran zona de tonalidad morada enfermiza, casi negra, como si la necrosis estuviese por invadirme en menos de lo que pudiese esperar. No obstante, pude armarme de valor para colocarme el uniforme ese día. Alexis constantemente reiteraba que podía quedarme sin problema en casa si así lo quería; excusándose, diciéndome que sería él quien me pasaría los apuntes y me explicaría las temáticas de ser necesario. Pero, quise llevarle la contraria y terminé allí, a la entrada de la institución, apurado por acomodar el cuello de la camisa, de manera que se mantuviese alzado para que mi dermis fuera cubierta, casi ahogándome con la fuerza que apretaba el botón y jalaba la corbata.

No, no puedo.

Me rendí. Sacudí entonces mi cabeza a modo de negación y aferré con agilidad mis manos a las ruedas de la silla para que esta luego se detuviera, así como el castaño detrás de mí.

— ¿Sabes qué? C-creo que ya no me siento del todo bien como para venir aquí... — fingí de manera nerviosa una risa y luego carraspeé —, Alexis... yo... yo creo que es mejor que me vaya a casa.

De manera inesperada, al terminar con mis dichas, un grito femenino se hizo presente; reconocí de inmediato de quién se trataba y el pánico se disipó, ahora sí que quería huir de allí.

— ¡Buenos días! — Expuso la rubia. Corría hacia nosotros. — ¡Jordy! ¿Qué demonios ocurre con tu cuello? ¿Acaso no sabes...? — Comenzó a hablar, acuclillándose para tomar el cuello de mi camisa entre sus dedos e intentar acomodarlo, soltando el botón, deteniendo entonces sus palabras. — Oh... ¡Oh!

Sus ojos tuvieron determinación entonces, mirando directamente a los míos; yo mostré preocupación, mientras ella me contrariaba con sorpresa, sus labios ligeramente abiertos, casi sonriendo, sus ojos brillaban y sus mejillas se teñían con ligereza de una tonalidad rosada. Atemorizado, hice lo posible por pasar una de mis manos, desde la ruda de la silla a lo que creía que era el muslo de Alexis, más atrás, tocando con suavidad, haciendo intentos por llamar su atención. Juraría que una expresión de pánico también se adueñaba de su rostro. No obstante, reaccionó y se encargó de separar a Sunday de mí, en lo que yo acomodaba nuevamente mi uniforme como estaba antes.

— D-domingo... — Comenzó él, con temblor en la voz. — Eso... eso no es lo que parece. — Excusó.

Entonces, al levantar la mirada, le noté extasiada entre el cuello de Alexis, quizás no había puesto atención a sus excusas tampoco; empinándose, tomó el cuello de la camisa de Alexis y jaló, soltando una carcajada después.

— ¡Al fin lo hicieron! Habrá sido con condón, ¿no? — Su voz sonó más fuerte de lo usual y aplaudió después, separándose de él. — ¡Joder! — Gritó dando saltos y vueltas.

Alexis entonces pasó a verse enojado y le detuvo, tomándola por los hombros.

— ¡Cállate! No hicimos nada, ¿de acuerdo? Nada. — Contradijo, sacudiéndola un par de veces.

— Pero... pero... ambos... sus cuellos. Ah... ¿se sintió bien? — Insistió ella.

— Calla.

— ¿Te viniste adentro?

— ¡Que te calles, joder! — Gritó Alexis, viéndosele avergonzado, cubrió la boca de aquella. Entonces varias miradas de confusión vinieron hacia nosotros.

Yo en realidad poco entendía de lo que estaba ocurriendo en realidad, pero podía asegurar que sería motivo de burla o risa para algunas personas, o algo que pudiese avergonzarnos tanto a mi... novio, como a mí.

AnquilosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora