La alarma sonó con fuerza, sacándonos de nuestra somnolencia, Alexis la apagó y hundió el rostro en la almohada. Era cierto que las sábanas se hacían más cómodas y el sueño regresaba con más fuerza que antes, sin embargo, no podíamos llegar tarde.
— Tenemos que levantarnos... — comenté frotando mis párpados.
— Cinco minutos más... — rogó el castaño.
— No hay cinco minutos, más, no podemos tardarnos.
— Dejemos de ir... ya somos inteligentes...
— Oh, cállate y levántate. — le sacudí con una mano. Suspiró resignado y se levantó con lentitud de las sábanas, bostezando.
Le vi rascar su nuca y dirigirse al baño; seguidamente oí el sonido de la regadera y me arrastré por la cama, trepándome a la silla de ruedas, preparé los uniformes y zapatos de ambos y bajé por el ascensor. Estaba dispuesto a hacer el desayuno. Jamás vi una cocina tan llena de alimentos —pues en mi casa casi nadie ingería alimento de manera decente— sin embargo me las arreglé para tomar una sartén, mantequilla y unos huevos para freírlos. No era demasiado extravagante a la hora de cocinar realmente; así que hice eso y un chocolate caliente, suficiente para ambos. Mientras tanto, el sonido del agua cesó y supuse que Alexis fue a vestirse. Serví el desayuno y lo anuncié en voz alta. Comencé a comer con rapidez antes de que él bajara y de igual manera lo hiciera, se ofreció a lavar los trastes, por lo que tuve tiempo de subir a bañarme y vestirme yo mismo. Una vez listo, estábamos justo a tiempo, tomé lo que necesitaba y recibí un agradecimiento por parte de Alexis. Aquello parecía que llegaría a convertirse en nuestra rutina diaria —o al menos hasta que termináramos los estudios en unas semanas más—.
Fuimos con toda tranquilidad a la escuela, volviendo a lo de siempre, Alexis me subía por la escalera, se sentaba a mi lado en el aula de clase y esperábamos a que todos llegaran para comenzar. La temática no era novedosa para ninguno de los dos, por lo que las horas pasaron realmente aburridas, —aparte de los murmullos de varias personas acerca de la llegada de Alexis, sí, de él nada más, porque de mí no tenían en cuenta ni la existencia— los profesores intentaban explicar mejor, cosa ridícula, ya que tanto Alexis como yo, comprendíamos con facilidad de lo que hablaba.
A la hora del receso, varias mujerzuelas se habían quedado también a preguntarle a Alexis acerca de sus fallas. Él respondió que eran motivos personales. Yo sólo les miraba sin decir nada, ya que me sentía asqueado por su presencia. Alexis terminó con un actuar incómodo también, insistiendo en que debíamos salir, y así lo hicimos, prácticamente huimos a refugiarnos con Sunday y James. Manteniendo una charla amena por lo que restaba del receso.
Luego, en las siguientes horas, debido a la falla de un profesor que precisamente tenía dos horas de clase con nosotros, solicitaron nuestra presencia afuera, para presentar los exámenes que debíamos. Nos llevaron a la biblioteca escolar y nos entregaron los primeros formatos, de los cinco —efectivamente, gracias, James—, que debíamos resolver.
Y allí, fue como una carrera. Ambos nos miramos con una sonrisa cómplice antes de iniciar y cuando se nos dio el permiso, comenzamos a resolver, no podía ver qué hacía, pero al menos para mí fue bastante fácil el resolver aquella prueba de dos hojas, terminando sorprendentemente en diez minutos. Simultáneamente con Alexis.
Reímos al darnos cuenta de que nos llegábamos a entender bien y esta vez fuimos más competitivos con la segunda, como si de un juego se tratase... un juego titulado:
"El que tarde menos tiempo en resolver el examen gana."
Aunque la primera no había contado, además porque había sido un empate.

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Anquilosis
Teen FictionTal vez "amor" es una palabra muy complicada para alguien que ni sus propias piernas puede sentir. Tuvo una vida complicada, en donde toda cosa aparentemente buena que se manifestaba a su alrededor pronto perecía, por eso ni sus propios sentimientos...