Capítulo 30

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Este capítulo lo dedico a una de mis lectoras más especiales, por su cumpleaños, porque se lo merece. ¡Feliz cumpleaños, Gore_Neira_otaku0002!

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Aunque, a decir verdad, mi vida era irrelevante y sencilla. O al menos así creía que era, porque, consideraba que realmente, a pesar de todo el dinero que podía llegar a pasar por mis manos, a pesar de vivir en una mansión, tener auto propio y ser extranjero, consideraba mi vida normal —al menos, para mí mismo—. Con ventajas, desventajas, altos y bajos, como todas las personas. Porque una cuestión económica, al menos en mi caso, no definía un estilo de vida perfecto.

Tal vez me causaba cierto morbo e intriga lo que pudiera preguntarle el castaño a mi tía. Le había autorizado a responder cualquier cosa, después de todo; era lógico que me aterrara la tenacidad que pudieran poseer las preguntas de aquél.

Aún peor si estas iban encaminadas a lograr sacar información de mi pasado, un pasado que pudo ser mejor, pero que aun así, según yo, iba en un régimen de normalidad, o quizá había sido influenciado por mis padres para que eso pareciese normal para mí.

De seguro mi tía no dudaría en responder, era una mujer bastante simpática y no guardaba pudor, en muchas ocasiones.

Pero, a pesar de que sus palabras pudieran sonar bien, si tenía que responder algo de la "oscuridad" de mi vida, quizá no sería bueno.

Años atrás, puede que yo tuviera una autoestima aún peor que la que poseía Jordan actualmente.

Yo vivía completamente destrozado.

A pesar de que vivía con mi tía y ella aceptaba las decisiones que yo tomaba, cuando mi madre venía de visita era una cosa totalmente diferente.

Puedo recordar bien mis años como pequeño adolescente, en donde comencé a ver a las personas con pareja, aún si yo no la tenía, y me aterraba, me revolvía las entrañas pensar que yo estaba solo. Pensé que era feo, quizá tonto, porque después de todo, a pesar del dinero que tenía, mis "amigos" eran técnicamente inexistentes, si alguien me buscaba sería por dinero, porque siempre me acomplejó mi pierna amputada y no quería ir con nadie, mis compañeros de la secundaria corrían y yo, podía, quería, pero, saber que mi "pierna" derecha se balanceaba al hacerlo y se veía mal, me acomplejaba, me frustraba y por ello estaba solo, mirando únicamente desde una esquina. A cauda de esto preferí estudiar la preparatoria en casa, para no tener que soportar la presión de mis complejos nunca más.

Y al estar solo, deseé, como los demás, una relación amorosa, pero, a pesar de que por supuesto que hubo chicas que se me acercaban con el objetivo de ser mi pareja, aunque no las aceptaba porque no me sentía atraído por ellas y mucho menos si sus intereses se limitaban a mi apariencia y posición económica, incluso mi misma nacionalidad.

Así que me dolía, tenía miedo, porque no quería estar solo, quería ser querido como los demás, por lo que era, no por lo que tenía.

Y bien, aunque fuera una persona relativamente madura, seguía pensando en aquel niño del hospital, aquella promesa que le había hecho y el deseo de volverlo a encontrar.

Cuando estaba triste, feliz incluso, pensaba en él y comenzaba a agitarme, preguntándome en dónde estaría y si estaría bien.

Al paso del tiempo, comprendí entonces que él era lo que yo estaba buscando, que él era la persona que yo quería como mi pareja.

Entonces, en una de las visitas de mi madre, ella juguetona preguntó por "mi novia", la cual no tenía ni pensaba tener; y entonces detoné la experiencia más traumática de mi vida. Le dije "me gusta un niño".

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