~ ALEXIS ~
Pronto, sentí nuevamente su pequeña cabeza acomodarse en mi hombro, su respiración acelerada chocando con mi piel, pero ya no oía su voz, su delgada voz... aquel sonido, sin la menor duda había contribuido bastante en el deseo que sentía por él en ese momento. Decir que no me gustaba, sería mentir seriamente. Tampoco se movía ya, así que le tomé en brazos, dejé que su espalda descendiera y descansara sobre mis brazos. Vi que él dormía, sus párpados estaban tiernamente sellados, sus labios entreabiertos, permitiendo el paso del oxígeno a su organismo; sonreí, besé su frente.
No me molestó, de hecho lo comprendía, él se agotaba con más facilidad que yo y debía admitir que tener dos orgasmos en una noche debía ser cansado para él.
Pobre, mi niño, lo corrompí; aunque de alguna manera resultaba aliviante que no lo hubiéramos hecho "todo", en realidad temía romperlo. No me permitiría que algo le pasara. Aún menos si eso resultaba ser culpa mía.
Examiné una última vez su delgado cuerpo, riendo al notar el esperma manchando su abdomen, no fue mi intención, él lo había pedido.
Traté de tirar abajo la mayor cantidad de pétalos que me fue posible, para que la cama quedara libre y, luego, lo acomodé a él bajo las sábanas, sin importarme si su abdomen estaba o no manchado de esperma, de él y mío. Mientras, me ocupé de apagar cada vela que había encendido y llevar los platos sucios a la cocina, para lavarlos, quizá, a la mañana siguiente.
Luego volví a la habitación y me acosté al lado de aquél, ese pequeño castaño que se adueñaba de mis sentimientos; suspiré, sonriendo al ver su tierno rostro dormido, ahora respiraba de manera normal, acerqué una de mis manos y retiré los cabellos que estaban adheridos a su frente por el sudor, me quedé un rato más acariciando su cabeza hasta oír un pequeño quejido de su parte, con lo que apenas pude reír y dejarle en paz.
Aún en su aliento percibí el olor del vino, sí, cierto... el vino. Algo debía tener esa bebida como para que termináramos de esa manera... o mejor dicho, cierta rubia debió haberle puesto algo para que termináramos de esa manera. Aunque tenía que agradecerle; mientras James se llevaba a Jordan, ella había sido de bastante ayuda en cuanto a la organización y... bien, eso último no estuvo nada mal a decir verdad.
Jamás pensé que mi pequeño niño, desbordante de inocencia, me pidiera que le tocase, me permitiera apreciar, de manera voluntaria la totalidad de su cuerpo y poner mis manos en él. Aunque, el momento, a pesar de todo, había resultado algo aterrador, no por él, por mí mismo, porque no quería pasarme y tenía miedo de no poder detenerme si la situación lo requería.
¡Pero no era por tratarlo diferente debido a su discapacidad! Eso era lo de menos.
Era porque él se veía tan delicado, que sólo un rasguño en su pálida piel parecía hacerlo quebrar, aunque, mirando ahora su cuello, reí, eso había sido, sin duda alguna, una de las mejores cosas de la noche, a pesar de que claramente, se notaría bastante durante algunas semanas. Él conmigo lo había hecho de una manera bastante suave, como mucho duraría unos días.
Claro, todavía quedaba el domingo para que él descansara, pero el lunes, en el instituto, no estaba seguro de cómo se vería eso o de cómo lo podríamos tapar.
Porque claramente sería un enorme: "Tuvieron sexo."
Y no me gustaría que lo molestaran a él por eso.
Pero, debería dejar de pensarlo tanto, después de todo yo estaba ahí para él si era necesario defenderlo de alguna cosa, o si prefería quedarse en casa, él ya me diría si quería que me quedase con él o que le trajera los apuntes.

ESTÁS LEYENDO
Anquilosis
أدب المراهقينTal vez "amor" es una palabra muy complicada para alguien que ni sus propias piernas puede sentir. Tuvo una vida complicada, en donde toda cosa aparentemente buena que se manifestaba a su alrededor pronto perecía, por eso ni sus propios sentimientos...