Lo había olvidado. Casi por completo.
Seguramente mi madre ya tenía que estar enterrada en el cementerio, pero, ¿Y los costos?, tal vez Loraine hubiera pagado.
Pero no podía estar completamente seguro de eso sabiendo que ella fue la causante de su muerte; sin embargo, iba a visitarla en lo que me fuera posible. Tenía que hacerlo.
No iba a mencionar nada de eso a Alexis, necesitaría ir solo, aunque no tenía ni la más mínima idea de en dónde podría estar su lápida, o si siquiera su lápida existiera.
Dejé que mi amigo me llevara a la escuela, restándole importancia a mis recuerdos repentinos.
Volvió a subirme en sus brazos para quedar en el segundo piso, era demasiado amable conmigo.
— Creo que hoy te presentaré a mis amigos. — me dijo en el momento de entrar a la vacía aula de clases.
— ¿En serio? — solté inmediatamente, totalmente emocionado; debían ser personas increíbles.
— Sí —, emitió una suave risa y me acomodó en mi lugar, él a mi lado, aunque nos hubiéramos demorado un poco, habíamos llegado temprano a la institución educativa.
Pasaron de manera tranquila las primeras clases del día y era momento del receso. Alexis se levantó y se llevó mi silla de ruedas.
¿Por qué?
Seguramente esa iba a ser la primera vez que iba a pasar un receso afuera con mi silla de ruedas. Mientras me llevaba al pasillo marcó en su teléfono.
— Hola, sí, ¿Domingo?... Sólo necesito que ambos... No... Sólo necesito que ambos estén en el pasillo... Sí, el de arriba... Porque sí... ¡Luego les explico! — habló con una persona o dos, desconocidos para mí y sonrió triunfante.
Al poco tiempo llegaron corriendo dos personas por la escalera.
Una de ellas era una chica rubia, de la cual al acercarse más, pude divisar unos profundos ojos azules y unas pecas sobre sus mejillas, su cabello iba suelto y era liso, su complexión era delgada y además, tenía una fulminante sonrisa en la cara.
El otro era un chico, con un semblante un poco más serio, que contrastaba con su rizado y alocado cabello rojizo, usaba lentes con un marco grueso de color negro, del cual en el fondo se veían unos ojos oscuros.
Ambos se detuvieron en frente nuestro y me miraron, como si fuera una cosa nueva para ellos. Sentí un brillo en los ojos de la fémina.
— Jordan, ellos son Domingo y James —, me los presentó Alexis, la chica infló los mofletes y empuñó las manos.
— ¡Sunday! — corrigió la rubia.
Entendí el juego de palabras y sonreí.
— Un gusto —, mencionó extendiendo la mano el chico que respondía al nombre de James.
Giré mi cabeza para mirar a Alexis y él asintió; ellos eran sus amigos.
— El gusto es mío. — respondí tímidamente agachando la cabeza.
Vi de reojo como Sunday, silenciosamente y seguramente esperando que nadie se diera cuenta, tomó a Alexis del brazo y lo apartó unos metros de James y yo.
— ¿De qué conoces a Alexis? — preguntó inesperadamente el pelirrojo haciendo que me fijara en él.
— Somos... Compañeros de clase... — respondí sin mucha convicción.
Él cambió su serio rostro por una expresión más divertida.
— Le vas a agradar bastante a Sun... —, rió con levedad — Y por cierto, ambos somos de curso superior, Sun tiene dieciséis y yo estoy por cumplir los dieciocho la semana que viene.— paró un momento y siguió con su presentación. — Ella fue ascendida de grado, parece tener el cerebro disecado pero es bastante intelectual —, dijo aquel riendo con sutileza.
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Anquilosis
Teen FictionTal vez "amor" es una palabra muy complicada para alguien que ni sus propias piernas puede sentir. Tuvo una vida complicada, en donde toda cosa aparentemente buena que se manifestaba a su alrededor pronto perecía, por eso ni sus propios sentimientos...