¡Hola! ¿Qué tal? Perdón por la tardanza, prometo volver a subir capítulos seguido ahora que estoy de vacaciones y ya casi finalizo la novela, solo resta corregir los capítulos del 36 al 39 y terminar el 40 con el epílogo... sí, no queda mucho, va a haber capítulos largos y otros cortos como este, espero que lo disfruten. Sus comentarios son bienvenidos, los quiero un montón. <3
(Perdón por no volver a poner sangrías, Wattpad se las come :c)
¡Gracias por las 9K lecturas!
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Agradecí la pronta caída de la noche, sin atreverme a levantar una sospecha de que saldría en medio de ella, todo el día fue tan normal como los demás, ansioso por que la brillante luna se asomara para vigilar mi hazaña nocturna.
No obstante, me fui a dormir —presuntamente—, tal y como cualquier día, con el pequeño cuerpo de aquél castaño entre mis brazos. Y aguardé, quizá sin parpadear siquiera, a que estuviese completamente dormido. Quizá habían pasado horas. Pero la noche era larga y todo el tiempo del mundo estaba a mi disposición.
No quise despertarlo, pero sabía que si lo hacía se sentiría mal. Así que, me escurrí con movimientos morosos, apartándome de él, me levanté en silencio e inmediatamente escribí una nota, explicando que tuve que salir, por la necesidad de estar tranquilo y poder salir pronto del país sin preocupaciones. No era mentira, sólo era la parte bonita de mi objetivo. Y no garantizaba que en realidad se levantara para leerla, rogaba, mejor, para que no lo hiciera.
Fui silencioso, paso tras paso, mudo, hacia el baño, con unas prendas en manos, la enorme caja de maquillaje y una siniestra sonrisa decorando mi expresión.
Ya hacía varios meses mi rostro no era maquillado, pero, esta vez no es porque fuera Christina —pues ella quizá ya no volvería, dado que había cumplido con el único objetivo de su existencia—, era yo mismo quien, luego de colocarse exuberantes prótesis de senos y vestirse, de manera tan femenina, yacía frente al espejo, maquillando mi rostro, colocando las pestañas postizas, haciendo el delineado profundo, pintando los labios rojos. Sonreí y me atreví a colocarme unos lentes de contacto azules. Felicité el hecho de no reconocerme frente al espejo. Tomé mi peluca y no dudé en colocármela, peinarla luego y acomodarla, con los mechones negros sobre mis hombros, haciendo menos evidente el ancho natural de estos. Parecía ser una chica delicada. Aunque mis prendas eran sombrías.
En el espejo, se reflejaba una muchacha con excelentes proporciones, luciendo un vestido negro, con falda corta y cuello alto, las piernas ocultas tras unas medias veladas gruesas, que no permitían evidenciar tampoco la prótesis, que era especial para la ocasión, pues era una prótesis especial para zapatos con tacón alto. Portaba unas bonitas botas hasta la rodilla, negras, de cuero y con tacones de aguja. Cubriendo sus brazos, para protegerse también del frío nocturno, aquella persona reflejada en el espejo, ocultando mi identidad, usaba una chaqueta de cuero, negra también, agresiva, y sus manos, también estaban ocultas en unos guantes, por supuesto, negros y de cuero, ¿por qué no? Las ondulaciones de su cabello caían por el frente, sobre sus hombros y por atrás en su espalda. Su rostro, maquillado y aparentemente fino, de iris azules delineados potentemente en negro y labios marcados en rojo, sonreía coqueto.
Y así me despegué del espejo y salí en silencio, yendo a la cocina, tomé dos enormes cuchillos de carnicería, brutalmente afilados y un par de bolsas de basura. Estaba satisfecho con mi apariencia y mis implementos.
Continué entonces, un paso tras otro, riendo internamente de saber que con los zapatos altos medía más de dos metros, definitivamente era alguien intimidante.

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Anquilosis
Teen FictionTal vez "amor" es una palabra muy complicada para alguien que ni sus propias piernas puede sentir. Tuvo una vida complicada, en donde toda cosa aparentemente buena que se manifestaba a su alrededor pronto perecía, por eso ni sus propios sentimientos...