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Desperté de mi estupor por molesto brillo del sol sobre la cara, aunque esa mañana en particular no lo sentí tan molesto, desperté algo sorprendida por el hecho de darme cuenta de que dormí demasiado como para haber sido sorprendida por la luz del sol, estaba en esa temporada donde tenía sueño constantemente debido a un cambio nuevo en mi cuerpo como sucedía cada cierto tiempo indeterminado, sonreí sin poderlo evitar al recordar vagamente el por que me encontraba en esa suave cama desconocida siendo cubierta solamente por sabanas blancas y lo suficientemente gruesas como para evitar que sintiera frío, el cambio solía hacerme susceptible al clima como no solía serlo, me hice bolita un poco y me quedé unos momentos ahí, acurrucada, sintiendo el agradable olor de su perfume en las sabanas limpias, mi sorpresa fué enorme cuando lo ví entrar con una bandeja en las manos, llevaba su sonrisa y nada más encima, ese hecho provocó que por poco hiciera caso a mi idea de esconderme debajo del colchón, pude verlo completo, desnudo, como única prenda llevaba un collar color negro en el cuello, una gargantilla con una flama color dorado en su centro como colgante, aunque por obvias razones no contaba como prenda por el hecho de que no cubría nada de lo considerado privado.

Tierra... ¿Por que no me tragaste antes y me escupiste aquí?...

-linda vista.-mencioné incorporándome un poco, sin olvidar sostener un poco de la cobija para cubrir mi pecho, él sonrió.

-lo mismo digo.-mencionó mirándome de arriba abajo, yo en cambio no podía dejar de mirar su virilidad, por lo mismo su mano sostuvo mi barbilla y me hizo levantar la vista, sus ojos y los míos se encontraron.-oye, mis ojos están aquí, linda.-mencionó antes de guiñarme un ojo, estaba colorado pero seguramente no más de lo que yo estaba.

-no me pidas que no vea.-murmuré nerviosamente sin poder apartar la mirada.-no pasa nada desapercibido y además lo tienes como si fuera bandera en desfile.-mencioné antes de verlo dejar la bandeja a un lado en el buró y levantar la mano que no tenía ocupada, casi por instinto di un respingo, cerré los ojos y metí ambas manos, poniéndolas frente a mi cara, esperando lo peor.

-hey, ¿pasa algo?.-preguntó segundos después, abrí lentamente los ojos y lo ví mirarme preocupado mientras sostenía una llave en sus manos, misma que descolgó de arriba de donde estaba yo, sentí vergüenza y pánico.

-no es nada, yo solo... Eh...-no fuí capaz de decir nada, por lo mismo me quede en silencio, él en cambio se sentó a mi lado, se cubrió un poco con la manta y me atrajo hasta él, me acurruqué en su pecho de a poco y comenzó a acariciarme el cabello.

-¿sabes? A veces es mejor dejar ir el pasado y disfrutar un tranquilo presente.-mencionó tranquilo, contagiandome un poco de su tranquilidad, suspiré.

-aveces las cosas que pasaron no se pueden ignorar.-mencioné antes de sentir como puso su mano sobre la mía, apenas lo hizo lo miré a los ojos.-hay cicatrices que no pueden sanar.-murmuré sintiéndome fatal unos momentos, pero nada de eso importó, pues me abrazó con fuerza, pegandome a él, su tacto me género calma, muchísima.

Mi dulce Shiro...

-se que hay heridas que ni el tiempo sana, pero tengo algo que te protegerá por siempre.-mencionó antes de llevar sus manos a su cuello, segundos después el listón de su gargantilla negra cedió y me tomó de las manos, depositandola en ellas y cerrandolas entre las suyas.-mientras la tengas puesta siempre encontrarás el camino de regreso a mi lado, sea rápido o sea lento para llegar... Se llama hogar a donde podemos ir y seremos aceptados, no es propiamente un lugar, y yo quiero ser el tuyo, por que siempre voy a aceptarte.-terminó ese bonito diálogo depositando un beso suave en mi mejilla y otro en mi frente, segundos después tomé el collar y me lo puse con cuidado.

-hay algo que quiero darte también.-mencioné antes de notarlo curioso, entonces miré mi mano, pude verlo ahí, un anillo dorado con un rubí enzarzado en su centro, una joya tan hermosa y discreta, una reliquia realmente antigua y pura, respiré hondo y entonces le tomé ambas manos.-cuando Milovan falleció me hizo prometer que le daría este anillo a la persona que me hiciera sentir segura, amada, aceptada, valiosa y capaz... Y aunque tenemos poco tiempo de conocernos y parece una locura se que esa persona eres tú, por ello quiero que lo tengas... Como parte de una promesa, una promesa de poder encontrarte siempre, de estar a tú lado siempre.-mencioné antes de separar con cuidado los dedos de su diestra y poner el anillo en su dedo medio, lo sentí tenso unos momentos pero al ver su cara supe que nada era malo, al contrario, su cara era almenos tres tonos más roja de lo habitual, eso me hizo sonreír.

Alma Sin Memorias; Mi Vida PasadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora