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Desperté mareada, desorientada y aturdida en mi cama, desnuda en totalidad y con mis alas extendidas por el amplio colchón, me sentía dolorida y severamente fría, la habitación se sentía vacía por alguna razón aunque estaba todo lo material en ella, el amargo recuerdo de la muerte de Charlie mermó en mi cabeza y entonces sentí un vacío abismal en mi interior, recordé cada detalle de la situación y entonces no pude evitar sentirme hecha pedazos, había perdido a Charles Collins, a mi pequeño Charlie, ese hombre al que crié desde su más tierna etapa de bebé recién nacido, por unos momentos las lágrimas quemaron tanto en mis ojos que desbordaron con violencia hasta ser absorbidas por la mullida tela de las sabanas, me hice bolita y abracé mi almohada con fuerza, ¿por que me sentía tan herida? ¿Tan destrozada y tan sola? ¿Por que sentía mi corazón así de roto? Como si él no fuese la única razón por la cual mis lágrimas salían con violencia de mis ojos enrojecidos, no lo sabía, quizás era una pregunta de la que jamás sabría la respuesta, pero estaba segura de que debía irme de ahí, debía alejarme nuevamente, debía huir otra vez y vivir lo último que mi voluntad fuese capaz de darme, vivir hasta ya no poder más, vivir lo último como jamás había podido hacerlo, haciendo todo antes de terminar con mi vida.

Quizás es demasiado drástico...

Pensé un momento, pero tras ver mis manos y recordar tantas cosas las sentí temblar, este vacío no podría ser llenado de ningún modo, mientras yo siguiera existiendo en este mundo todo aquel que tuviera contacto conmigo conocería un trágico y desgarrador final a manos del caos que era atraído por mi sin distinción, morirían de formas inimaginablemente violentas y denigrantes, con ese pensamiento en mente me puse en pie pese a mi desnudez y miré por la ventana, me encontraba en uno de mis tantos refugios cerca de la empresa ahora destruida de los Collins, de ese mismo lugar que fué mi hogar por casi cuarenta años ya no quedaban más que escombros quemados a medio prender junto a algunos cadáveres a medio devorar por el fuego extinto casi en totalidad por los bomberos, quienes se notaban exhaustos intentando apagarlo todo con insistencia, esa vista solo me hizo tener más fuerzas en mi elección de despedirme de este mundo disfrutando de sus oportunidades y placeres tan frívolos como no lo había hecho en todos mis siglos de existencia, así mismo, tras tomar la decisión de hacerlo caminé con mis pies descalzos sobre las duelas de madera, dirigiéndome al baño a paso decidido, tras entrar y ver mi deplorable estado divisé unas tijeras al lado de una rasuradora eléctrica y entonces miré mi cabello con decisión, ya no sería la diversión de nadie, ya de ningún modo me cerraría a nada, si todos habían de morir almenos me permitiría disfrutarlos por lo que duraran.

Aquí muere Ana Marie... A partir de este momento seré Azari... Solo Azari...

Decidida tomé la rasuradora eléctrica con mis manos, tras encenderla la posé en el lavabo y me apresuré a tomar mi cabello, atando solo la mitad de arriba en una media coleta de cabello, tras hacer bolita esa fracción de cabello, que por cierto era mucho, tomé las tijeras  y comencé a cortar todo lo que había quedado abajo, mechón tras mechón caía a mis pies, convirtiéndose en polvo pocos minutos después tras morir al ser cortado, me vi con desprecio al espejo unos momentos mientras lo hacía, odiandome a mi misma por no haber tomado esa decisión antes, mucho antes, cortaba con rabia, con decisión, cada vez más hasta acabar con cada mechón largo de esa importante fracción de cabello mío, al acabar y ver mis estragos tomé con furia la maquina rasuradora y comencé a pasarla con rabia sobre la parte inferior de mi cabeza, teniendo cuidado de no cortar el cabello que había apartado, veia poco a poco los trozos de cabello cortado caer a mis hombros y al suelo, odiandome internamente por lo que me estaba haciendo pero sabiendo que sería lo mejor para saber día a día el por que de mi decisión, sería un presente para no olvidarlo, con rabia pese a estar desnuda seguía mirando mi cabello caer por todos lados, finalmente cuando terminé me miré atónita, no me reconocía a mi misma de ningún modo, eso me gustó más de lo que habría pensado, mis ojos eran amarillos como jamás los había visto y mi cabello había cambiado, ahora era negro total, el cambio había mermado más de lo que yo esperaba, ahora era la viva imagen en color de mi madre.

Alma Sin Memorias; Mi Vida PasadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora