Apenas pude me llevé a Oliver de ahí y ambos regresamos a la cafetería como si nada hubiera pasado, en el camino nos tomamos de la mano y no nos soltamos, todos los demás estudiantes nos veían como si fuéramos la cosa más rara del mundo pero eso no era anormal para mi, en cambio él si se veía incómodo a más no poder, por lo mismo aprovechandome de su altura le tomé de la cintura y lo atraje a mi, puse mi mejor cara de pocos amigos y entonces seguimos nuestro camino, sentí su mano apoyarse con lentitud sobre mi hombro, suaves caricias me reconfortaban de toda la tensión producidas por él, su calor me comenzó a envolver como una canción de cuna armoniosa a un bebé con mucho sueño en su pequeño ser, me sentí muy cómoda y tranquila así, todo siguió normal y correcto hasta que llegamos a la cafetería, las personas interrumpieron sus comidas para vernos, Oliver se tensó y tiré ligeramente de él para que caminara, Zaria al vernos levantó una mano y entonces pude ubicar la mesa donde estábamos, nos encaminé lentamente hasta ellos, ahora que lo notaba a Oliver le daba muchísimo pánico estar frente a muchas personas y eso me resultaba muy tierno, aunque estaba algo incomodada de que nos vieran tanto, sobre todo las chicas y chicos plásticos, quienes no podían dejar de murmurar pese a que los estaba mirando.
-los irreverentes fenomenoides se unen, que conmovedor.-dijo una de ellas, tenía uñas largas color nude, un gloss sin color en los labios, era rubia, un maquillaje que constaba de una exagerada sombra de ojos azul celeste, el cabello rubio semi rizado suelto, un pantalón acampanado azul mezclilla, unos tenis blancos abombados y una camiseta blanca que solo le llegaba hasta el ombligo pero con mangas largas, ese comentario me hizo detenerme.
-hey, no le hagas caso, vámonos.-susurró Oliver ya nervioso, mi agarre en su cintura se afirmó un poco, mi mirada de molestia no se apartó de la chica en cuestión.
-creo que tanto tratamiento de decoloración para el cabello te está quemando el cerebro, gata con botox.-solté directa antes de ver como su gesto de sorpresa y rabia se formó, todos en las mesas contiguas se rieron sonoramente, ella en cambio se puso de pie.
-¿que acabas de decir?.-preguntó finalmente de pie, notoriamente más alta que yo, pero no por eso me intimidó, era muy delgada y eso era desventaja para ella.
-Ana, por favor, ya, estás armando una escena.-suplicó Oliver ya con pánico, la rubia plástica venía a nosotros.
-ve a sentarte entonces.-mencioné ya enojada, soltando mi agarre de su cintura, él en cambio negó.
-si esa chica te golpea no me voy a quedar mirando.-mencionó antes de que tuviéramos a la fresita prepotente frente a nosotros.
-repite lo que dijiste, ratita.-me retó, ante eso Oliver ya se enojó y se puso entre las dos, mirandola a ella con enojo.
-como te atrevas a decirle algo así otra vez voy a...-dijo él apretando los puños, ella ni lo dejó terminar, pues, cínica, le dió una bofetada con fuerza, no le volteó la cara pero se escuchó muy fuerte.
-¿que? ¿Vas a pegarme? Atrévete, anda, pegale a una mujer, a ver si muy hombre.-le retó, Oliver estaba que no se lo podía creer, estupefacto totalmente.
-quizás él no pueda, pero yo no soy hombre y entonces puedo.-mencioné ya con rabia, arremangando mi suéter del lado derecho hasta mi codo, me aproximé hasta ella y entonces, dando un salto, logré darle un puñetazo en la nariz, usé la menor fuerza posible para no armar un escándalo o rompersela, ella chilló y cayó al suelo, Oliver entonces me tomó de los hombros cuando me vió dispuesta a más pero no me dejé, en cambio avancé hasta ella y la tomé del cabello, con firmeza, intentó arañarme pero un jalón de mi parte bastó para que no se moviera.
-¡dejame en paz!.-chilló ya asustada, Oliver ya estaba sudando frío cuando me vió levantar la mano, misma que terminó en una bofetada similar a la que le dió a él, la cafetería se sumió en un silencio de ultratumba.
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Alma Sin Memorias; Mi Vida Pasada
FantasyLa sombra de quien fuiste te persigue sin cansancio, no puedes huir, no puedes correr, no puedes esconderte de quien aparece pisando tus talones cuando aún hay luz, no puedes esperar en la oscuridad para que su presencia se marche, pues al fin y al...