Narra Zaria:
-me iré dentro de un mes y pienso hacer unos cuantos tratados antes de partir.-dijo Arthur mientras su sirviente me servía un poco de té para después dejarlo frente a mi en la pequeña mesa de centro.
-gracias Carlisle.-mencioné con una sonrisa amistosa al sirviente y este asintió con amabilidad.
Nos encontrábamos en la mansión de Arthur en este momento, eran casi las ocho de la noche y las luces comenzaban a volverse cada momento más necesarias para poder tener un buen campo de visión, nos encontrábamos en la habitación amplia de Arthur tomando té en la mesa que tenía ahí mismo, tenía una mesa de centro de vidrio, dos sofás color crema, una TV enorme frente a estos y la cama enorme con dosel quedaba detrás nuestro, él estaba vestido con algo casual, un simple short a cuadros blancos con azul, una camiseta blanca de partido político y unas sandalias, yo en cambio estaba vestida con algo de estilo rudo, llevaba unos pantalones azul claro mezclilla, una camiseta negra con estampado de pedrería verde formando la palabra "Lucky" junto a un trébol justo debajo, mis tenis Nike tipo bota color rojo desentonaron enormemente con ello pero llevaba mis muñequeras adornando mis manos, el collar dorado y mi cabello de lado, el rímel es lo único que los decoraba además de una ligera sombra de ojos negra, tenía una chamarra encima arremangada hasta los codos por el frío de la mañana, podía decir que Arthur se veía jodidamente guapo pero pude mantenerme natural, él en cambio se notaba especialmente incómodo o tenso, a ninguno de los dos le gustaba el hecho de hablar sobre su repentina marcha del país pero si se quedaba aquí sería asesinado después de ser descubierto por el asesinato de su hermano y el resto de colegas. Repentinamente se puso de pie, rodeó la mesa de centro y se sentó a mi lado en el sofá donde yo estaba, muy cerca, su muslo y el mío se habrían tocado de mover ligeramente la pierna.
-no entiendo por que me llamaste si los tratados los ve Irania.-mencioné a su secretaria, una linda morena muy alta de ojos claros, Arthur rió y negó.
-es necesario que sepas de ello por que tiene que ver contigo.-mencionó, ahí dejé de lado mi taza de té y entonces le miré fijo mientras apoyaba mis manos en mis muslos.
-¿yo? ¿Como es que tengo relevancia ahí?.-pregunté intrigada, entonces Arthur puso su diestra sobre una de mis manos, sin dejar de verme, finalmente la tomó y entonces lo sentí vulnerable, como un hombre joven con una responsabilidad enorme que jamás deseó llevar.
Alguien con miedo...
-por que pienso dejarte como mi sucesora, Zaria.-dijo él totalmente en serio, por un momento sentí que finalmente estaba teniendo lo que quería, pero entonces me solté de él y lo ví con miedo.
-Arthur, vas a irte, no estarás aquí, no puedes darme tanto cuando eh hecho muy poco como asesina a sueldo.-mencioné sintiendo de pronto pánico por la situación, creí que cuando lo sentiría tocar mis manos sería diferente, pero no lo sentía especial, lo sentía ajeno, no me sentía cómoda, sentía demasiados nervios, mucha desesperación.
-te dejaré todo a tí por que eres la única persona en la que puedo confiar, por que yo te quiero y lo hice desde que entraste por aquella puerta cuando iban a comenzar las clases y nos conocimos formalmente como alumna y maestro en la clase de dibujo.-mencionó antes de que sintiera el corazón acelerado, él me miró con tristeza.-no puedo quedarme, por ello mismo me veo desesperado para recurrir a esto.-mencionó antes de ponerse de pie y pararse frente a mi, iba a invocar a mi sombra pero entonces lo ví arrodillarse frente a mi, quedando totalmente vulnerable.
-Arthur, ¿que haces?.-pregunté presa del pánico, él sacó de uno de sus bolsillos una cajita y entonces la abrió frente a mi, era un anillo que se veía costoso, era un anillo plateado con una piedra preciosa coronandolo, lo ví en shock.
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Alma Sin Memorias; Mi Vida Pasada
FantasyLa sombra de quien fuiste te persigue sin cansancio, no puedes huir, no puedes correr, no puedes esconderte de quien aparece pisando tus talones cuando aún hay luz, no puedes esperar en la oscuridad para que su presencia se marche, pues al fin y al...