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Tras llegar a casa de la escuela me dispuse a relajarme a lo grande mirando películas viejas y comiendo sin distinción, para ello había comprado muchas cosas para surtir la nevera con cosas sabrosas como chucherías y cosas por el estilo, me encontraba en la puerta con varias bolsas con compras tras bajar de mi auto, se me hacía curioso como la gente era tan amable conmigo al ir sola, hombres en general, sabiendo los motivos por los que lo hacían me había dispuesto a disfrutar de su amabilidad interesada, hombre, me habían llevado las compras al auto dos chicos, un negro y un rubio bajo el argumento de que "una chica no debía cargar cosas tan pesadas", ese argumento en otro momento me habría hecho reír a lo grande, podía levantar hasta mil veces mi propio peso en materia sólida, unas compras no serían problema alguno, más sin embargo había decidido lucrarme a costa de hombres pretenciosos, no me pasaba desapercibida ninguna mirada a mi culo o mis tetas, así que culpable no me sentía, en absoluto. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuché un compás lento en una canción sonando dentro, junto a esa canción oía a alguien cantar suavemente.

-I would not mind even a little to burn this world completely.-su voz me parecía de terciopelo, por lo mismo decidí quedarme ahí, escuchando.-but I only have a single wish, and that's seeing you at the end of that path that I chose.-terminó afinando la voz hasta que esta terminó en un susurro, alargando la última palabra dándole un toque que sentó fenomenal, por unos momentos esas tonadas me trajeron recuerdos, mis dulces temporadas en Nueva Orleans, la cuna del vudú y la magia negra, una temporada un divertida y feliz en donde pude hacer muchos amigos de color como no se me había permitido antes.

Eran personas cálidas... Todos ellos...

Sin detenerme a pensar más abrí la puerta como pude y entonces ví a Oliver de espaldas a mi, meneando el mando de la bocina que tenía al frente para elegir una canción que escuchar, o eso supuse, no llevaba camiseta así que pude ver perfectamente su espalda y su transformado cuerpo de la cadera para abajo, por un momento miré las ventanas abiertas y me asusté mucho, ¿no conocía la discreción? ¿A caso no tenía miedo de ser visto? Se nos tenía prohibido a nosotros como seres sobrenaturales interactuar con humanos usando nuestros verdaderos rostros debido a que era fácil hacerlos entrar en pánico, pero él parecía absorto, tanto que incluso me apuré a dejar las compras a la cocina y corrí a las ventanas para cerrarlas con ayuda de las cortinas, él seguía ahí eligiendo música como si nada, viéndome de reojo con una miradita confusa, ¿no entendía la magnitud de la situación o su escamoso culo le había quitado capacidad cerebral? Apenas terminé de cerrar el ventanal que daba a la calle me dirigí a cerrar el de las ventanas contiguas a la puerta de entrada, seguro parecía loca conspiranoíca pero esto era serio, si alguien daba aviso no tardarían en dar conmigo y tendría que tomar el rol que había abandonado como parte del consejo, mi madre me encontraría y eso no era bueno, no deseaba verla, a nadie conocido.

Y este imbécil dándose el lujo de andar por ahí desnudo reptando por la casa...

-¿por que el repentino pendiente de que vean para dentro de la casa?.-preguntó el idiota en cuestión sacándome de mis pensamientos, lo miré casi como si hubiera dicho la estupidez más grande de su vida.

-quizás por que si nos reportan iremos directito con el consejo, por eso.-dije casi con pánico en la voz, él se quedó con cara de póker un momento.

-Azari, aquí no hay humanos.-mencionó mirándome con atención.-esta es una residencia solo para seres como nosotros, por eso las entradas y salidas son muy reguladas, si hay humanos nos avisan de antemano.-mencionó de forma específica, provocando que me relajara de a poco.

-carajo, debo poner más atención entonces.-mencioné aliviada, sentándome en el sofá pesadamente, frotando mi frente con vergüenza, oí como su pesado cuerpo se arrastró hasta que estuvo frente a mi, segundos después sentí como hizo peso en el sofá, una de sus manos enegrecidas se posó en mi hombro izquierdo y entonces le miré, me miraba con preocupación.

Alma Sin Memorias; Mi Vida PasadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora