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Narra Zaria:

No podía entrar, no importaba cuanto tiempo o cuanta energía gastara intentando invocar un conjuro lo suficientemente fuerte como para poder entrar a la casa no podía, las manos me temblaban y tenía los ojos llorosos, la nieve comenzó a aumentar y el viento soplaba un poco entumiendo mis manos, al reparar en el cielo me di cuenta de que las nubes comenzaban a cubrir la luz de la luna, sentí una opresión en el pecho junto a la incredulidad, me mordí con fuerza el labio y entonces sentí las manos doler, la contaminación en las mismas por el ritual era demasiada y quizás me estaba forzando pero no podía aceptar esto, no podía simplemente hacerlo, no podía entrar, no pude salvarlo, no pude ayudarlo, estaba muerto y mi amiga no lo quiso aceptar, estaba todo mal, todo por que me había drogado antes de venir y no estaba totalmente aquí como debía, sentí las manos mojadas y eso era mala señal pero no miré absolutamente nada más y seguí intentando entrar, estaba usando demasiada energía para cada conjuro y era consciente de ello pero no me importaba, debía sacarla de ahí, cuando la magia no pudo comencé a ser yo quién golpeaba la puerta con furia, estaba furiosa conmigo misma, no pude, no pude hacer esto, todo por culpa de mi maldita irresponsabilidad, todo por culpa de mi mediocridad, comencé a sollozar temblando por la rabia e impotencia a tal punto que mis ojos apenas tenían visibilidad, me derrumbé contra la puerta mientras la nieve se acumulaba poco a poco golpeando todavía con mi puño en la madera, comencé a sollozar con verdadera angustia sintiendo como todo se terminaba de derrumbar dentro de mi hasta que llevé mis manos ensangrentadas a mis ojos para cubrirlos, las sentía mojadas como si las hubiera metido al agua y escurrieran la misma, Oliver, mi amigo, estaba muerto ahora, estaba muerto por que yo no tuve la fuerza suficiente para terminar esto ¿que había fallado exactamente? ¿Qué salió mal? ¿Por que todo fracasó cuando estaba segura hice todo bien?

Oliver murió por mi culpa... Azari se quedó sola gracias a que no pude hacer esto...

-¡puta madre!.-grité entre sollozos antes de caer de rodillas finalmente sobre la nieve sin ocultar mis sollozos, todos detrás de mi estaban llorando también, Lukyan más que nadie, mi pecoso amigo había perdido a su hermano, a su única familia, todo por mi culpa.-Oliver... Lo siento... Lo siento...-susurré entre sollozos temblorosos clavando esta vez las uñas en mi cara con impotencia, ningún dolor físico podría hacerme sentir lo suficientemente equilibrada con el dolor que estaba causando mi existencia, me estaba faltando el aire y este era el llanto más doloroso que alguna vez en mi vida había sentido, sentía que por más que llorara no tenía aire, que tenía algo atorado en la garganta, que el nudo en la misma no iba a irse nunca.

-amor, tenemos que irnos, está empezando una tormenta.-me llamó Roberto alzando un poco la voz por el silbido del viento antes de tomar mi hombro, comencé a sollozar con más fuerza, al mirarlo noté que su expresión de preocupación era enorme, miré a otro lado, no quería que me viera así, no podía, no soportaría eso, fue entonces que con las manos entumidas intenté abrir nuevamente la puerta, las marcas de sangre solo quedaban en la madera blanca.-amor, por favor, tenemos que irnos.-insistió Roberto antes de que yo apretara los labios un momento, sentía las lágrimas quemar en mi piel por el clima gélido.

-no puedo irme... Esto es mi culpa, Oliver murió por mi culpa... No hice lo suficiente, y-yo solo necesito hacerlo otra vez... S-Solo necesito una oportunidad más, puedo hacerlo mejor.-sollocé temblando, quise seguir tocando la puerta pero entonces sentí como su agarre fue a mis caderas y sin esfuerzo me cargó como princesa, presa de la angustia me abracé a él como pude y comencé a sollozar con verdadera agonía por dentro mientras la sangre de mis manos negras escurría manchando su camiseta, me sentía culpable.

-nada de esto es tú culpa, hiciste lo que pudiste.-susurró mientras comenzaba a caminar, escuché como todos recogían todo y se iban cada cual por su camino sin decir absolutamente nada, me aferré a mi novio y entonces miré nuevamente el lugar, lo que había sido un precioso sitio con nieve ahora era reinado por el caos, la desolación y la amargura, el corazón se me hundió y el nudo en mi garganta me impidió siquiera respirar bien, la culpa se hizo presente y mis lágrimas salieron con más fuerza.-había más posibilidades de que esto saliera mal, nuestro amigo ya estaba muy débil amor, no es tú culpa.-volvió a repetir mi lobuno mate antes de que pararamos frente a la casa, con un simple ademán de manos mía la puerta de abrió antes de que ambos pasaramos y nos resguardaramos de la tormenta dentro de la acogedora casa.

Alma Sin Memorias; Mi Vida PasadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora