“Y entonces te miraba, y tú me abrazabas, mientras me prometías que todo iba a salir bien.”
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Lo único que pude hacer apenas llegué al departamento fue sacarme las zapatillas y tirarme al sillón. Me hundí en mis pensamientos, sin la chillona voz de Alex penetrando mis oídos. Ahora estaba sola y podía cavilar tranquilamente. Cerré los ojos y me toqué la sien, mientras soltaba otro suspiro. Ya me había cansado de suspirar. Llevé mis manos a mi vientre y lo acaricié.
Estaba a punto de dormirme, cuando abrí los ojos de golpe y me levanté. Quizás una cama en este momento estaría bien. Esperando encontrar a Harry, caminé perezosamente hasta la habitación pero, oh sorpresa. Harry no estaba.
Lo busqué, les aseguro que lo hice. No estaba en el baño de la habitación. No estaba en el vestidor. No estaba en el baño principal. Claramente, no estaba ni en el living ni en la cocina-comedor. No estaba en la terraza. Tampoco estaba en la pequeña habitación vacía.
Me desesperé. ¿Qué significaba eso? ¿Me estaba engañando? ¿Tenía una amante? ¿Había salido a caminar? ¿Me había ido a buscar? ¿Había salido y no me había avisado? ¿Lo habían secuestrado? ¿Había ido a la casa de su madre? ¿Había ido a la casa de uno de los chicos? ¿Se había lastimado y estaba en el hospital? ¿Tenía una amante? ¿Tenía una amante? ¿Tenía una amante?
Juro que estaba por salir a buscarlo yo misma, cuando la puerta se abrió y se cerró con cuidado. Salté de la cama y salí de la habitación, dispuesta a asesinarlo con mis propias manos. No pistolas, no cuchillos, no hachas, no veneno, no accidente, no nada. Manos. Mis manos.
-¿Dónde estabas?
-¿Realmente te importa?
-Si te pregunto es por algo. -dije con la voz quebrada-
Comenzaría a llorar de la impotencia, de la rabia, del coraje, de todo. Joder, me había dado un susto de muerte y ahora se hacía el “señor superado”.
-Con los chicos.
Solté un suspiro, de alivio quizás. Si mal no recuerdo, Alex había mencionado algo sobre una juntada de los chicos en un bar esa misma noche. Supuse que Harry no iría, porque no me había dicho nada, pero henos aquí, discutiendo de nuevo.
-¿Por qué no me dijiste nada?
-Supuse que no te importaba.
-¿Que no me importa? Harry, llegué y no estabas por ningún lado, ¿cómo crees que se siente eso? ¡Estuve a punto de ir a buscarte, maldición! ¡Si no querías decirme, por lo menos hubieras dejado una nota o algo! ¡Eres un maldito idiota!
-¿Qué? ¿Creíste que estaba con otra?
«Sí, eso fue justo lo creí.»
-Creí demasiadas cosas en sólo cinco minutos.
-¿Creíste que estaba con otra? -repitió-
-Si Harry, esa fue la primera pregunta que apareció en mi cabeza. -murmuré-
-¿Y la confianza, ____________? Quizás debas ir a buscarla, por ahí se te quedó en el bolsillo Nathan.
Era un maldito genio; había utilizado mis argumentos en contra mía.
-¡Deja de meter a Nathan en todo esto, por el amor de Dios! -chillé quebrándome completamente. Unas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, pero las sequé rápidamente- ¡El no tiene nada que ver en todo esto! ¡Esto es entre tú y yo!
-Lo sé. -murmuró mirándose las desgastadas botas negras que me encantaban-
-No parece que lo sepas. -dije sorbiendo mi nariz- Estoy harta, realmente harta, de que siempre saques a colación a Nathan cuando peleamos.
Parecía una idiota llorando por todo, pero es que ya no lo soportaba. No soportaba pelear con él.
Suspiró y se rascó la cabeza. -No llores. -dijo acercándose a mi- Por favor, no llores. Sabes que no me gusta verte llorar. -levanto mi cara con sus manos y secó otras dos lágrimas que caían sin querer de mis ojos-
-Es que… -balbuceé-
Me interrumpió. -Ya lo sé, soy un idiota.
-Yo también soy una idiota. -dije mirándolo directamente a los ojos, sintiendo que las piernas me temblaban-
Su mirada verde cristalina me hizo sentir pequeña entre sus imponentes manos.
-Supongo que deberíamos cambiar nuestras actitudes y ponernos de acuerdo sobre algunas cosas. -murmuró- No me gusta pelear contigo.
-A mi tampoco. -reconocí sorbiendo mi nariz- No soporto no hablarte, es… imposible.
Quitó sus manos de mi rostro y las bajó a mi cintura. Tiró de mí y me abrazó.
-Si confío en ti, y sé que no me cambiarás por Nathan. Fue una estupidez decir eso. Lo siento.
-Lo sé. -murmuré- Y yo también confío en ti, pero es que me asusté mucho cuando no te vi y pensé cualquier cosa. Perdóname.
-Ya pasó. -dijo mirándome a los ojos- La vida es demasiada larga. Lo nuestro todavía no termino y lo sabes. -me sonrió y yo lo imité-
Nos habíamos reconciliado, no peleábamos más. Pero un horrible presentimiento me asaltó. ¿Qué pasaría después? Y me di cuenta de que ése no era el final.