“Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.” -Oscar Wilde.
___________:
Apenas salíamos de la casa mientras la noche caía en la anieblada ciudad de Londres, yo con mi valija en la mano, Harry pasándome el brazo por los hombros. Su semblante se veía preocupado mientras me apegaba más a su cuerpo y cruzábamos el jardín yendo hacia el auto.
-¿Por qué esa cara?
-Nada -negué con la cabeza metiendo una mano en el bolsillo de la campera de Harry que me había puesto sobre los hombros-
No quería contarle, solo porque me parecía una estupidez. Como había hecho la primera vez que tuve sospechas de un embarazo, no iba a contarle nada hasta confirmar si estaba o no esperando un bebé. En el caso de que yo no estuviera embarazada, todo quedaría en el olvido y él no se haría ilusiones. Por las mismas razones que la primera vez, no le contaría a Harry, porque no quería que se ilusionara o se pusiera a pensar en eso. Quería mantenerlo tranquilo y darle la sorpresa de que tendríamos un hijo (si estaba embarazada), para no decepcionarlo cuando le dijera que en realidad todo eran puras habladurías de mi vieja tía, y que nosotros no estábamos esperando a nadie. Era simple, pero tan difícil.
¡Él lo hacía difícil!
-¿Fue algo que dijo tu tía?
Trague saliva.
-No paso nada
Solté la valija y el la puso en los asientos traseros, mientras yo me subía al co-piloto. Harry rodeó el auto y se subió a mi lado. Lo puso en marcha y salimos.
-Vamos, ________. No soy tonto, estás pálida.
-Solo… no… -suspire y recargué mi cabeza en el asiento- no… estoy bien.
<<¿Solo… no… no… estoy bien? ¿Solo no no estoy bien? ¿Eso lo único que se te ocurre, Stella?>>
Me miro de reojo, confundido.
Su confusión era totalmente creíble, es decir, ¿solo no no estoy bien? ¿Qué mierda quería decir eso? ¿Estaba bien, o no? Ni yo lo sabía.
No llevábamos ni cinco minutos de camino en la gran avenida cuando doblo en una calle poco transitada y estaciono.
Estiró una de sus grandes manos hacia mí, tomó mi mandíbula y tiro de ella, haciendo girar mi cabeza.
Quizá no debí mirar sus verdes, grandes, manipuladores, penetrantes, perforadores e intimidantes ojos, que me hacían sentir más que vulnerable. Me hacían sentir que estaba muriendo por dentro. Su maldita mirada de súplica era tan manipuladora.
Y los dos lo sabíamos. Sabía que causaba ese efecto sobre mí. Sabía que, si me miraba intensamente a los ojos por -como mucho- tres segundos, iba a decirle todo.
<<Trágame tierra>> suplicó mi cabeza, mientras yo cerraba los ojos.
-¿Qué te sucede?
-Estoy preocupada, eso es todo. ¿Ya podemos volver? Quiero dormir.
-Volveremos en cuanto me digas lo que te pasa.
Mierda.
<<¿Ahora el capricho? ¿Ahora, Styles?>>
-Quiero dormir, Harry, llévame a casa. Mañana tenemos todo el día para hablar. Por favor.
-Me cuentas y nos vamos, es simple.
<<No lo haces simple>>
Quizás, tan solo quizás, si él no se hubiera puesto en su modo de “estúpido niño caprichoso” yo se lo hubiera dicho. Porque, después de todo, no tenía problemas en hacerlo. Yo solo se lo estaba ocultando para que no se preocupara o se ilusionara, eso era todo. Pero si el insistía… yo se lo HUBIERA contado.
Ya no. A caprichoso, caprichoso y medio.
-Bien -murmuré entre dientes-
Deslicé una de mis manos a la parte baja del asiento, hasta encontrar la pequeña palanca de metal negro. Tiré de ella empujando con la espalda hacia atrás, hasta que el asiento estuvo lo suficientemente inclinado como para dormir sobre él. Me quité la campera, la doble y la puse en la parte alta del asiento, de modo que la pudiera utilizar de almohada. Me acosté dándole la espalda a Harry.
-Buenas noches.
Lo escuché suspirar y golpear el volante. Estaba enojado.
Sonreí de lado; si él podía ponerme nerviosa, yo podía ponerlo enojado.
Y los dos lo sabíamos.