“El cuerpo no es más que un medio de volverse temporalmente visible. Todo nacimiento es una aparición.” -Amado Nervo
Unos minutos después de las nueve y cuarto de la noche llegamos a nuestro famoso punto de reunión; Gino’s. Nathan y Lucas ya estaban esperándonos, como siempre solían hacer, ya que nosotras llegábamos un poco más tarde de lo esperado.
-Hasta que llegaron. -dijo Lucas exhalando un suspiro-
-Espero que no se les haga costumbre. -comentó Nathan y ambos rieron-
-Ya se les ha hecho, créeme.
Entre comentarios sarcásticos y risas comenzó la velada. Rápidamente llego el mozo y nos entrego la carta. Pediría unos sorrentinos de jamón y queso con salsa blanca, lo que típicamente pedía cada vez que iba a ese restaurant. Sentía un ligero mareo, pero supuse que era por el calor, así que solo me dedique a abanicarme con la mano. Aunque, curiosamente, yo no tenía calor.
Veinte minutos después, el mozo volvió con nuestros platos y nos dispusimos a comer. Justo cuando apoyó el plato en frente mío, un dolor punzante atacó la parte baja de mi abdomen y tuve que retorcerme para tratar aminorar el dolor.
-¿Estás bien, ______________? -preguntó Alex poniendo una de sus manos en mi brazo-
-Sí, sí. -asentí- Sólo ha pateado… más fuerte de lo normal.
Me dispuse a comer los sorrentinos y traté de olvidarme de lo sucedido, porque sólo lograría preocuparme más. Me dieron dos punzadas más de dolor en menos de diez minutos, pero como el dolor no era tan fuerte, decidí volver a darlo por alto. Hasta que, justo en la mitad de la cena, otra punzante flecha de dolor insoportable atravesó mi abdomen por completo.
-Oh, mierda. -mascullé retorciéndome del dolor y miré mi gran estómago- Deberías dejar de patearme tan…
Me callé en cuanto sentí un líquido corriendo por mi pierna, que llegó hasta mi pie desnudo.
-_____________... ¿qué ha pasado? -preguntó Alex-
-Son contracciones… -murmuré-
-¿Qué?
-Son contracciones, Alex. -dije mirándola- Rompí fuente.
-¡Oh, santo cielo! -chilló mi amiga-
-¿Ya? ¿Tan rápido? -murmuró Lucas desconcertado-
-¡Si, Lucas! ¡Ya! ¡Llévenme a un hospital o me iré sola!
Nathan permaneció quieto en su silla, con la cara pálida del susto. ¡La que tendría que estar asustada era yo, no el!
-¡Vamos Nathan, mueve el trasero! -grito Alex-
Se levantó de la silla y tiró de mi brazo, haciéndome levantar al mismo ritmo agitado que ella.
-Ustedes quédense y paguen la cena, yo llevaré a _____________ al hospital.
-Vale, ya las seguimos. -dijo Lucas poniéndose de pie-
El mozo ya estaba parado al lado de la mesa con la cuenta y me dirigió una sonrisa justo cuando Alex tiró de mi brazo al grito de:
-¡Córranse todos, mi amiga va a tener su bebé!
-¿Quieres dejar de gritar? No hace falta que lo hagas, podemos salir. -replique-
-¡Es que estoy emocionada!
Salimos del restaurant y me subí dificultosamente al auto mientras sentía otra contracción.
-Espera. -dije inaudiblemente- ¡Alex, espera!
-¿Ahora qué?
-Tengo que… -me callé y asome la cabeza por la ventanilla- ¡Nathan! ¡Nathan!
Nathan corrió hasta el auto al escuchar mis gritos. -¿Qué sucedió?
-Harry.
-¿Qué con él?
-¡Llama a Harry, dile que estoy por tener al bebe! ¡Llámalo, ahora!
No se pondría muy contento de que fuera Nathan el que lo llamara, pero yo no podía llamarlo en esos momentos.
Alex condujo a la velocidad de la luz rumbo al hospital.
-Alex, quiero llegar viva, por favor. -dije clavando mis dedos en el asiento-
-Yo también, pero no quiero que tengas al bebé aquí.
-No… -interrumpí mi frase por el grito desgarrador que salió de lo más profundo de mi garganta al sentir otra contracción mucho más fuerte-
Y entonces me di cuenta de que no estaba lista. Nunca lo había estado. Joder, tengo veintidós años, no estoy lista para ser madre. Si quería, pero… ¡no podía! Tenía tanto miedo.
Llegamos al hospital y Alex bajó rápidamente dejándome sola en el auto. En unos minutos una enfermera llego con una silla de ruedas.
No podría explicar la cantidad de sentimientos que se juntaron en mí en ese momento. Pasaron desde miedo a alegría, de emoción a soledad. En ese momento, más que nunca, necesitaba a mi mama. Necesitaba a Harry.||
Me senté en la silla de ruedas con ayuda de Alex y la enfermera y me llevaron por los amplios pasillos hasta la sala de partos.
-El doctor estaba de turno, has tenido suerte. -comento la enfermera-
Sonreí débilmente y me aferré a la mano de Alex. -No quiero ir, tengo miedo. ¡No estoy lista!
-Cállate, todo saldrá bien.
-¿Me lo prometes? -gimoteé como una pequeña. Las lágrimas ya habían salido de mí-
-Te lo prometo. Vete, adiós.
Me sonrió una última vez y la silla de ruedas se deslizó ingresando a la sala de partos.