“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.” -Sam Keen
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La semana había pasado dolorosamente lenta. Pero ya era viernes por la noche, y era casi una tradición juntarnos todos a comer pizzas en alguna casa o en alguna pizzería. Esta vez, la sede de la reunión era la casa de mis padres. Normalmente éramos once, pero Lucas hoy no había podido venir, por lo que éramos nosotros diez. Esa cena semanal era todo un presupuesto.
-¿Y bien? -comentó Perrie sacando una porción de pizza- ¿Qué tal te ha ido con la bomba sexual de tu ex?
Zayn la miró de mala forma sin disimulo, pero ella lo suavizó todo tirándole un beso. El moreno entrecerró los ojos y le sonrió. Envidiaba la química que Zayn y Pezza tenían; estaba segura que ellos habrían tenido dos o tres peleas en su larga relación. Harry y yo nunca llegaremos a ser así, estoy segura.
Perrie recién se enteraba de que el lunes yo había visto a Nathan, por lo que no se dio cuenta de que no era el momento oportuno para preguntarme eso. Harry había estado muy tenso últimamente por ese tema y yo hacía todo lo posible por no tocarlo, por más que mañana tuviera que ir a verme con él, nuevamente. Harry había insistido en acompañarme y yo no me negué.
Reí abiertamente, junto con las chicas. -No lo sé. -me encogí de hombros- Supongo que sí.
-Estas embarazada, _____________. -añadió con un tono autoritario- No vayas haciendo locuras por ahí. -ironizó-
-Ya cállate. -le dije para luego soltar una carcajada- ¡Nathan es pasado! Si no fuera a comprar la casa, ni siquiera estaría viéndolo.
-No mientas solo porque está tu novio aquí.
Señaló desinteresadamente a Hazza y yo lo miré de soslayo, estaba riéndose. Le agradecí al cielo que no tomó esa broma como algo ofensivo.
La noche pasó volando y de lo próximo que me enteré es que estaba tirando las cajas de pizza a la basura, mientras Harry terminaba de apilar las sillas de plástico y acomodar la mesa en un rincón del quincho. Finalmente, ambos subimos a la habitación.
-Estoy molida. -murmuré tirándome en la cama de mis padres-
Hoy nos quedaríamos a dormir allí, así no teníamos que estar yendo y viniendo de la casa al departamento todo el tiempo. Había procurado ponerle las sábanas y un acolchado a la cama previamente, así llegaba y me acostaba a dormir directamente.
Harry se deslizó a mi lado y yo puse mis piernas cruzando sobre su torso. Una de sus manos comenzó a acariciar mi muslo pausadamente.
-Voy a dormirme si sigues haciendo eso. -murmuré inaudiblemente-
-Yo tenía pensadas otras cosas para esta noche...
Tiró de mis piernas desde mis muslos, obligándome a subirme sobre él.
Reí junto con él. -¿Ah sí? ¿Y qué tenías planeado hacerme?
Comencé a desabotonar su camisa casualmente con una sonrisa pegada en mi rostro,
sin una pizca de sensualidad.
-No lo sé. -dijo delineando con sus dedos todo mi cuerpo. Me estremecí ante su tacto- ¿Quieres averiguar?
-Si tú quieres, muéstrame. -accedí sonriendo provocativamente-
Y creo que en ese momento se desató toda la pasión que había guardado los últimos cinco minutos. Desabotoné los últimos botones de su camisa de un tirón y él se ocupó de deshacerse de ella en un movimiento rápido.
Sus manos tiraron de mis brazos, haciendo que me inclinara hacia él. Mis labios buscaron los suyos con casi desesperación, y se unieron en un beso urgente, lleno de deseo. Me quitó el vestido con delicadeza, haciéndolo desaparecer en algún lugar de la habitación.
Continuó acariciando mi espalda, mi vientre y mis piernas, mientras yo desabotonaba su pantalón. Giró sobre mí, dejándome debajo de él. Besó mi cuello con lentitud, un jadeo salió de lo más profundo de mi garganta, mientras sus besos subían lentamente por mi oreja, que mordió suavemente. Siguió dejando un recorrido de besos por mi cuello, mandíbula y mejilla hasta que retorno a mis labios.
-Te amo tanto, ____________. Eres perfecta.
Él era perfecto. Y ahí me di cuenta, que juntos, éramos perfección.