“Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.” -Pablo Neruda
*Narras Tu*
Apenas llegamos al departamento alrededor de las 5 de la tarde, me di una ducha rápida, me vestí un poco más formal: http://www.polyvore.com/cgi/set?id=110522810&.locale=es Hagan de cuenta que el pelo es rubio :p.y nos fuimos con Harry hacia la casa de mis padres. Mis tíos estaban haciéndose cargo de la venta de la casa, yo solamente debía ir a guardar todas las pertenencias de mis padres y llevarlas a algún lugar. Toda la ropa, la donaría a alguna asociación benéfica, excepto algunos lindos vestidos y zapatos de mi madre que siempre me habían enamorado, esos me los quedaría yo. En cuanto a los muebles y a los adornos, vería si podía dejar algo en el departamento y lo otro lo vendería. Mi madre no tenia joyas, ni teníamos pertenencias de mucho valor en la casa, simplemente éramos una familia normal, sin nada extravagante. Sería fácil vaciar la casa; todo se iría en un abrir y cerrar de ojos.
Llegamos a la casa alrededor de las seis. Ahí estaban mi tío y mi tía, la hermana de mi mamá.
-Hola tía -dije y ella me abrazó-
-¿Cómo andas ________?
-Bien, supongo -me encogí de hombros. Mañana iba a hacer una semana que habían muerto mis padres- ¿Y ustedes? -mi tío me rodeo el hombro con un brazo, después de haber saludado a Harry-
-Bien, un poco tristes todavía. ¿Y este chico, es tu novio? -dijo mirando a Harry y él sonrió, junto con ella-
-Sí, algo así -Harry me miro feo y yo reí- Si tía, es mi novio.
Mi tío y Harry se fueron hacia adentro de la casa, mientras mi tía seguía charlando de un par de cosas más conmigo. Hasta que tuvo que tocar el tema de mi malestar.
-¿Estas enferma, ________?
-No, ¿por qué?
-Estas muy pálida, cariño -dijo tocándome la frente- ¿Estás segura…?
-El lunes después de la universidad iré al médico.
-¿Te sientes bien?
-No, la verdad -hice una mueca- El sábado pasado comencé con vómitos. Literalmente, vomito todo lo que como. Solo puedo tomar jugo de naranja y comer tostadas. Y estoy muy muy sensible.
-¿Y no se te ocurrió ir antes al médico?
-Sí, pero no me gusta. Ya me conoces, soy igual a mamá, espero a que se me pase.
-Sí, pero llevas sin comer nada normal una semana, _________.
-El lunes voy, te lo prometo.
Ella rodó los ojos suspirando y yo reí y la abracé.
-Estaré bien. No seas pesada como Harry.
-Seguramente quiere que estés bien.
Asentí y entramos a la casa.
Me fui directamente a la habitación de mis padres. Me senté en la cama y respiré ese aire al perfume de mi mamá que siempre se sentía en esa habitación. Era menos intenso, pero quedaba el rastro del aroma. Las lágrimas comenzaron a saltar de mis ojos, hasta que comenzaron a caer como cascadas a lo largo de mis mejillas, empapándolas. Me acosté en la cama y miré hacia el techo, recordando las formas que mi papá y yo habíamos descubierto con las manchas de humedad. Eran pequeñas cosas que hacían que mis lágrimas salieran más y más fuerte.
Cuando pude calmarme, volví a sentarme y me fui al baño. Me soné la nariz y me lavé un poco la cara, pero tenía los ojos hinchados y tremendamente rojos, al igual que la nariz. Salí del baño y volví a la habitación. Comencé a sacar la ropa y a meterla en cajas, grandes cajas que mis tíos habían traído y dejado ahí para que yo comenzara a poner la ropa. La semana siguiente, cuando estuviera segura de que ya no quedaba más ropa por guardar, la llevaría a algún lugar para donarla. Harry había guardado en el auto una valija para que yo metiera lo que me llevaría al departamento y la había bajado del auto y luego depositado sobre la cama, al lado de las cajas. En la valija metí como cuatro o cinco vestidos de mi madre, después de probármelos, y tres pares de zapatos buenos que me encantaban. Guardé todos sus perfumes y demás cosas que ellos dos consideraban valiosas, todo eso quedaría en el departamento. Cuando más o menos terminé de guardar la ropa en las cajas y saque parcialmente las cosas más importantes para llevármelas, cerré la valija, la bajé de la cama y la llevé hasta mi habitación.
La última vez que había estado en mi casa me había llevado la mayoría de las cosas, pero aún quedaba algo. Casi todo era para tirar, así que lo hice, guardando un par de buzos más que habían quedado ahí, pero mi habitación ya estaba completamente vacía. Incluso la cama estaba sin hacer. Solo estaban el escritorio, la mesita de luz, el ropero y la cama, vacios, blancos, listos para ser vendidos.
Harry estaba ayudando a mi tío a subir todos los muebles a un camión de mudanzas, para llevarlos a un depósito que él tenía en la fabrica (el esposo de mi tía tenía una fábrica de resortes y había hecho un espacio en uno de los depósitos para todos los muebles, hasta que los vendiéramos). Y mi tía estaba sacando todos los cuadros y adornos, también metiéndolos en cajas para llevarlos al depósito. En la semana iríamos a ver todo eso para ver si nos quedábamos con algo en el departamento, aunque yo pensaba que lo único que sacaríamos de ahí serían los cuadros y adornos más antiguos, porque el departamento era nuevo y tenía todo lo que necesitábamos.
Encontré un viejo diario íntimo y me senté en el piso a leerlo. En eso vi que alguien entraba, pero no le di importancia, hasta que mi tía se sentó en el piso también, en frente mío.
-¿Paso algo? ¿Me necesitan? -dije mirando por sobre su hombro-
-No, no… solo quería hablar contigo sobre una cosa. Yo… me quedé pensando sobre esto -la miré confundida- Tu malestar, tus vómitos, que no puedes comer nada y que estas muy sensible.
-Yo siempre creí que era por la muerte de papá y mamá. Normalmente suelo deprimirme, pero ahora parece que me está cayendo peor.
-Mira, ________; yo no creo que sea eso precisamente. Si crees conveniente, no me contestes, pero tu… ¿eres virgen?
Mierda.
Mierda.
Mierda.
-Yo… -me retorcí en mi lugar-… no -sentía que mis mejillas estaban más que rojas, casi por explotar-
Mierda.
Mierda.
Mierda.
-Entonces… no quiero asustarte, pero es muy probable que estés embarazada, cariño.
-¿Qué? No, no puede ser yo…
Comencé a hacer cálculos, inútilmente, la cabeza no me daba en ese momento, estaba muy nerviosa. Luego recordé, esa noche, hacía exactamente dos semanas; Harry y yo habíamos peleado, luego nos reconciliamos y una cosa llevó a la otra. No se me había pasado por la cabeza, en ningún momento lo había pensado.
Mi período tocaba el jueves y ya era sábado, pero yo solía ser irregular. No podía ser, seguramente ya me estaba por venir.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
¿Y qué si no venía?
¿Y qué si estaba embarazada?