Capitulo 43

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Creo que hoy estoy algo sentimental, espero que abracen a sus mamis por mí.

Elisa Barbará Hamilton, 30 de Mayo de 1966

Lo sentí. Esa visión, tan diferente a las demás, fue tan solo unos segundos, pero fue suficiente para darme cuenta que era diferente. Y que él lo era.
¿Es que nadie se daba cuenta? Podía verlo, allí en Hogwarts dando discursos anarquistas sobre el regimiento del ministerio de magia actual, en contra de sus políticas, con su pequeño sequito de seguidores.
Cualquiera podría pensar que era solo otro estudiante mas...con otras políticas...como un Muggle inconforme con su gobierno. Pero no, Tom Riddle era diferente, algo oscuro se cernía sobre él.
Maldad Pura.
Debo impedir que regrese al colegio, Debo impedir que esa visión se cumpla. El volverá, con una apariencia diferente, buscando ser profesor de defensa contra las artes oscuras ¿irónico no?

Elisa Barbará Hamilton, 30 de Mayo de 1973

Todo se desató tan rápido. La guerra mágica se instauró en Inglaterra, comandada por el ahora llamado "Lord Voldemort", el clima cambió, solo hay tormentas y las calles están vacias, nos exiliamos del país con el propósito de protegernos pero nadie está a salvo. Solo nos resta esperar.
En cuanto a las visiones. Decidí dejarme guiar por mi instinto. Es algo que debo aprender a controlar, algo que debo enseñarle a mi hija, Evangelina solo tiene 13 años, y ya tiene visiones cortas.
La visión que tuve sobre Tom Riddle pude evitarla y luego de ello, las visiones disminuyeron. Hablé con Albus Dumbledore, el fue el único que me creyó sobre su llegada, el cree poder ayudarme, dijo que en el ministerio de magia se guarda un libro que tal vez podría ayudarme, que lo conseguiría para mí.
Y Yo creo en el, yo creo en Albus Dumbledore.

-¿llevarás ese libro?-preguntó el rubio quien estaba acostado en la cama de su habitación mientras Hannah guardaba sus cosas en un gigantesco baúl.
-Es importante para mí-respondió sin querer darle mayor importancia, acomodándolo entre sus tacones y su caja de pociones
-nunca te vi tan interesada en algo como en eso, ¿Qué clase de lectura es?-preguntó el con curiosidad nuevamente, ahora observando su baúl-últimamente estas más extraña de lo habitual, ¿piensas decirme en algún momento?-
Hannah movió su varita para que la ropa terminara sola de guardarse. Luego se giro hacia el ventanal algo pensativa.
Había tomado la decisión de que no era necesario esconderse con el rubio, después de todo, si él quisiera tomar el diario solo vería páginas en blanco. Pero ¿Qué tanto le podía confiar a él?
Esta junto a ti después de todo, sabe quién eres y lo que puedes hacer, de dónde vienes no cambiará nada. Dijo una vocecilla en su interior, la cual detestó al instante.
-Es un diario-respondió sin saber cómo explicarlo-creo que puede llegar a contener información de quien soy realmente...-
-¿Quién eres realmente?-interrogó el rubio sentándose para poder prestarle más atención a la joven. Tal vez la chica estaba pasando por algún momento difícil, algo así como una crisis de identidad o algo por el estilo.-Eres Hannah Hamilton, hija de Félix Hamilton-
-En la vida no somos solo Nombres y linajes Draco-respondió ella cansinamente, sentándose en el tocador y observándolo por el espejo-Quiero saber que soy realmente-
-Últimamente estas más sentimental-observó el levantándose y dirigiéndose a su silla
Ella solo permaneció en silencio, ahora observando a la nada, en su propio mundo de fantasía. Draco se dio cuenta, que era en esos pequeños momentos en los que podía ver a través de ella, finalmente estaba comenzando a resquebrajar esa coraza que había puesto al mundo, y solo la exponía ante él, y eso lo hacía sentir de alguna manera extraño.
La voz de Blaise sonó en su interior, diciéndole que eso que impulsó sus manos para acariciar sus hombros en señal de apoyo fue el amor que sentía por ella. Pero aun así no quería creerlo.
El amor era algo que nunca había sentido en su vida, solo su madre era quien tenía un vínculo de ese tamaño con él, y aun así era muy distinto a lo que muchos describían. Y a lo que él sentía por Hannah. Y lo que en ese momento sentía era la necesidad de reconfortarla, de quitarle esa frustración que ella tenía y de resguardarla de las manos del señor tenebroso. Porque ella era algo demasiado valioso y bello como para dejarlo destruirla.
Hannah reaccionó ante su tacto llevando los ojos hacia el al instante. Y respiró hondo intentando calmar sus pensamientos. Quería evitar aquello, quería evitar sentirlo, como todas las emociones las cuales había reprimido a lo largo de su vida, como todos esos sentimientos que aun no dejaba salir de su interior.
Y sin embargo su coraza flaqueó y llevo sus manos hacia las de él que aun descansaban en sus hombros. Se miraron unos segundos a los ojos, a través del espejo, hasta que ambos fueron invadidos por la incomodidad.
Draco sonrojado, retiró lentamente las manos de ella, como una tímida caricia, y miró hacia otro lado, ahora con una mueca como si intentara esconderlo con rapidez.
-Te estás volviendo loca-dijo ahora para romper el silencio-no puedes llevar ropa Roja, iras a Slytherin-señaló la chaqueta de cuero de dragón sobre todas las demás prendas.
-No te quejaste cuando guardé mi ropa interior de ese color-respondió ella levantándose finalmente y cerrando el baúl con magia. Ambos evadirían el momento de tensión creado. El rubio soltó una risa divertida mientras la joven llamaba a un elfo domestico-¡Ruffi!- el elfo apareció con un ¡Plop!, temblando ante la presencia de la jovencita-lleva el baúl al Carruaje, y revisa que no se estropee nada, tiene cosas valiosas dentro-pidió con indiferencia la pequeña criatura.
El elfo desapareció llevándose el enorme baúl con él, dejando a ambos jóvenes en la habitación.
-¿Cómo es Slytherin?-preguntó nuevamente rompiendo el silencio de la habitación, sentándose en la cama.
- es la mejor Casa de todas, tiene vistas al lago negro, con grandes ventanales donde vez nadar a las criaturas que habitan allí -respondió el sentándose al lado suyo, inundándose de nostalgia- las mazmorras son heladas, pero la sala de Slytherin tiene una gran chimenea que alimenta de calor todo el lugar-
-Espero no tener que compartir habitación-dijo mas para ella misma que para él, imaginándose en una habitación compartida con Parkinson y su sequito de perdedoras-o mucha sangre pura va a desperdiciarse en ese lugar-
-Hamilton, estás hablando con el príncipe de Slytherin en persona-exclamó el señalándose a sí mismo como si fuera algo obvio-soy la realeza allí, y si te quiero todas las noches en mi habitación privada vistiendo ese conjunto rojo, obtendré mi cometido, después de todo, Soy Draco Malfoy-una sonrisa traviesa se corrió por su rostro mientras le guiñaba el ojo a la chica para salir de la habitación, ahora no tendrían que esconderse de nadie, sería mucho más divertido en Hogwarts.

Un Mortifago Angelical - Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora