Epilogo parte 3

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Habían pasado unas horas desde que el rubio salió de la habitación.
Su cuerpo se sentía distinto a lo que recordaba. Era como si fuera más liviano, o tal vez era por qué lo último que recordaba era estar en un estado deplorable escapando de los autores.
Se observo con curiosidad en el espejo. El cabello trenzado como su madre solía hacerlo le caía rubio sobre su hombro derecho. El resto de su cuerpo parecía ser igual pero ligeramente cambiado, tal vez envejecido un poco ¿Cuánto tiempo habría pasado?
¿Que había ocurrido?
-no puedo creer que seas tu- dijo una voz desde el marco de la puerta. Narcissa Malfoy sostenia algunas telas en sus manos, acompañada de su elfa quien la miraba curiosa. La mujer se encontraba notablemente más anciana (aunque si se lo decía seguro la hechizaria)- supe al verte que lo eras ¿Eres real?- sus ojos estaban cristalinos, y su voz temblaba levemente.
Hannah llevo su vista al frente, nuevamente al espejo.
-no soy un invento de tu mente- dijo esta vez, acariciando la cicatriz de su cuello
Narcissa sonrio dejando las telas a su elfina quien las puso en el guardarropa. Y se colocó detras de Hannah en el espejo, observándola con una sonrisa y poniendo sus manos sobre sus hombros.
Hannah no pudo hacer más que observar en el reflejo de Narcissa, el collar que ella llevaba.
- gracias -fue lo que Hannah dijo luego de un minuto de silencio
-¿Por qué?-pregunto la mujer mirándola confundida
-ella... dijo gracias-
No supo por qué lo dijo, pero sentía que era su deber informarselo. Sabia que donde quiera que Evangelina este, estaba muy agradecida con Narcissa por todo lo que hizo por ella. Y era su deber decírselo.
Narcissa no pudo contener las lagrimas, Hannah volteo a ella y la abrazo por primera vez, como si de su madre se tratara. Y Narcissa no pudo controlar su llanto.
-lo siento....-dijo entre sollozos incapaz de hablar por la emoción- no pudimos hacer nada... No lo pudimos detener...-
-no debían detenerlo, así estaba escrito que sucederia, lo supe desde el primer dia- le respondió Hannah serenamente mientras se separaba de la mujer, quien rápidamente se limpio las lágrimas observándola con una sonrisa.
-pero ahora estás aquí, es lo importante- murmuró con emoción mientras la veía a los ojos, acariciando la trenza que caía en su hombro.
- y que bien me queda el rubio ¿Verdad?- pregunto con una sonrisa traviesa la joven volteando nuevamente al espejo, dándole un momento a Narcissa para recobrar la compostura- aunque todo me queda bien la verdad- observo como debajo de su ropa algo sucia se asomaba el tatuaje en su espalda, ahora era un poco más opaco, había perdido el color con el paso del tiempo.
Narcissa soltó una risa nerviosa mientras la joven se inspeccionaba el cabello. Eso le había recordado en parte a su hijo, quien seguramente solo podía estar en un solo lugar.
-te traje algo de ropa, la tuya la guardamos aunque no creo que te quedes pero tengo algunos vestidos de cuando era joven...-

El rubio salió de la habitación de la joven con la respiración entrecortada. Era imposible lo que sus ojos veían. ¿Ella estaba viva? ¿Cómo? ¿Por que luego de tanto aparecía asi?
Solo había un lugar donde podía ir, uno que había visitado durante 19 años.
Recorrió la mansión con paso apresurado, incapaz de pensar hasta confirmar todo.
Recorrió los jardines y se perdió en el bosque trasero de la mansión, donde nadie podía llegar.
Donde se encontraba la tumba de Hannah Hamilton.
Tropezó levemente con una rama en el camino, era difícil llegar, pero lo necesitaba.
Recordaba cuando bajó de su habitación con su diario en la mano como si hubiese pasado hace a penas unos instantes. La desesperación al ver a ese hombre quien lloraba desesperadamente sobre el cuerpo de su hija.
Había escuchado a su padre ir tras el, lanzando una maldición imperdonable a Félix, quien cayó inerte junto al cuerpo de la joven.
Y ella, completamente pálida, con una profunda herida en el cuello, la cual sangraba a montones. Y el resto extrañamente en paz. Pálido, y sin vida.
El estaba ahí.
El la vio fallecer.
Esto no podía ser real ¿O si?

La lapida entro en su campo de visión. Y sus letras en ella.
Hannah Hamilton, amada por todos.
A su alrededor varias flores de diversos colores. Con el pasar de los años Narcissa se había encargado de mantener el lugar completamente hermoso.
Pero eso no le importaba ahora. Con un hechizo de su varita, levanto la tierra bajo la lapida, dejando los restos junto a ella y a la vista un cajón negro y dorado, con dos letras H en el medio.
Sus manos temblaron. ¿Y si ella estaba allí?
Tenía que saberlo.
Levanto sus manos nuevamente, y con un movimiento de varita destapó el cajón que a sus pies estaba.
Y la verdad llego a sus ojos. El cajón estaba vacío.

Ya era media noche cuando la encontró en su antigua habitacion, ella no había salido de allí en todo el día.
Se encontraba arrodillada a los pies de la cama, intentando levantar el piso en donde una vez yacia su diario.
-no está ahi- fue lo que dijo el rubio incapaz de mantener el silencio, necesitaba escucharla. El traía en sus manos el diario que había guardado con tanta nostalgia.
Los ojos de Hannah se dirigieron a sus manos dónde el libro se encontraban.
- espero que no te moleste que lo haya leído, aunque técnicamente estabas muerta ¿Por qué habría de molestarte?- dijo el rubio en tono nervioso mientras se acercaba a dárselo. La joven se levantó del piso alisando la falda del vestido que Narcissa le había dado.
Ella lo miro nuevamente. El estaba admitiendo creerle.
-no te preocupes, yo también hubiera hecho lo mismo- respondio con una leve sonrisa y ojos entrecerrados- admito que me da algo de vergüenza pero fingiremos que nada paso y ya-
Ambos rieron levemente mientras la tensión en el ambiente se disipaba, la joven se sentó en la cama con el libro en la mano y el rubio la siguió, mirándola muy de cerca.
-¿Lo sabías?- pregunto luego de un momento- ¿Sabías lo que pasaría cuando no entraste a la mansión?-
-lo supe desde que nos vimos por primera vez Draco, así debía ser-
-¿Así debía ser? ¿Y de que sirvió? Potter ya había ganado, por fin estábamos juntos, podríamos haber tenido otra vida...- respondió ahora molesto, levantándose rápidamente de la cama, caminando en círculos frente a ella- ¿Que era más importante que todo e...?-
-¿Padre?- pregunto un niño rubio desde el otro lado de la puerta. Ambos de quedaron en silencio.
La vista de Draco se dirigió a ella antes de abrir la puerta. El chico era igual a su padre. Tenía mirada preocupada ya que desde la tarde no lo veía.
-¿Todo está bien?- pregunto algo cohibido. Nunca había visto a la mujer que estaba sobre la cama, no la conocía. Y era extraño ver a su padre con alguna que no sea su madre o Narcissa. El cuidaba mucho ese aspecto ante su hijo.
-si hijo- Hannah se levantó mirando al rubio menor frente a ella- Hannah el es...-
-Scorpius Malfoy- lo interrumpió ella con una sonrisa-eres igual a como te recordaba-
A Draco se le cortó la respiración. ¿Cómo sabía ella su nombre? Había hablado claramente con Narcissa antes de salir, pidiéndole que mantuviera a los niños lejos de ella.
-¿De que hablas?- pregunto el hombre viendo cómo la rubia se agachaba a la altura del niño. Quien la miraba confundido
-soy Hannah, soy una antigua amiga de tu padre- volteo a verlo ligeramente y le guiñó un ojo- hace tiempo no nos veiamos-
-¿Me conoces?- pregunto el niño sorprendido
-yo le conté de ti- respondió el padre por ella, tomando a su hijo del hombro y sacándolo de la habitación- ve a ayudar a la abuela con la comida, bajaremos en unos minutos- el niño asintió, dándole una última mirada a la joven y retirándose por el pasillo algo desconfiado.
Draco cerro con fuerza la puerta de la habitación.
-habla- ordenó fríamente. No me importaba quien fuera ella, su hijo era su tesoro más preciado, y le provocaba desconfianza saber que ella tenía información sobre el
-dijiste que lo habías leido- respondió ella señalando el libro sobre la cama
-lo hice, había visiones, la mayoría relacionadas conmigo...-
-no todas- respondió la rubia tomando el libro y parándose frente a el, leyendo las primeras paginas.

Tenía 4 años cuando lo supe. Cuando la visión de mí misión llego a mí . Un niño, corriendo en el patio de la mansión de los Malfoy, jugando con los pavos reales. Su cabello rubio brillaba bajo el sol de verano. El niño sonrió mirando a el bosque donde otra niña se encontraba, esa era yo, incapaz de saber que el podía verme. El niño saludo y corrió dentro de la mansión, ante el llamado de la madre.

-Creí que hablas de mi- dijo el rubio sentándose en la cama con mirada ausente- creí que era mí madre-
-mi vida no gira en torno a ti ¿Sabes?-pregunto la joven con gracia cerrando el diario- si te lo decía, jamás hubiera sucedido-
-los Greengrass decían conocerte- dijo el un momento de silencio despues- ellos dijeron que los ayudaste a esconderse ¿Todo fue por el?- pregunto pensativo el rubio mirando la puerta de la habitación.
- desde el principio fue el - respondiste seriamente- tu hijo fue destinado para grandes cosas Draco, ¿O me equivoco? -
Y Draco recordó ahora, todo lo ocurrido un año atrás con su hijo y el hijo de los Potter en Hogwarts.
- así es- respondió el sin saber que decir
Su hijo y el hijo de Potter habían salvado el mundo mágico de la amenaza de la hija del señor tenebroso y Bellatrix Lestrange. Delphini riddle.

Fin.

Un Mortifago Angelical - Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora