Seis

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La habitación donde dormía Plisetsky no tenía rastros de él

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La habitación donde dormía Plisetsky no tenía rastros de él. Su compañero de cuarto, un adolescente chino, pegó un salto cuando Otabek aporreó la puerta en busca del chico. Se había visto igual de sorprendido cuando ambos descubrieron que no estaba en el cuarto, y tampoco había usado su tarjeta magnética para acceder por las puertas.

Otabek le dio las gracias apresuradamente y salió. Quiso golpear la pared con sus propios nudillos de la impotencia. Tan cerca, otra vez. Se le había escurrido de las manos.

Shanghái era una ciudad enorme para empezar a buscar. No pretendería tener la suerte que tuvo en la Ciudad Subterránea, dónde vivían poco menos de unos cuantos miles de personas. Allí había millones, eso si es que Yuri no había abandonado la ciudad todavía.

Tuvo una idea. Así como él estaba persiguiendo al joven Plisetsky, este había ido persiguiendo a Viktor Nikiforov. Comprendió que la mejor forma no era atacar en los lugares que Yuri se supondría que estaba sino esperarlo en los lugares que pretendía ir.

Y todos apuntaban a un mismo destino.

Agradeció tener un teléfono móvil y comenzó a investigar. Viktor no estaba en China por lo que veía, sino en Japón. Yuri no tendría el tiempo ni el dinero probablemente para aventurarse en un repentino vuelo al país insular. Seguramente planearía su ruta antes de encaminarse.

¿A quién engañaba? Plisetsky era el ser más impulsivo que La Tríada podía haber contratado, así que seguramente ya se había hecho con un asiento de avión con destino a Tokio. Así que su destino sería rastrear todos los vuelos Shanghái-Tokio y correr a inspeccionar todos los aeropuertos. Una idea estúpida considerando que aquella ruta tenía más de veinte vuelos diarios.

Inspeccionó en internet un rato más, y dio con el perfil del marido de Viktor. Era un joven japonés llamado Yuuri Katsuki. El chico se veía dulce e inocente, bastante diferente al Viktor que Otabek recordaba de su universo. No había rastros de Yuri, por lo que en este mundo no debían estar emparentados.

Una foto llamó su atención. Era de hace tan sólo un día, y se podía ver a Yuuri abrazado a una niña idéntica a él. Al frente, tomando la fotografía, estaba Phichit Chulanont, quien en su universo también trabajaba en La Tríada. Algo allí lo hizo sentir ansiedad. En el pie de foto rezaba: ¡Estupendas vacaciones en Shanghái con el tío @phichit+chu!

Y arriba de la fotografía, la ubicación automática al publicar una foto. Indicaba un café que estaba un poco alejado de la residencia universitaria, pero al que podría llegar en metro tranquilamente. Otabek ya había estado en Shanghái, en un universo muy similar a este.

Te tengo, pensó.

* * * *

En el camino al café, Otabek descubrió que él y Phichit eran amigos en facebook. Punto a favor. Y, gracias a la aplicación con la base de datos de los estudiantes universitarios, pudo dar con un domicilio.

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora