Vivimos en un multiverso; un entramado de miles de burbujas donde universos paralelos conviven entre sí. Los viajes entre dimensiones han sido probados científicamente y están regulados por un ente llamado La Tríada, que no solo controla el Multiver...
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Algo le decía que Yuri estaría en la fiesta del teatro La Fenice. Quizás era porque una reunión de tal magnitud era muy propensa a que ocurrieran problemas. Y a Yuri Plisetsky le encantaban los problemas.
Había conseguido una simple máscara del médico de la peste, con un pico alargado que cubría la mitad de su rostro, gracias a la ayuda del JJ de ese universo y su novia. Otabek le había caído de maravillas, y le comentó que seguro se verían en la fiesta del Dux ya que Christophe, el conocido con quien debía encontrarse, también estaría allí.
Y no podía ser una coincidencia que aquel chico suizo, Christophe, fuera el joven que acompañaba a Viktor en aquel universo neoyorquino con matices de los años 20.
No se equivocó que Yuri estaría allí. Bebía ansioso de una copa mientras escuchaba a Viktor hablar. Viktor Nikiforov. Una vez más Yuri se le había adelantado, pero veía sus intentos de encontrar a su hermano frustrados una vez más.
Al grupo se le sumaron unas cuantas personas. Entre ellos estaba Christophe y también la feliz pareja. Otabek debía aprovechar para atrapar a Yuri.
Entonces tuvo una idea. Yuri escaparía cada vez que viera el Pájaro de Fuego de Otabek, pero él podía fingir que simplemente era un chico de aquel mundo que buscaba relacionarse con un hermoso joven. Sí, Yuri era hermoso de una forma abrumadora y salvaje, como la de un tigre que acecha en la oscuridad a su presa.
No sabía muy bien cómo funcionaba aquel mundo y si la homosexualidad -o más bien indicios de ella- era algo aceptado. Había muchas parejas que se componían de personas del mismo sexo y que bailaban entre sí sin recibir ni una sola mirada incriminatoria del resto. Otabek lo tomó como un pie para avanzar.
- ¿Quieres bailar? -preguntó firme, estirando su chaqueta con el puño, para tapar el Pájaro de Fuego que llevaba atado como una pulsera- Te he visto muy sólo.
Yuri no dijo nada, sólo le dedicó una mirada alarmada, a pesar de que su boca y cejas estaban fruncidas. Buscó a ver si había un Pájaro de Fuego escondidos en Otabek, pero él sabía que no podría verlo. Tampoco vería en su mirada la amenaza, porque Otabek simplemente alejó los pensamientos de que Yuri era criminal, y se quedó con la sola idea de que era la persona más atractiva en aquella fiesta.
- No tengo muchas ganas -dijo con brusquedad-. Además tengo cosas que hacer, vete a flirtear con otro.
- Pero es que no he venido a flirtear. Sólo pido una simple canción -respondió tratando de parecer sorprendido-. Yo también estoy sólo esta noche, y simplemente parecías ser buena compañía.
El rubio apretó los labios, dudoso. Otabek sentía que una gota de sudor le corría por la espalda.
- Una canción -masculló, alzando un dedo.
- Haremos que valga la pena -dijo Otabek sin sonrisas pero con los ojos iluminados.
La música era alegre. Otabek agradecía haber podido hacer música como programa cultural de la Interpol. Si bien su mayor especialidad y amor era el violín, los músicos solían ser adiestrados en las finas artes del baile.