El beep del microondas lo entusiasmó de repente. Acababa de llegar a casa después de un largo día de trabajo en la oficina y Giulietta, su mujer -con la que llevaba casado apenas dos años- se encontraba de vacaciones con sus amigas en la costa amalfitana. Sacó el pollo recalentado y se sirvió unos cuantos vegetales con aceite de oliva para acompañar. No era un platillo gourmet, pero el hambre lo hacía sentir como si fuera un verdadero manjar. Junto con el plato y una jarra llena de espumante cerveza belga se sentó a ver el partido de futbol del día.
Celestino era un hombre de gustos simples. O al menos eso le gustaba decir a sí mismo para sentirse mejor persona.
Jugaba el clásico italiano, la Juventus y el Inter de Milán, siendo el primero de ellos el club al que él pertenecía. Le encantaba gritar por los goles, maldecir a la madre del árbitro y también arrojar el control remoto por la furia, todo mientras se bebía animadamente la cerveza, echado en su lujoso sofá de cuero. De hecho, todo en la casa se veía demasiado lujoso.
Desde el televisión de 120 pulgadas y pantalla curva hasta la moderna araña en el techo, de un estilo del siglo XVI pero con detalles contemporáneos, sin contar las baldosas de porcelanato que probablemente cada una costaban lo mismo que el sueldo mensual de una persona de clase baja con el que alimentaba a su familia.
Con los años la fortuna no había hecho más que incrementar cada vez más. Ya ni siquiera podía llevar la cuenta de todas las libras que entraban a sus bolsillos por año a causa de la infinidad de cuentas bancarias clandestinas que tenía escondidas en paraísos fiscales como Liechtenstein o Mónaco. No es que el fisco británico lo persiguiese para el pago de impuesto pero Celestino no quería tener más problemas.
Aunque los problemas casi parecían pasar de él desde hacía nueve años, ¿o eran diez? Ni siquiera lo recordaba con claridad porque no le importaba demasiado. Hacía tanto tiempo que Celestino había destruido las vidas de todos esos niños -porque sí, solo habían sido niños comparados con la trayectoria que él tenía-, de los cuales algunos ni siquiera recordaba cómo se llamaban o por qué los había condenado en primer lugar.
Muchas veces se hallaba preguntando en qué momento se había tergiversado todo en su vida. Celestino había nacido y sido criado como un chico de clase alta pero solía repudiar algunas costumbres clasistas de su familia. Solía tener un gusto austero y el dinero le daba igual porque no tenía ni idea en qué gastarlo.
Podía decir que todo había comenzado con La Tríada. Cuando se alió a Lilia y Yakov para crear una compañía que buscaba superar los límites conocidos del ser humano pero con el tiempo lo único que habían conseguido era traspasar los límites de sus bolsillos.
El partido finalmente acabó y decidió irse a dormir temprano. Cuando Giulietta estaba en casa no podía dormirse temprano. Su joven esposa de veinticinco años era muy activa y siempre quería incitarlo a tener un pequeño encontronazo de pasión antes de sucumbir ante el sueño, para ir a la cama relajado y comenzar el próximo día con una sonrisa. Ciertamente, no se encontraba extrañándola.
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Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICE
FanfictionVivimos en un multiverso; un entramado de miles de burbujas donde universos paralelos conviven entre sí. Los viajes entre dimensiones han sido probados científicamente y están regulados por un ente llamado La Tríada, que no solo controla el Multiver...