Treinta y seis

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            Pocas horas después de que Yuuri gritó sobre el avistamiento de la Isla Errante el barco finalmente atracó en un islote cercano

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Pocas horas después de que Yuuri gritó sobre el avistamiento de la Isla Errante el barco finalmente atracó en un islote cercano. No era muy sensato aparecer en otro buque pirata en una isla enemiga.

- Capitán -llamó el Leo de aquel mundo a Phichit- ¿me recuerda qué puede haber aquí qué a usted le interese?

- Leo, tu trabajo no es hacer preguntas. Tu trabajo es cuidar nuestro barco porque eres el segundo al mando.

El chico suspiró. Otabek pensó que no se parecía en nada al extravagante Comandante Leo, y aquel pensamiento le hizo extrañarlo un poco. El multiverso llevaba las relaciones y amistades a distancia a un nivel totalmente nuevo.

Lo que lo hizo pensar a su vez en Yuuri. El chico quería encontrar a Viktor a como dé lugar pero ¿serviría de algo su búsqueda? Su relación estaba un poco condenada al fracaso.

Sacudió sus pensamientos. No le gustaba que la mano malvada y manipuladora de los Crispino se metiera en su mente.

Al final fueron siete los que viajaron a la Isla Errante. Nadie confiaba mucho en Christophe luego de que el Príncipe tomara posesión de su cuerpo, y los Crispino no querían meterse en muchos problemas. Otabek agradeció aquello.

Tomaron dos botes grandes y partieron.

La noche ya había caído y, gracias a la claridad del agua, Otabek pudo ver toda la bioluminiscencia del fondo. Desde algas azuladas, pasando por corales de todos los tonos hasta peces que brillaban como pequeñas linternas. JJ se veía como un niño pequeño y Mila chillaba emocionada cada vez que uno de los coloridos animalitos pasaba por su campo de visión.

Otabek también disfrutaba, silenciosamente, del espectáculo. Tenía que dejar de dar todo aquello por sentado a causa de su irreversible tristeza.

Los botes atracaron con sigilo en una parte frondosa de la isla. El grupo se metió en la espesa jungla buscando la caverna dónde Georgi podría esconderse. Su barco negro estaba atracado al otro lado de la isla y sería tonto pensar que no habría piratas por todo el perímetro.

Todos tenían en alto sus pistolas, en busca de una amenaza que parecía no llegar. Otabek sabía demasiado bien que las cosas que se veían muy fáciles era porque estaban a punto de irse al diablo.

- ¿Y si nos separamos? -propuso Mila- Cubriremos más terreno.

- Muy bien -respondió JJ y de repente tomó de los hombros a su compañero coreano-. Yo me voy con Seung-Gil. Lo siento, Otabek, pero hay que elegir estratégicamente.

- No nos vamos a separar -espetó Yuuri-. Estar solos nos haría perder la cabeza.

Siguieron su camino, entonces.

Entre tanto caminar, se toparon con una serie de peñascos que estaban unidos por un puente que se veían bastante débil. De fondo había una cascada que alimentaba un río que tenía una feroz corriente hacia el mar. Una caída al fondo de él era también un boleto directo a la muerte.

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora