Cuarenta y seis

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El mundo futurista era mucho mejor de lo que se había imaginado

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El mundo futurista era mucho mejor de lo que se había imaginado. Había llegado a una Almaty que estaba a años luz de la suya en cuanto a modernidad. Vivía en la cima de un rascacielos de más de setenta pisos. Todo se activaba con sensores biológicos, ya sea escaneando sus retinas o huellas dactilares.

Lo más increíble era la moda del momento. En algún punto de ese fantástico universo los vestuarios del día y de la noche se habían visto totalmente invertidos: a la luz del sol la gente usaba todos los brillos, cristales y colores chillones que tenía a su disposición; cuando la luna salía usaban chaquetas y pantalones negros, como si quisieran fundirse con la oscuridad. Era una moda más bien andrógina; a nadie le importaba realmente si lo que usaban correspondía al otro género. De hecho parecía que nadie se guiaba por las normas de género para vestir.

Otabek tenía un tatuaje que comenzaba en su mandíbula y se extendía por el cuello hasta la parte izquierda del pecho. Era algún diseño tribal y de patrones kazajos que para él no significaban mucho realmente. También tenía la oreja perforada y un undercut mucho más pronunciado: a los costados no tenía un solo atisbo de cabello.

Pero eso no era lo más increíble de todo: había descubierto que JJ era su roommate.

Mientras Otabek admiraba su extraño físico en ese mundo sintió un ruido de vasos estrellándose en el suelo de la cocina, seguido de unos cuantos insultos. Encontró a JJ bajo una pila de vajilla rota. Tenía el cabello rapado de un lado y del otro le crecía abundante hasta abajo del mentón. Su piel estaba muy bronceada y tenía un pequeño tatuaje de una rosa en uno de los pómulos.

-¿JJ? -preguntó con sorpresa.

-¡Otabek, que alivio verte! ¿Me ayudas a levantarme sin que me corte mi bello cuerpo?

Suspiró y le tendió una mano. JJ también estaba usando las ropas oscuras de las que Yuuri les había advertido antes de que partieran, por lo que dedujo era de noche.

-¿Nos vamos a comprar unos boletos a Tokio, entonces?

-Debo hacer una cosa antes.

Abandonó a JJ en la cocina y se metió en el cuarto que más parecía ser el suyo. Estuvo husmeando un poco entre sus pertenencias hasta que descubrió una especie de tableta portátil que seguramente cumpliría las mismas funciones que un teléfono.

Puso la yema de su dedo índice sobre la pantalla y un enorme holograma se encendió, desplegando un muy variado menú de actividades. Seleccionó la búsqueda de personas en red.

-Mencione o escriba con su teclado el nombre de la persona que está buscando. Cualquier dato adicional ayudará en la velocidad de la búsqueda -dijo una mecánica voz femenina.

-Yuri Plisetsky. Rusia -respondió Otabek con voz firme.

-Buscando.

Un montón de rostros pasaron con gran velocidad también en versión holograma. Apenas Otabek notó que JJ había entrado en el cuarto y miraba embelesado el espectáculo.

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora