Vivimos en un multiverso; un entramado de miles de burbujas donde universos paralelos conviven entre sí. Los viajes entre dimensiones han sido probados científicamente y están regulados por un ente llamado La Tríada, que no solo controla el Multiver...
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No podía terminar de decidir si Leo le parecía una amenaza o simplemente era un loco atolondrado. La segunda era más probable.
Estaba la opción de que se equivocara horriblemente. Este Leo podría ser el Príncipe o cualquiera de sus esbirros, o quizás era el Leo de la Tríada que había resultado ser un traidor.
Pero en el fondo sabía que no era más que un simple chico en busca de acción. No dejaba de ser la mejor -y también única- chance que tenían de llegar a la órbita venusiana.
- Esto es demasiado bueno como para ser de verdad -exclamó JJ- ¿acaso eres un ángel enviado por Dios?
- Soy un demonio vestido de ángel de acuerdo con lo que mi novio dice. Es solo que no puedo mantenerme alejado de las aventuras. Y aquí no me dejan salir de misiones así que los llevaré a donde quieran.
- ¿Cuánto tomaría llegar a la órbita de Venus? -inquirió Mila de brazos cruzados. Leo hizo como que pensaba.
- Mmm, considerando que estamos en una base lunar podría tomarnos una semana si vamos a máxima velocidad.
Una semana. Otabek quiso llorar. Podía soportar siete días si eso significaba que llegarían con Viktor. Si ese Leo resultaba ser un problema entonces ellos tres podrían encargarse de él y tomar posesión de la nave.
Mientras tuviesen al menos una parte del trayecto hecha a manos de alguien que sabía lo que hacía no podía quejarse. El espacio era algo a lo que ninguno de ellos se había enfrentado nunca y ni siquiera tenían vagos conocimientos de él. Diablos, la última película espacial que había visto era Star Wars cuando no tenía más de diez años en Kazajistán. Y tampoco era referencia de nada.
- Llévanos a tu nave -pidió Otabek, aunque estaba seguro que sonó más como una orden.
Leo hizo una sonrisa divertida. Deseaba no estar equivocándose con él.
* * * *
El hangar estaba tenuemente iluminado, y Otabek agradeció eso porque si tenía que ver todas esas naves con más detalle se habría vuelto loco.
Venían en diversos tamaños, formas y colores: rectangulares, ovoides y trapezoides; negras, azules, blancas y plateadas; del tamaño de dos mansiones o del tamaño de un avión de cabotaje.
JJ miraba fascinado a todos lados y Mila no se quedaba atrás. Señalaban emocionados a los épicos nombres que iban pintados en los costados de cada máquina: Torpedo 223, Venganza de Saturno, Huracán Catrina 17, Relámpago, Odín, Cazameteoros.
Leo se detuvo delante de una bonita nave con forma de trapecio, de color gris oscuro y con luces recubiertas por un cristal verdoso. Se veía bastante imponente, casi del tamaño del Airbus más grande que existía en su mundo. El único problema que estaba haciéndole demasiado ruido...