Nueve

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El Pájaro de Fuego no hizo absolutamente nada en cuanto apretó los comandos

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El Pájaro de Fuego no hizo absolutamente nada en cuanto apretó los comandos. Cliqueó el suave botón casi cinco veces antes de aceptar la realidad de que él no existía en el universo al que Yuri había ido. No había nacido, lo cual era un poco devastador, o había muerto a una corta edad. Y eso era aún más deprimente.

Así que pegó un salto a uno de los universos programados. Vaya sorpresa se llevó al ver el lugar.

Claramente era Nueva York. El Empire State se alzaba en todo su esplendor, justo al frente de Otabek. La gente iba y venía, sus parloteos en un inglés muy diferente al que escuchaba en Londres.

Pero había algo que no encajaba completamente en la jungla neoyorquina. Las ropas eran muy distintas, llenas de vestidos brillantes hasta las pantorrillas, elegantes trajes con chaleco y una diversidad de sombreros. Los hombres llevaban sus rostros rasurados, algunos con un simpático bigote para adornar. Las mujeres tenían el cabello corto, mientras fumaban unos largos cigarrillos.

Ya había visto esto antes. En películas, en libros. Eran los felices años locos. La década de 1920. Lo cual era imposible, puesto que actualmente estaba a solo un año del 2020, exactamente cien años luego.

Aquel universo debía moverse a una lentitud casi increíble. Si bien había estado en universos mucho más atrasados, como por ejemplo en uno donde los vikingos todavía caminaban, fue mucho más impactante esto. Mucha gente de los años 20 había estado viva hasta hacía poco tiempo en su universo. No era algo que se sintiera lejano e irreal.

Se preguntó si los eventos se habían dado de igual forma que en su mundo. Si no se equivocaba, la Primera Guerra Mundial debería haber azotado hacía menos de una década. Todo se veía pulcro e impecable, como una verdadera puesta en escena de la época.

El mismo Otabek estaba ataviado para la ocasión. Vestía unos pantalones de vestir negro, una camisa blanca con tiradores y sus puños estaban arremangados. Incluso llevaba un cigarrillo a punto de consumirse en sus dedos. Él odiaba los cigarrillos.

Yuri no estaba en este universo. Quizás ni siquiera vendría a este cuando terminara en el que estaba. Ahora que estaba en posesión del Pájaro de Fuego de Otabek, las cosas se pondrían difíciles.

Esperó unos minutos. Ni siquiera sabía para donde ir. No existían los teléfonos móviles y los autos apenas estaban empezando a hacer su aparición en aquel mundo. Ni hablar del transporte público. En su documentación se podía ver a un Otabek de mirada muy seria y el cabello peinado para atrás. Nada de bigote, afortunadamente.

- ¡Otabek! ¡Gracias, gracias, gracias! Creí que esta vez te irías en serio. Lamento la demora -le saludó un muchacho de piel bronceada y el cabello sujeto en una pequeña coleta.

Era Leo de la Iglesia. El chico trabajaba como agente interdimensional junto a Yuri, pero no era tan problemático por suerte. A Otabek le agradó ver al menos un rostro conocido, a pesar de que en su mundo jamás hubiesen cruzado palabras.

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora