Incendio

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Gianna

Hoy oficialmente es el último día de clases. Han organizado muchas fiestas y celebraciones para darle la bienvenida a las vacaciones pero no pienso ir a ninguna.
Al sonar el último timbre, todos los estudiantes lanzaron sus hojas y cuadernos al aire de la felicidad, salieron corriendo por los pasillos gritando y lanzando cosas. Nadie les decía nada porque no volverán por un tiempo y algunos no regresaran nunca.

Todos salieron a celebrar mientras que yo me quedé en el salón de clases. Pensé en cada una de las cosas que han sucedido a lo largo de este año: la llegada de Alex, la casa de los Houston, el grupo criminal más buscado por la policía, el chico delincuente que me enamoró, la muerte de mi madre, el encuentro con Thomas, el romance de Luna y Tyler, mis sentimientos hacia mi mejor amigo, entre otras cosas.

Recuerdo cuando entré aquí por primera vez, pensaba que todo cambiaría y no me tratarían como en la primaria... que equivocada estaba.
Desde el primer día me trataron como una anormal, no les importaba mis sentimientos, para ellos era un objeto al que podían manipular fácilmente.

Muchas veces me hicieron pasar situaciones vergonzosas frente a todos y es algo que no se lo deseo a nadie. Decidí no volver a herir mis brazos con cortadas que no valen la pena porque, por más que te hieran, no debes dejar que ellos ganen. Siempre debes demostrarles que eres más fuerte de lo que creen y haciendo eso no vas a lograr nada. Esa no es la solución.

Gran parte de los momentos que pasé aquí fueron malos, pero siempre hubo algunos que me sacan una sonrisa casa vez que los recuerdo.

Estas paredes guardan muchas cosas que recordaré y olvidaré; no es bueno vivir aferrándose al pasado. Es como querer caminar pero estar amarrado a algo y no poder avanzar, debes soltarte y seguir tu camino. Ese algo estuvo contigo y se fue por una razón, pero no debes quedarte averiguando en un sólo lugar. Debes seguir con tu vida.

Esta es la última vez que estaré sentada en este salón. No volveré a caminar por estos pasillos, no comeré nunca más en la cafetería, no buscaré libros en la biblioteca, no regresaré nunca. Me llevo conmigo todos los buenos momentos que pasé, pero los peores se quedaran guardados aquí.

No necesito recordar cuando me insultaban, me golpeaban, me avergonzaban frente a todos y me trataban mal. Eso fue parte de mi vida, lo sé, pero no quiero que siga conmigo. Se quedaran enterrados aquí y no volverán nunca más. Estarán sepultados en el olvido.

Salí del salón y caminé por los pasillos que ahora estaban vacíos. Me asomaba en todos los salones por los que pasaba, recordando las buenas cosas que obtuve de cada uno. Di saltos, giros y bailé en medio de cada uno de ellos. A las despedidas siempre hay que darles un toque alegre.

Fui a mi casillero y recogí mis cosas, dejando una marca en el fondo. Este era uno de mis lugares favoritos, aquí podría guardar lo que yo quisiera sin que los demás lo supieran.
Lo cerré y miré por última vez el colegio en el que estuve por seis malditos años.

Llegué a la biblioteca, donde no había ningún estudiante, y me despedí de todo el personal. Ayudé al jardinero a regar las plantas, limpié ciertas partes del colegio y me sentí muy bien por hacerlo.

Corrí hasta el jardín de atrás, aquel que tuve que limpiar junto a mis amigos. Seguía intacto, todo estaba como nosotros lo habíamos dejado, limpio.

George y Luna estaban ahí para dar nuestro regalo al colegio, un árbol. Él se dio la tarea de comprar la semilla y ella de informarles a los directivos y a los jardineros. Ellos nos prometieron cuidarlo lo mejor posible mientras estén aquí.

Abrí el hueco en la tierra con una pala que nos prestaron, pusimos la semilla en el medio y entre los tres la cubrimos. Este árbol va a ser la marca de las cosas buenas que obtuvimos en la secundaria.

At The Wrong Time [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora