Capítulo 2

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Luka fue el primero en extender el brazo. La forma en que los vampiros –con excepción de la mujer- observaban la sangre correr por el tubo era repugnante. Sus ojos brillaban de una manera extraña al ver el líquido rojizo. Era tan fuerte el hambre que ellos sentían que incluso podía notar la incomodidad para ellos el sentir el olor sin poder probar una sola gota.

Luego fue el turno de Ana, Cody y yo, ese fue nuestro orden. La mujer analizó nuestras pruebas en un aparato negro, en el que tan solo se depositaba una gota de sangre y se almacenaba el resto del tubo.

Otra de nuestras desventajas, era que estábamos privados de los avances tecnológicos. En la jaula solo aprendíamos modales, etiqueta, música e idiomas.

La espera no fue muy larga. En cuestión de minutos la mujer le comentó algo a sus acompañantes, quienes intercalaron miradas entre nosotros.

El temor surcaba entre mis venas. No quería ir a la subasta. Deseaba... más bien anhelaba quedarme en casa con mi familia; anhelo que, claramente, no se iba a cumplir.

—Su tipo de sangre es apto para la subasta, mañana en la mañana un auto vendrá por ustedes —anunció la mujer—. No lleven equipaje pues no lo necesitarán.

Y dicho esto, los cinco salieron de nuestro hogar en silencio, en dirección a las demás cabañas que conformaban el pueblo de Deleim, el más grande que poseía Balem.

(...)

Esa misma noche se me fue imposible conciliar el sueño. Supongo que ninguno de nosotros los Lethood lo lograron. Luka salió a dar una caminata nocturna por el bosque, únicamente acompañado de su hacha y una brújula.

Anabelle estaba sentada en su lecho, observando el pequeño collar que portaba siempre consigo. Cody fue el único que pareció dormir un par de horas.

Yo, por otro lado, no cerré mis ojos hasta que el sonido de las gallinas anunció la entrada del amanecer. Fue entonces cuando logré descansar por lo menos una hora o menos.

La puerta de entrada se abrió de un golpe seco. Marion gritó con frenesí que tuvieran piedad, que se llevaran todo lo que desearan pero que no nos separaran.

Dos vampiros tuvieron que sujetar de ambos brazos a Luka, ya que mi hermano luchaba incansablemente para evitar que se llevaran las escasas pertenencias de la cabaña, entre esas: cobijas, alimentos, y un par de animales. Lo cargaron todo en un enorme automotor.

Sin poder decirnos adiós, otros tres vampiros nos ocultaron uno a uno en distintos autos, todos de color negro, al igual que sus ropajes. Me lanzaron en la parte trasera del primer auto, cerraron la puerta a mi lado e inmediatamente el auto se puso en marcha conmigo dentro de la cárcel de metal y cuero. Mi corazón estaba muy acelerado. Sentí tanto terror al estar con uno de ellos, sobre todo estando en un espacio tan reducido.

Estaba atrapada. Y lo peor del caso era que mi hermano no estaba para salvarme y devolverme con mi familia. Recordé cada reprimenda por irme a buscar animales, cada vez que me miraba con desaprobación al meterme en problemas, pero también cada gesto amoroso que tenía conmigo.

Me removí rápidamente sobre el mueble para observar a través del espejo como me separaban de mi familia. Lo último que alcancé a ver fue el auto de Ana tras de mí, al tiempo en que los autos donde llevaban a Cody y Luka, tomaban caminos opuestos.

Con el rostro mojado, me acomodé en el asiento y me dispuse a observar el contorno del rostro de mi chofer. Era un vampiro, por supuesto, de los comunes: aquellos que no llevaban la sangre de un original.

Lo que diferencia a un vampiro común de un original es el tono de sus ojos. Los ojos de un original tienen un intenso tono carmesí, el cual parece tener brillo propio. Mientras que el de un común es opaco, con algunas manchas negras.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora