Capítulo 39

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Mi madre sale de la cocina con un plato humeante entre sus manos. La casa en la que ha sido re ubicada es muy bonita; en comparación, este lugar es más elegante que la cabaña. Las estancias están divididas. Las habitaciones son amplias, no tanto como en la mansión, claro, pero caben perfectamente cinco personas en una. La decoración es contemporánea, con algunos toques campestres, pues mi madre ha traído algunas pertenencias consigo.

—Te he preparado tu comida favorita, hija. —deja el plato frente a mí. Son unos rollos de canela, acompañados por un baño de miel.

—Gracias, madre. —empiezo a comer, sin despegar la mirada de la pared.

— ¿Pasa algo? —pregunta al cabo de unos minutos en que se ha dedicado a observarme.

— ¿Qué pasó con mi padre? —suelto sin más. Ella suspira mientras se acomoda sobre la silla.

—Murió cuando nació Cody...

—Eso lo sé, madre, pero quiero saber más de él. ¿Cuál era su nombre? ¿A qué se dedicaba? ¿Cómo se conocieron?

— ¿A qué se debe tanta curiosidad? —pregunta luciendo ¿nerviosa?

Sonríe ligeramente, tratando de parecer tranquila. Sé, de antemano, que este es un tema muy delicado para ella. Nunca le ha gustado hablar de nuestro padre. Lo único que sé de él es que fue un buen hombre, el cual murió cuando nació mi hermano.

¡Ni siquiera sé cómo murió!

—Madre, quiero saber sobre mi padre. —insisto.

Ella suspira antes de decir: —Su nombre era Daniel Lethood. Era humano, lo conocí en la jaula, pues fue él a quién me asignaron para concebir.

— ¿Lo amaste?

—Sí, tiempo después de haber nacido Luka, empecé a sentir cierto cariño hacia él.

— ¿Cómo murió?

—Enfermó. Murió poco después del nacimiento de Cody. —No me di cuenta el momento en que ya había terminado mi plato de comida. Mi madre se levantó para llevar el platillo de regreso a la cocina.

Me levanté con la excusa de que estaba cansada. Marion no dijo nada al respecto, simplemente asintió y entró a su recamara.

Cuando entré en la mía lo primero que vi fue la carta. La tomé y me senté a un lado de la ventana; la noche se acercaba, al igual que las nubes de lluvia.

Abrí el sobre con cuidado. A juzgar por mi tacto, sentía varias hojas dentro de este, por lo tanto, debía ser algo importante.

Una vez abierto, visualicé cinco hojas. Al sacarlas del sobre, una más pequeña cayó al suelo. Dejé todo sobre mis piernas y tomé la pequeña hoja que había caído.

Opté por leerla de primera. Al desdoblarla, lo primero que pude ver fue una perfecta caligrafía escrita a mano. La tinta se había corrido un poco, no obstante, no fue impedimento para entender el mensaje.

Lucian la había escrito. Al principio no entendí muy bien de qué hablaba, pero cuando observé las demás hojas, algo dentro de mí se rompió. Los demás papeles eran las actas de mi libertad, en donde demostraba que ahora era una humana libre. Especificaba también que estaba rotundamente prohibida mi participación en las siguientes subastas, y con esto, también se me prohibía ser parte de la nueva ley.

Lucian no solo me sacó de su vida, sino que también se aseguró de protegerme por el resto de mi vida. Una vida en la que me había obligado a pasar sin su compañía, su trato... sin él.

La idea de ya no tener un dueño surcó mi razón. Todo era tan extraño. Debía ir en los próximos días al mansión para que fuese el mismo Lucian quién retirara la marca de mi muñeca.

Ya no hay lazos legales que nos unan, mucho menos sentimentales, pues fue precisamente mis palabras de esta mañana las que cortaron con nuestra supuesta ''relación''.

Dolió aún más el pensar en él. Yo ya no era su humana. Y aunque esto me habría hecho muy feliz meses atrás, ya no era lo que deseaba.

Me había acostumbrado tanto a ser la humana de Lucian, que ahora no sabría qué haría con mi vida. Me pregunté los siguientes días si él se sentiría igual de extraño que yo. Ya había pasado una semana en la que no sabía absolutamente nada de él, ni de Shannon, Lena o Brend. A pesar de que había conseguido un empleo en una de las granjas más cercana, alimentando y aseando a los porcinos, por más que lo intentaba no lograba mantener mi mente ocupada.

Todo me recordaba a él. Fue entonces cuando me di cuenta que perdí más de lo que gané.

—Renesme, quiero que hables conmigo. —mi madre tomó asiento a mi lado. Llevaba bastante tiempo sentada en la entrada de la casa, observando como las personas pasaban y me dedicaban miradas fugaces.

—No me apetece hablar madre. —respondí, aun perdida en mis pensamientos.

—Has estado actuando de forma extraña. Es como si hubieses perdido tu alma. —dejé de mirar la pared de enfrente para ver a mi madre a los ojos. Hablaba con sinceridad, ella en realidad estaba preocupada por mí. La comprendía totalmente, pues yo no suelo ser callada y mucho menos así de seria.

Le pedí que me esperara un momento. Cuando bajé le entregué el sobre.

Tardó varios minutos en leer todas las hojas y, para cuando las guardó de nuevo, suspiró.

— ¿Qué sentiste cuando las leíste? —preguntó al fin.

—No lo sé exactamente. Me siento incompleta.

—Te enamoraste de él... —suelta. El viento sopla con fuerza, al igual que el dolor en mi pecho se incrementa.

Hasta que las lágrimas se apoderan de mi rostro. Lo que no pude hacer una semana atrás, ahora se desenfunda con un fin indefinido. Me siento la mujer más estúpida del mundo.

—No entiendo por qué me duele tanto... —sollozo sobre su pecho. La marca de sus iniciales en mi muñeca es lo más interesante en este momento. Todos los recuerdos junto a él se apoderan de mi cabeza.

Mi madre toma mi mano y, con su pulgar, acaricia la marca.

—Deberías ir. Tienes una oportunidad de regresar a él gracias a esto —comenta refiriéndose a la marca—. Ve y corrige tus errores.

—No entiendo lo que siento...

—Una vez estés con él, encontrarás tus respuestas, hija

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—Una vez estés con él, encontrarás tus respuestas, hija. Quisiera aliviar tu dolor, pero eso no está en mis manos. —y tiene razón, aunque no quiera admitirlo en voz alta.

Me incorporo y limpio mi rostro con un pañuelo que me ofrece Marion. Recojo los papeles y suspiro antes de partir hacia la mansión en la cual viví poco tiempo. 

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora