Capítulo 13

153 12 0
                                    

A la mañana siguiente, al despertar de la inconciencia que me había atrapado el día anterior, lo primero que hice fue largarme a llorar y maldecir por la vida tan miserable que estaba llevando en menos de un mes.

El dolor fue tan intenso que terminé por desmayarme al instante. Siendo abandonada por mi amo y cualquier otra persona que habitase esta masía.

Mis ojos no evitaron posarse en mi perjudicada entrepierna. El dolor tan solo había cesado una mínima parte, así mismo como el ardor. El día anterior habían ultrajado mi vagina. Quemaron mi zona hasta que me desmayase y, quizá, hubiese continuado, aprovechando de mi estando de inconciencia.

Me sentía realmente herida. El dolor que se ha instalado en mi pecho es sin duda más intenso que el de mi entrepierna. Ambos me atormentaban en lo más profundo de mí ser; carcomiendo así la poca voluntad que aún conservaba.

Tan solo me quedaban los pocos recuerdos felices junto a mis hermanos. Lejos de la jaula, de los vampiros... de la soledad.

Suspiré al recordarlos. No hay nada que más desee en esta vida que largarme de aquí pronto. Sin estar embarazada. Simplemente que aquel hombre -mi amo- se aburriese de mí y me echara como un perro a la calle.

Sería muy feliz si así lo hiciera.

Por un momento permití que mi alma vagara por el hueco en mi pecho. Me sentía tan vacía. Tan incompleta. Tan humillada...

Mis ojos se posaron en las hermosas nubes que adornaban el celeste cielo. Envidiaba su libertad. La belleza de su pureza. Envidiaba a todo aquel que no sufriera como lo estaba padeciendo en estos momentos.

Mi alma estaba sumida en una tristeza imperecedera. Ya no me hallaba. La feliz Renesme desapareció. Ahora solo me siento una pertenecía y lo más gracioso de todo esto es que eso era desde que me sacaron de mi hogar.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no me percaté de su presencia. Estaba de pie junto a la puerta, observándome sin expresión alguna. Sin compasión o lastima.

¿Qué debió haber sufrido para convertirse en lo que es ahora?

—Es ella, Shannon. — Comunicó. Acto seguido, una mujer entró a la habitación. Las lágrimas que se habían apoderado de mi rostro no me permitían ver su rostro con claridad. Tan solo lograba ver una silueta delgada, cubierta por un ajustado vestido negro.

— ¿Pero qué mierda has hecho?... ¿Qué te ha pasado? —Su tacto provocó que soltara un grito de horror. El temor en mi cuerpo provocaba que con la más mínima caricia me estremeciera. No quiero que me lastimen de nuevo. Eso estaba más que claro en mi mente—. Tranquila, no te haré daño.

—No puedo creer que aun conserves misericordia. —Comentó mi amo, remarcando el desprecio que sentía hacía mi raza.

—Soy yo quien no puede creer que aún te comportes así —Llevó su articulación a la boca. De repente esta empezó a sangrar—. Bebe —Me la ofreció.

¡¿Qué hiciera qué?!

—Estas muy débil, Elina, mi sangre te curará. —Argumentó con insistencia.

—Basta, Shannon, no merece tu sangre. —Mi amo la sujetó del brazo, haciendo que me levantara. Algunas gotas de su sangre cayeron sobre mi rostro. El sabor metálico fue verdaderamente repugnante para mis papilas gustativas.

—Dime, ¿qué te ha hecho para que la trates así?

—Con ese comportamiento no entiendo cómo te pueden respetar. —Debatió él.

—Cariño mío, sé bien como tú ganarme el respeto —Suspiré cansada. Desvié la mirada hasta la ventana. El dolor había cesado de repente, al igual que el malestar por la falta de comestibles—. No puedes hacerle esto. No es su culpa...

—Eso lo decido yo, así que no te entrometas en mis asuntos.

—Discúlpeme, señor, uno de los hombres del concejo está aquí para hablar con usted. –Interrumpió Aaron.

Mi dueño soltó un gruñido antes de salir de la habitación. La chica tomó asiento en el borde de la cama, sujetó con fuerza mi cuello y, sin tardar más, presionó su herida en mi boca, forzándome a beber de su sangre.

—Quiero preguntarte algo... –Retiró su brazo de mi boca. Me senté sobre la superficie. Me estaba ahogando con el líquido rojo en mi boca — ¿Podrías amarlo? —Mi corazón dio un vuelco al escuchar su pregunta.

¿Acaso he escuchado mal? Y si es cierto que me ha preguntado eso, ¿estaba ella perdiendo la cordura?

Mi vista voló a sus ojos carmesí. Tan similares a los de Lucian. Ella era una mujer tan hermosa... pero ese no era el tema. Yo no podría amar a un hombre que solo me ha humillado y maltratado. Jamás.

—Deja de hablar estupideces y lárgate de aquí. —mi amo entró enfurecido. Me sujetó con fuerza del cabello y me arrastró hasta la salida. Grité de dolor cuando mi cadera recibía los golpes de los escalones. ¿Qué me haría ahora? Mi cuerpo tembló de solo pensar en mi siguiente castigo. Nuevamente no sabía el porqué de su trato.

— ¡Bienvenida a Caín, señorita Von Saher! —un hombre alto y fornido estaba de pie frente a la puerta principal. Su tez pálida y perfecta era acompañada por unos cabellos azabaches y un par de ojos carmesí. No sabía que Lucian estuviera casado...

—Gracias, Egon, aunque no esperaba verte hoy. —respondió la chica con una mueca.

Mi amo me lanzó al suelo. Mis rodillas se golpearon con fuerza contra el frio piso. Respondiendo a sus demandas, y con un gran esfuerzo por culpa del dolor, me incorporé cabizbaja.

—Siempre he sentido envidia por tus mujeres, Saher. —comentó el hombre. Seguramente, su mirada estaba puesta en nosotras, o en mi pésimo estado. En la jaula, los vampiros aseguraban que de excitaban con mayor intensidad al ver una humana llena de cortes y hematomas. Por lo tanto, me atrevo a inferir al respecto.

—Al grano, Egon. —pidió ella.

—Así que esta es la hermana menor. Otra Lethood. —Sus pasos rodearon mi casi anoréxica figura.

¿De que hablaba ese vampiro? ¿Acaso conoce a mi hermana?

Detesto tener que formularme preguntas. Todo lo que concerniente con mi familia me importa. Por tal motivo detesto que los demás hablen, dejándome al margen; todo porque Lucian me desprecia. Soy inferior a él, eso lo sé desde hace días.

Mantuve cabizbaja, justo como me lo había enseñado mi amo; aunque fue de la forma más cruel. Mi boca no emitió ni un solo sonido. Quizá, si mantenía mi buen comportamiento, me dirían algo más respecto a mi hermana.

—Realmente hermosa —por mi parte, empezaba a sudar a causa del terror que me provocaba aquel vampiro. Todos ellos son igual de siniestros—. Dime, niña, ¿Sabes por qué estoy aquí?

—No, señor. —respondí.

—Bien... —aquel vampiro inhaló hondo, para luego gritar cargado en cólera — ¡La maldita perra de tu hermana está muerta!

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora