Capítulo 40

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Me encuentro a unos pocos metros de mi destino. Mi corazón late deprisa. Estoy nerviosa, y no solo por volverlo a ver, sino también por mi reacción.

La puerta es abierta y Lena sale de prisa. Me abraza sin decir nada.

—Quiero verlo. —digo, cuando nos separamos. Trato de ver más allá de las ventanas o la puerta, pero es casi imposible.

—Elina, tienes que saber que él no se encuentra en su mejor momento —me informa—. Desde que te marchaste, Lucian no es el mismo. Será mejor que esperes a que sea él quien venga, no te gustará ver lo que hay adentro.

—De acuerdo. —ella sonríe con amargura. Izel aparece tras la puerta, acompañada por Brend, quién se mofa al verme de nuevo. Suspiro al ver como Lena se interna en la edificación. Solo falta pocos minutos para ver su rostro.

—Elina. —una voz masculina resuena tras de mí. Giro sobre mi eje para observar a un hombre rubio y fornido tras un árbol. No sé quién es, nunca antes lo he visto.

Alguien tira de mí en dirección a la mansión. Me tardo un poco en darme cuenta que es Brend quién me ha cargado hasta dejarme dentro del mansión. Inmediatamente las puertas son cerradas. Un enorme grupo de la guardia se apresura a sellar la entrada.

La agitación en sus rostros es notoria. Y más en el de Brend, quién reparte ordenes con impotencia e inquietud. Desenfunda su espada.

— ¿Dónde está Lucian? —le pregunto una vez se acerca a mí.

—Él no importa en estos momentos, debo ponerte a salvo. —sujeta mi brazo, pero me deshago de su agarre de inmediato. Corro hacia las escaleras sin importarme la advertencia de Lena. Una vez visualizo la puerta de su estudio, intensifico la velocidad de mis pasos.

—Elina, no es buena idea —insiste Brend—. Corres peligro.

—Estaré a salvo junto a él ¿O me equivoco? —una vez ingreso en su estudio, mi ceño se frunce. Todo está desordenado y destrozado. Cada rincón huele a licor y hay varias manchas de sangre en el suelo.

—Mierda.

—Que Brend te quite la marca. Luego desaparece. —ordena con su típica voz autoritaria. Está de pie frente a la ventana, observando las afueras con el ceño fruncido.

—Quiero que vuelvas a comprarme —suelto sin más—. Lucian yo...

Algo rompe la ventana desde afuera. En mi vientre ha caído un pequeño dardo, el cual deposita un líquido dentro de mí. Mi cuerpo se desploma en los brazos de Brend. Mi corazón se acelera y cada vez se me hace más difícil respirar.

Momentos después mi cuerpo impacta en el suelo junto al de Brend. Lucian es inmovilizado por media docena de vampiros, quienes de alguna extraña forma están logrando retenerlo. Me altero de inmediato al ver la escena.

El mismo vampiro rubio aparece en la estancia, acompañado por otros dos vampiros que, si no estoy mal, son desertores.

—Sabía que había algo distinto en ti, sobrina. —comenta, sin inmutar su expresión. Lo último que recuerdo es un desgarrador grito de parte de Lucian, y un golpe seco que me arrebata la conciencia.

(...)

Me tomo mi tiempo para estirar mi cuerpo. El olor a humedad es latente, así que abro los ojos para tratar de observar en donde me encuentro. Lo primero que veo es una ventana. Afuera está oscuro; las estrellas son las únicas que se dan a relucir en el oscuro panorama. Me encuentro en alguna habitación improvisada. La vejez del edificio me da a conocer que me encuentro en algún hospedaje clandestino.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora