Capítulo 10

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Observé con detenimiento mi reflejo, mientras mi mano trabajaba por sí sola para cepillar mi cabello. Me repetía mentalmente que no era como ellos. Que el simple hecho de haber sido obligada –porque, claramente él me obligó- a beber su sangre, no me hacía una vampiresa.

¡Su sabor era realmente asqueroso! No disfruté ni la calidez, ni el espesor del líquido pasando por mi garganta. Incluso media hora después me encerré en el baño para vomitar toda la sangre consumida.

Yo no era culpable de pertenecerle a un monstruo. Si no obedecía a sus caprichos mi familia sufriría.

—Ya es hora. —Aaron apareció en el umbral de la puerta. Asentí pesarosa y me levanté.

Fuera lo que fuera, sabía que ese ''presente'' me haría llorar. Mi dueño...

''Mi dueño''

Ya estaba harta de tener que llamarlo así. Pero a estas alturas no sé qué es peor, si llamarlo mi dueño o por su nombre real. Ambos nombres me ponían los pelos de punta.

Y así divagué en mi mente. Incluso cuando entré al comedor, mi vista seguía fija en las oscuras baldosas.

—No seas estúpida, Elina —dijo con su típica frialdad. Lo que más me asombraba era que ya no me sorprendía como el primer día. Claro, han pasado demasiadas cosas, pero... es distinto—. Levanta la maldita cabeza de una buena vez. —obedecí inmediatamente. Junto a él había dos hombres. No los miré al rostro. Soy una sumisa, un objeto, no puedo hacer lo que me plazca porque no soy nadie para desear algo.

—Con que ella es tu juguete —habló una mujer—... Supongo entonces que mis juguetes también tendrán un presente el día de hoy.

No entendía lo que hablaban hasta que sus voces me arrancaron de mi faceta dócil. Frente a mí estaban Cody y Luka. Mis dos únicos hermanos varones.

No contuve las lágrimas, es más, creo que yo misma las llamé. Mis hermanos, estaban aquí conmigo.

Estaban bien.

Muy bien.

Quise correr hacia ellos para abrazarlos como nunca, pero su mano rodeó mi cintura, impidiéndome lograr mi comedido.

—Por favor, señor, permítame usted abrazar a mis hermanos. —supliqué desesperada. De verdad quería abrazarlos por un largo rato. Sentir su calidez y escuchar el latido de sus corazones.

Extrañaba tanto su cercanía.

—No, Elina. Nadie que no sea yo puede tocarte. —finalizó con una mirada vacía. Los miré de nuevo. Cody luchaba con Luka para venir hasta mí y abrazarme.

Maldito egoísta.

Me dolía que fuera tan posesivo y no permitiera recibir a mis hermanos... mi familia. Era injusto y realmente egoísta de su parte pero... ¿Qué más da? El vampiro que me posee es un desquiciado y posesivo. Por naturaleza, el hombre jamás cambiaría.

Con un gran esfuerzo, acepté sus demandas y me conformé con verlos a los ojos. No se me permitía quejarme; y pensándolo bien, aunque pudiera hacerlo no tendría motivos. El tenerlos cerca era demasiado.

—Aaron, sácalos de aquí para que podamos platicar —pidió él—. Pero no permitas que la toquen. —el vampiro servidor de mi dueño asintió y nos condujo fuera de la masía.

(...)

—No saben cuánto los he extrañado ¿Ella los trata bien, verdad? —pregunté. Sonreí con ligereza. Tomé otra florecilla del arbusto a nuestro lado. Quién diría que, a pesar de que en la masía vivía un psicópata, los criados mantenían un hermoso jardín en los alrededores.

—Sí, hermana, no debes preocuparte por eso —asentí, ensanchando mi sonrisa—. ¿Sabes algo de Ana? —los orbes azules de Luka se inundaron de lágrimas. Entendía su sufrimiento. A pesar de ser el hermano más duro de los cuatro, nos amaba por encima de todo. Agaché la cabeza y negué. Desde que me trajeron hasta acá no sé nada de ella.

—No sé mucho. Recuerdo que en Balem nos drogaron y cuando despertamos nos encontramos en la subasta de Caín. La vendieron en cien mil euros. Su nuevo nombre es Mía.

—Renesme ¿tu dueño te ha lastimado? —preguntó de repente Cody. Lo miré de golpe con la boca entre abierta. Su pregunta me ha dejado completamente perpleja. No sabía cómo responder a eso.

¿Se habrán dado cuenta de alguna cicatriz? Pensé.

Abrí y cerré la boca sin poder especular alguna palabra. Aclaré mi garganta y sonreí con desdén. Ellos no podían saber todo lo que he sufrido a manos de mi dueño.

— ¿A qué viene esa pregunta, Cody? —inquiero fingiendo diversión.

—Estas más delgada que antes y... tu rostro, estás muy triste. —fue su respuesta.

—No, hermano, estoy muy feliz de verlos de nuevo. Lloré porque su visita fue inesperada... él me dijo que me tenía una gran sorpresa pero nunca creí que fuera tan especial. —una punzada de dolor agobió mi pecho. La mitad de lo que había dicho era falso. Yo no me sentía bien con él.

—No te creo. —ahora habló Luka.

—Hermanos, por favor, saben que no les mentiría jamás... Me encuentro bien, solo estoy un poco cansada, ayer me llevó a una de sus grandes fiestas y me obsequió un hermoso vestido. —mis dedos juguetearon con el césped al tiempo en que soltaba las mentiras.

—Mientes. Puedo notar el temor en tus ojos.

—Por favor...Estoy bien, ¿sí? —Nuevamente, el dolor en mi pecho reapareció— De igual forma, es mejor que estemos así; no quiero que los castigue.

—Entonces es cierto que te ha lastimado. —afirmó Luka con el ceño fruncido. ¡Qué hombre más necio!

— ¡No!

— ¿Lo-lo amas? —esta vez Cody logró dejarme cohibida antes su ocurrencia.

¿Amarlo? ¡Jamás!

— ¡Cody! —chillé.

— ¡Cody y Connor! ¡Vámonos! —gritó la vampiresa desde la camioneta negra. Esa mujer no me daba buena espina, pero era la dueña de mis hermanos y, por lo visto no les ha hecho daño.

Ambos avanzaron hasta el auto. Yo, por mi parte, me detuve unos pasos atrás. El dolor y la impotencia me embriagaron inmediatamente. Fue muy poco tiempo a su lado.

Los necesito.

— ¡Los amo demasiado! —grité entre lloriqueos antes de que subieran al auto.

—Y nosotros a ti, pequeña.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora