Capítulo 4

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La conciencia nuevamente retomó el total control de mi cuerpo. Respiro hondo, en el proceso, trato de abrir mis párpados sin éxito. Aún me siento demasiado adormecida; como si algo dentro de mí me lo impidiera.

Una punzada de dolor se instala en mi cuello, tacto que sirve como estimulación para abrir los ojos por completo. Mi mente empieza a trabajar, intentando recordar qué es lo que pasó antes de cerrar los ojos. No tengo idea de qué hora, día o quizá mes sea, solo tengo la certeza de que no es bueno para mí.

Siento como la desesperación carcome mi pecho. El pánico se abre paso, consumiendo la poca tranquilidad que me proporcionó el haber dormido. Tenía miedo de que ese dolor en mi cuello fuera resultado de la mordida de un vampiro pues no podría soportarlo.

No aún. No estoy lista.

Mi mano viaja por el aire hasta palpar la zona afectada de mi cuello. Me deshago de la pequeña cura y rozo la zona. No creo que exista un vampiro con un solo colmillo, además se siente como un pinchazo de hormiga. Si hubiese sido un vampiro, la herida sería más grande.

Exhalo con fuerza, llenando mi interior con aquella tranquilidad que tanto anhelaba. He escuchado varios testimonios de personas que ya han sido mordidas y, no es nada grato lo que sale de sus bocas.

Aún me considero pequeña como para vivir una experiencia tan espantosa. Lo único que deseo es regresar a aquella casa de subasta, salvar a mis hermanos y regresar a casa con Marion. Ese era mi propósito ahora: Retornar al lugar del cual nunca debí partir.

Mi concentración ahora pasó al lugar en el que me encontraba. Tan grande es mi terror por ser mordida que no me di cuenta de que me encontraba en una habitación completamente oscura. Ni siquiera lograba ver mi propia mano; ni aunque la pusiera frente a mi rostro.

Quise levantarme de la blanda superficie, pero mi intento de escape se vio interrumpido por culpa de una pieza helada que sujetaba mis tobillos.

Las cadenas que me sujetaban no servían en lo absoluto para reducir mi ansiedad. Abandonando la poca libertad que conservaba me rendí, dejándome caer de nuevo sobre la superficie.

Los últimos recuerdos hicieron eco en mi cabeza. Fue ahí cuando recordé las palabras de mi hermana antes de perder el conocimiento. Nosotras no fuimos subastadas. O por lo menos no hasta que me desmayé.

¿Acaso fui subastada en un estado de inconciencia? ¿Ahora tengo dueño? ¿Estaré en su casa?

Mi cuerpo se estremeció de tan solo pensar semejante cosa. Si resultaba cierto, significa que ahora mismo me encontraba en mi nuevo reprensorio. Con las manos temblorosas palpé mi sexo, que por fortuna aún seguía siendo virgen... O quizá no. En la jaula, algunas chicas con quienes solía tratar, narraban como fue su primera vez con un humano. Algunas de ellas no sintieron dolor y/o sangraron. ¿Qué posibilidad existía de que yo aún fuera virgen?

Divagué en mi mente unos minutos más hasta que una luz iluminó la habitación donde me encontraba, arrancándome de las manos del ensimismamiento y regresándome abruptamente a la cruel realidad gobernada por vampiros.

Un par de luces fueron encendidas. Observé a mí alrededor,

El cuarto era muy simple. Paredes de color vino. Sin ninguna ventana y con tan solo un baúl frente a la cama donde aún permanecía amarrada de los pies.

Cuando las luces terminaron de iluminar cada rincón de la estancia, observé un cuerpo a mi lado derecho. Era una chica y estaba en avanzado estado de embarazo. Su cuerpo, cansado por la expresión de su rostro, había logrado descansar en la otra cama.

Cuatro hombres ingresaron por la única puerta que se alzaba en la pared. El vampiro de cabello rubio me liberó de las pesadas cadenas. Me sujetó del brazo izquierdo con excesiva fuerza, arrastrándome hasta la salida.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora