Capítulo 3

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—Hola, mi nombre es Clarissa. —sin dudar, estreché su mano y sonreí de la misma forma.

—Soy Renesme.

—Ellas son Gabriella, Lucyn, Talah y Greta —fue señalando una a una mientras las nombraba—. Nos han traído desde Dárjan.

Las observé a cada una de ellas. Todas mantenían sus rostros inexpresivos, vacíos y temerosos. Era realmente injusto tener que sufrir por un pecado que no hemos cometido jamás.

Desde que nacimos nos han castigado por razones que desconocemos; siendo aun así completamente ajenas a la culpabilidad.

Una a una se hizo paso entre las cortinas. Lo poco que alcanzaba a ver eran pálidos rostros de inmortales, bien vestidos y adornados con macabras sonrisas y colmillos afilados.

—Clarissa de diecisiete años de edad. Tipo de sangre: O positivo. Criada en la más fina jaula de Dárjan; educada con énfasis en etiqueta y comportamiento. Habla español, latín y francés... ¿Qué les parece empezar con quinientas libras? ¿Alguien da seiscientas libras?...

Ella mantenía una expresión serena. Observaba sus pies como si fueran lo más interesante que hubiese encontrado en años, siendo completamente ajena a las miradas descaradas de algunos vampiros.

— ¡Dos mil quinientas libras! —gritó alguien entre el público.

— ¡Tenemos dos mil quinientas libras! ¿Alguien da tres mil libras?... ¡El caballero ofrece cuatro mil libras! — ¿Eso costaba una vida humana predestinada a interminables años de esclavitud y sometimiento?

— ¡Cinco mil libras!

— ¡Tenemos cinco mil libras! ¿Alguien da seis mil libras?... ¿Nadie?... ¡Vendida al señor Miller por cinco mil libras! Por favor pase al frente por su trofeo —el hombre se incorporó de su asiento con una sonrisa cínica. Con porte arrogante se acercó a la tarima y firmó los papeles de propiedad—. ¿Qué nombre desea ponerle a su nueva mascota, señor Miller?

—Malí. —respondió con simpleza. Amarró una cuerda en su cuello y tiró de esta para bajar del escenario.

Los telones se abrieron una vez el presentador quedó solo en la tarima. Las destellantes luces me enceguecieron por unos segundos mientras los murmullos aumentaban de tono en la sala. Una vez dispersaron los reflectores pude observar mi alrededor por un corto plazo, ya que el mismo presentador movió mi cabeza hacia abajo y susurró en mi oído: ya te observaron suficiente, belleza.

Unos pasos resonaron a mi lado, pero no levanté la mirada. Solo pude observar dos pares de piernas masculinas y una falda similar a la mía.

Iban a subastar tres personas más junto a mí...

— ¿Renesme? —levanté de golpe la mirada para encontrarme con el rostro de Ana, Cody y Luka frente a mí. Las lágrimas se acumularon en mis ojos y extendí mis brazos para atrapar sus cuerpos, pero unos hombres nos impidieron sellar nuestro reencuentro familiar.

—Está prohibido el contacto físico.

Respiré profundamente sin dejar de observar a mis hermanos. Sus rostros reflejaban cierta alegría por haberme encontrado sana y salva; pero también reinaba la tristeza por saber el futuro que nos esperaba a cada uno.

La subasta.

—He aquí a los cuatro hijos de la sanadora de Deleim —habló el presentador—. Todos portan el tipo de sangre más rara y exquisita del mundo: AB negativa. Criados en la jaula estatal de Balem. Inculcados bajo las normas de etiqueta, orden y obediencia... ¿Qué tal si iniciamos con el hijo menor?

Mi sangre de heló al recordar las palabras de Marion hace una semana, cuando preparaba a Luka y a Ana para la subasta: ''Lamentablemente, ustedes serán subastados este año. Cody y Renesme aún no cumplen su mayoría de edad. ''

— ¡No! —un vampiro tuvo que sujetar mi brazo con firmeza, evitando así que abrazara a mi hermano menor. Él no debería vivir esto. Aún no tiene la edad—. ¡No pueden...! —silenciaron mis objeciones con una bofetada. Gemí de dolor, intentando enfocar mi visión.

—Atención, hermosas vampiresas... Cody Lethood. Con dieciséis años de edad, habla francés, español y húngaro. Toca el piano y ha tenido entrenamiento físico desde los doce años, comencemos con mil libras, ¿alguien da dos mil libras?

Las lágrimas humedecieron mi rostro con ímpetu. Miré ansiosa a Luka, suplicándole que detuviera todo esto y evitara que Cody fuera subastado. Sus ojos enrojecidos por la cólera y la desesperación se fijaron en los míos por una fracción de segundo.

— ¡Vendido por siete mil libras a la señora Holton! —aquella vampiresa tan refinada era imposible que pasara desapercibida ante mis ojos. Una de las mujeres más hermosas en la cuidad de Balem; con curvas detalladamente definidas, los labios y ojos carmesí y el cabello azabache que resaltaba su tez pálida. Vestida de negro, la mujer subió a la tarima—. ¿Qué nombre le dará a su mascota, señorita?

—Quiero que conserve su nombre actual —respondió—. Conmigo pasarás los mejores momentos, cariño. —finalizó ''susurrándole'' al oído, pues lo dijo claro y fuerte, observándonos con burla.

Entrelazó su mano con la de mi hermano y caminó en dirección a las escaleras.

Traté de liberarme del afiance del vampiro, pero fue inútil. Fue muy tonto de mi parte, pero estaba aterrada y la desesperación no me permitía pensar con claridad. Terminé optando por dejarme caer de rodillas. Llorando.

—Para continuar, les presento a la última hija de la sanadora —ya no me importaba en lo absoluto mi subasta. Tan solo podía anhelar que Cody no sufriera mucho con aquella vampiresa. No soportaría enterarme de que le hiciera algún daño a mi pequeño hermanito—. Por órdenes de mis superiores, subastaremos en segundo lugar al hijo mayor.

Tan ensimismada estaba en mi dolor que no me percaté del momento en que otro vampiro le entregó un sobre al presentador. Luka pasó al frente sin ablandar su semblante, mostrándose fuerte y superior, tal como lo recuerdo desde que tengo memoria.

—Luka Lethood con diecinueve años de edad. Habla español e inglés y es experto en entrenamiento físico desde los quince años; además, es un prodigio en las matemáticas. Iniciemos con cinco mil libras ¿Alguien da seis mil libras?

— ¡Veinte mil libras! —gritó una mujer. Levanté el rostro solo para observar el rostro de la persona que deseaba comprar a mi hermano mayor. Cuán grande fue mi sorpresa al ver que era la misma mujer que compró a Cody.

Un deje de alegría recorrió mi pecho unos segundos al saber que estarían juntos, cuidando el uno del otro. Pero así de rápido como llegó, la sensación de tristeza surcó nuevamente mi alma al saber que de igual manera sufrirían el mismo destino de la sumisión.

— ¡Hoy está de buen humor, señora! ¡Dos compras en un día! —La mujer subió nuevamente y besó la mejilla de mi hermano—. ¡Felicidades! ¿Qué nombre desea asignarle a su mascota?

—Que sea Connor. —elevó los hombros con una ligera sonrisa.

—Renesme —giré para observar a mi hermana. Sus enormes y llamativos ojos azules estaban cubiertos por una fina capa de lágrimas, aglomeradas en su párpado bajo—, después de esto, prométeme que no nos olvidarás —asentí, derramando nuevamente un mar de lágrimas—. Por favor, sé obediente. Deja de merodear los bosques y no cometas estupideces... te amamos, pequeña.

Y como si ella supiera lo siguiente que ocurriría, un pinchazo de dolor se instaló en mi cuello, derramando un líquido frio en mi interior, provocando que la oscuridad y el silencio de la inconsciencia me tomaran presa.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora