Capítulo 20

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Su habitación era enorme. Es dos veces más grande que la mía. Las mucamas terminaron de ordenar la cama y se marcharon inmediatamente. Aun no me acostumbraba a que fueran ellas, unas vampiresas, quienes sirvieran en este lugar. Al parecer he vivido toda mi juventud engañada.

Me recuesto sobre la blanda superficie de seda y acaricio las almohadas. Nunca había tenido el gusto de descansar mi cuerpo en algo tan suave. Siempre fue el mismo colchón duro que compartía con Ana o mi madre. En la masía Von Saher no era tan suave y cómodo como esta.

— ¿Disfrutas tu estadía? —pregunta una chica que jamás en mi vida había visto. Sus ojos carmesí recorren mi cuerpo. Entra con sigilo en la habitación, moviendo sus caderas al compás de cada paso que da. Me asusta su presencia, sin embargo trato de mantenerme serena.

—Sí, señorita. —contesto cabizbaja.

—Una mascota —Sus dedos rozan mi piel—... Solo eres una mascota. No entiendo que ha visto Lucian en ti —no comprendía de qué hablaba esta mujer—. Yo solía ocupar tu lugar. Yo era la mujer de Lucian —su confesión me tomó por sorpresa—. Todo era perfecto hasta que anunciaron tu subasta, mocosa.

— ¡Irenne! —Aaron logra detenerla antes de que me toque. Esta ruge y se gira sobre el suelo para atinarle una patada.

Aaron se tambalea, pero logra retomar su postura y abalanzarse sobre ella. Luego de varios golpes y puñetazos, él logra inmovilizarla; sus colmillos aparecen y muerde su cuello con tanta fuerza que provoca un lamento de parte de su víctima.

Algo me sujeta por la espalda, arrastrándome hasta el suelo. Issaul-Egon aparece en mi campo de visión con una daga en su mano, une su pecho con mi espalda y posiciona el cuchillo en mi cuello.

—Libera a Elina o la mato. —amenaza Aaron. Egon suelta una carcajada, justo en ese momento Aaron introduce su mano en la espalda de la mujer y le arranca el corazón de un tiro.

Grito a causa de la impresión. El cuerpo sin vida cae al suelo de inmediato.

No sé qué pasó después, solo recuerdo el estar cayendo por la ventana y ver como un extraño vampiro cubre mi cabeza con una bolsa oscura.

(...)

—Déjenos solos. —ordena la muy distintiva voz de Egon, provocando que me estremezca de pies a cabeza. Dejan caer mi cuerpo sobre una superficie blanda y, como acto seguido, siento como amarran mis manos sobre mi cabeza con una helada cadena.

<< ¿Cómo saldré de esta?>> Me pregunto internamente.

—No sabes cuánto he deseado este momento, Elina Lethood. —remueve la bolsa que me impedía ver a mi alrededor.

—Con todo respeto, mi señor, esto es secuestro y aún sigue siendo un delito que se paga con la muerte. —digo en un pésimo intento de que me libere. De alguna u otra forma debo hallar como salir de este miserable lugar.

—Ese ha sido un pésimo intento de libertad —se burla—. Me importa muy poco, niña, solo deseo venganza. —desabrocha el cordón de mi sostén y continua lo que inició en el bosque. El asco recorre cada parte de mi cuerpo, solo deseo ser libre.

—Mi amo se enfadará —trago con fuerza—. Por favor evite problemas. —se sienta a horcajadas sobre mi cadera y me observa con los brazos cruzados. Una carcajada sale de su boca. Retira su camisa, revelando su cuerpo muy bien marcado.

—Entiende de una buena vez que Lucian me importa muy poco.

— ¿Es por lo que pasó con mi hermana? Su hijo la ama demasiado, a él no parece importarle que no sea virgen.

—Esto no es por la zorra de tu hermana, tengo mis propias cuentas pendientes con Lucian. —arranca el vestido de mi cuerpo, al igual de mi calzado dejando mi ropa interior al descubierto. Empiezo a lloriquear desesperada; así no puede pasar esto.

—Por favor, no lo haga. —suplico al sentir su mano dentro en mi zona. Me muevo de forma brusca, pero él hace presión, provocando que un dolor se instale en mi cuerpo.

—Te cogeré tan duro, que no pararás de sangrar, incluso cuando el resto entre en ti —se inclinó. Creí por un momento que me besaría, pero no fue así: lo hizo para susurrar en mi oído—. Que no te sorprenda tener varias pollas más en tu coño por el resto de tu vida.

— ¡No! ¡Por favor! ¡Yo no le he hecho nada!

—Tu amo sí. —arrancó las últimas prendas que cubrían mi cuerpo. Se levantó de la cama y me observó de forma lasciva. Cerré los ojos con fuerza, las lágrimas nublaban mi campo de visión.

Egon soltó una cruda carcajada y empezó a desvestirse. Cuando abrió mis piernas y se posicionó en mi entrada me dije a mi misma que era mi hora de luchar con mis últimas fuerzas. Me removí sobre la superficie. Él supo entonces mis intenciones y me volteó. Atinó varias nalgadas que, obviamente me han marcado la piel.

A pesar de que me había lastimado el hombro al girarme, continué moviéndome de forma brusca. Sentía como Egon sujetaba mis caderas, perforando mi piel con sus uñas, intentando controlar mis movimientos.

Soltó un gruñido al ver que no pararía de luchar, así que, con sus manos, empezó a marcar mi espalda como si se tratara de una bestia.

Grité con fuerza al sentir el ardor en mi piel. Clamé por compasión, pero él no se detenía. A pesar de que me había quedado inmóvil a causa del ardor, él continuó.

—Tu cabello era tan bonito... —comentó acariciando lo que dejé de mi rubia melena. No me dio tiempo de responder pues continuó aruñando mi trasero y mis piernas. La sangre resbalaba en hilillos por mi piel, podía sentir su calidez en un camino sin fin.

— ¡Lucian! —grité con todas mis fuerzas al sentir sus dedos en mi entrada. Egon soltó una carcajada aún más sonora y me sujetó del cuello. Hundió mi cabeza en la almohada con tanta fuerza que empezaba a asfixiarme.

—Eso no te servirá. Si con esta cogida no quedas preñada, no podrás volver a orinar sin sangrar, eso te lo puedo asegurar.

Mis ojos derramaron una gran cantidad de lágrimas al sentir como empezaba a introducir su mano en mi ano. Grité a causa del terrible dolor que sentía; me estaba destrozando. Mi corazón latía desbocado. El miedo hacía de las suyas, sometiendo mi cordura y aumentando mi sufrimiento.

No duró mucho hasta que su embestida me terminó de destrozar los genitales. O bien... así lo sentí.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora