Capítulo 15

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— ¡Dime que sabías! —interrogó esta vez exasperado. Estaba harto de mi silencio, eso lo podía notar perfectamente, pero yo no podía hacer otra cosa; su tacto me intimidaba, además, ya no tenía más que decir.

Solté otro grito desesperado al sentir con enterraba el sexto clavo en mi espalda baja. Ya no podía más. El dolor era terrible. Sentía como la sangre brotaba de los agujeros y recorría mi piel desnuda hasta expandirse en mis talones.

Mientras aquel despiadado vampiro insistía en una respuesta de mi parte, sentía el rozar de su miembro en mi cuerpo. ¡Qué repulsivo! Suplicaba mentalmente a que alguien, quien fuera, para que interrumpiera la tortura que ahora estaba padeciendo.

— ¡Responde! —tiró nuevamente de mi cabello. La prisión de su cuerpo me liberó instantáneamente. Momento que aproveché para apoyar mis manos sobre el escritorio e intentar irme de aquel lugar— ¿Quién te dio permiso de irte?

Me dejé caer de nuevo sobre la dura superficie. Sus palabras, aunque no quisiera, obraban sobre mi voluntad. El dolor estaba logrando que la inconciencia me atrapara. Tan solo bastaban minutos para que mis párpados se cerraran.

De nuevo su mano se posicionó sobre mis heridas. Grité de dolor, pero me vi obligada a suplicar al sentir un objeto helado en la entrada de mi ano.

¿Acaso lo iba a hacer? ¿Me iba a empalar tanto como lo había sentenciado anteriormente?

— ¡No! ¡Por favor! ¡Te lo suplico! —rogué por un poco de compasión. Él ignoró mi petición e hizo presión en mi entrada—. ¡Lucian! ¡No! —grité desesperada.

— ¿Cómo sabes mi nombre? —interrogó. Se apartó de golpe, guardando silencio. Maldije para mis adentros, pues eso significaba peligro para mí—. Al parecer sabes más de lo que creo... ¿Me quieres decir o continuamos? —susurró en mi oído.

— ¡Te lo diré! ¡Todo! Pero por favor no me lastimes más. —clamé desesperada. Mi amo derramó algún líquido sobre mis heridas, las cuales, dejaron de doler inmediatamente.

Tiró de mi cabello, obligándome a rodar sobre la superficie y verlo a los ojos. Se deshizo de una varilla de metal, con la cual pensaba empalarme, e hizo que me sentara con las piernas abiertas. Él se ubicó entre estas y respiró con fuerza sobre la piel de mi cuello.

— ¡Habla! —me estrechó más hacia su cuerpo de forma brusca. Jadeé, al tiempo en que me aclaraba la garganta.

—Hace poco... escuché a unos hombres hablar de ti —inicié—. Estaban en las afueras del bosque, planeaban algo en tu contra y ahí... mencionaron tu nombre.

Guardó silencio una vez dejé de hablar. No mentía. De eso estaba más que segura. Sin embargo, aquello no me daba la certeza de que iba a estar bien.

Su agarre de desvaneció momentáneamente. Quizá pensaba respecto a lo que mis labios acababan de revelar.

Se retiró de la habitación dando grandes zancadas. Cerró la puerta bajo llave y el silencio reinó por fin. Pero mi cabeza se negaba a hacer lo mismo. El miedo que provocaba Lucian en mí era tanto, que incluso he tenido pesadillas por semanas.

Yo seguía sin comprender mi destino. Fue ahí cuando empecé a recordar la vida humana de los libros de la biblioteca. Todos eran felices y cordiales. Las carrozas eran las que reinaban en las calles, no los autos. Lo único que no ha cambiado es la vestimenta; solo se han modificado algunos detalles. Los hombres disfrutaban de sus empleos y deportes, mientras las mujeres cotilleaban entre ellas bebiendo una deliciosa taza de café.

—Quiero cada detalle. —mi corazón dio un vuelco al escuchar su voz. Me había ensimismado tanto en mis cavilaciones que no escuché cuando entraron.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora