Capítulo 24

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Al despertar, lo primero que mis ojos observaron fue el otro lado de la cama vacía. Me abracé a una de las almohadas y giré para poder observar a través de la ventana. No podía ver nada más allá del muro, así que me concentré de ver como los vampiros caminaban por la plaza.

Tocaron a la puerta un par de veces. Yo no respondí. Seguramente era Aurora con el desayuno.

—Señorita Elina, he traído su desayuno. —dijo al entrar en la estancia.

—Gracias, pero no tengo apetito. —le respondí para no sonar grosera; ella no era la culpable de mi mal humor.

—El señor Lucian ha ordenado su alimentación regular. —rodé los ojos. Giré para verla de frente.

— ¿Dónde está ese canalla? —pregunté.

—Ha salido esta madrugada, señorita —terminó de acomodar la comida sobre la mesa, retiró la bandeja y me observó—. El señor Brend la espera afuera.

Abandonó la habitación de inmediato. Me senté sobre la superficie y observé el plato. Olía delicioso, pero no le daría el gusto a Lucian.

—Bien, veamos qué quiere el señor Brend. —dicho esto me dirigí al baño.

(...)

—Lucian tenía razón, eres la humana más rebelde que ha pisado este lugar. —comentó un hombre de cabello negro cuando llegué. Estaba de espalda. Vestía un perfecto traje negro y su cabello estaba peinado hacia atrás.

— ¿Quién es usted? ¿Brend? —pregunté a la defensiva.

—Ciertamente —empuñé el cuchillo que había tomado de la bandeja cuando él se movió—. Debiste tomar el desayuno como lo ordenó Saher.

—Yo decido qué hacer con mi vida —espeté de mala gana—. ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué me llamó? —en segundos su cuerpo estuvo frente a mí. Salté por la impresión e intenté clavar el cuchillo en su pecho, sin embargo, él fue más ágil y sujetó mi mano en el aire. Dejé caer al suelo mi arma.

—No estuvo mal, pero mis sentidos son mejores —comentó con cierta burla. Era muy atractivo; sus facciones bien definidas, su barba, el color de sus ojos, todo en él lo hacía verse realmente apuesto—. No tiene por qué alarmarse; estoy aquí para protegerla.

— ¿Por qué? —pregunté una vez me soltó.

—Ordenes de Lucian. —se encogió de hombros y regresó a su postura inicial.

—No quiero protección...

—Quiere morir. Todos lo sabemos —mi ceño se frunció—. Anoche todos escuchamos su conversación; sin contar con nuestra perfecta audición, gritabas como una loca.

La vergüenza se apoderó de mi rostro, provocando que un calor me abrazara por completo.

—Bien, si sabe que no deseo vivir, no tiene motivos para estar aquí. —aseguré. Intenté sonar segura, a pesar de que estaba tan apenada por sus palabras.

—Le debo un favor a Lucian, si fuera por mí la asesinaría con mis propios colmillos.

— ¿Dónde está Lucian?

—Buscando la muerte. —se lanzó sobre uno de los sillones. Tomó una de las manzanas que había sobre una mesa, observando a través de la ventana.

Una de las mucamas apareció en la estancia. Cabizbaja pasó por mi lado hasta donde estaba Brend, él se acomodó sobre el asiento y la chica procedió a subir sobre su regazo.

— ¿Qué? ¿Quieres unirte? —su pícara mirada descendió hasta mi sostén.

Mi boca se abrió a causa de la indignación. Me di la vuelta dispuesta a salir de aquella habitación.

(...)

—Bienvenido, Armen. —saluda Lucian. Mis ojos se fijan en Anabelle, la cual luce realmente hermosa y cargada de salud. Al parecer, mi intuición no ha fallado, Armen si la ama.

—Gracias, Lucian, por recibirnos. —continua el castaño, quién aun sujeta de la mano a mi hermana.

—Ni hablar, mi buen amigo, es mi deber protegerlos. Bienvenida, Mía. —se expresa hacia mi hermana con... cortesía.

—Gracias, mi señor. —ella hace una reverencia en su honor y vuelve a mirarme. Armen se acerca de prisa hacia donde estoy y sujeta mi mano con suma delicadeza.

—Elina, es un gusto verte.

—El gusto es todo mío, señor. Quiero agradecerle por cuidar de mi hermana.

—Precisamente, queremos hablar contigo, Esme. —ella se acerca y entrelaza su mano con la de él.

—Prácticamente, usted es la única familia que tiene Mía aquí en Caín —comentó él—... Nos gustaría que nos dieras tu bendición. Deseo, como dirían los humanos, desposar a tu hermana.

Mi boca se abrió al instante en que las palabras salieron de la boca del vampiro. Armen Schwartz desea casarse con Anabelle, mi hermana... una humana.

No supe que responder al respecto. Parpadee repetidas veces, al tiempo en que mi boca intentaba soltar alguna palabra, frase o ruido.

¿Estaría al tanto Armen de lo que su padre me hizo? ¿Ana sería capaz de traicionar a Luka?

El día en que ella me confesó lo ocurrido con nuestro hermano, juró que era el único hombre al que amaba. Ahora se casaría con uno de los miembros de concejo vampírico, su amo; sumado a que es un gran amigo de Lucian.

— ¿Elina? —la voz de este último me sacó de mis cavilaciones.

Me vi obligada a verlos a los ojos. Forcé una sonrisa y negué repetidas veces.

—Lo lamento... no me esperaba semejante noticia —farfullé—. Claro que tiene mi bendición, señor Armen, aunque no debería pedirla... —él sonrió como nunca lo había visto. Sujetó el rostro de mi hermana y la besó frente a mí.

—Gracias, hermana. —tomó mis manos entre las suyas y las besó. Me aparté inmediatamente y, suspirando, giré sobre mis pies para abandonar la estancia.

— ¿Le pasa algo a tu humana, Lucian? —escuché que preguntó Armen. Me detuve abruptamente, a la espera de la respuesta por parte del vampiro que me compró.

—No es de mi interés su estado de ánimo. Vamos a mi estudio, hay muchos asuntos que discutir. —sentí un dolor punzante en mi pecho. Limpié una lágrima solitaria y arranqué a correr hacía mi habitación. No la que le pertenecía a Lucian, si no a la que se me fue asignada desde un principio.

Era Sangrienta |Libro 1| #IncesanteDolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora