Las Marcadas Capitulo 26 parte XII

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LA BUSQUEDA DEL MAESTRO KIOKI YU

Tras el empeoramiento del estado de salud de Po los 4 furiosos habían partido a toda prisa al bosque de la eterna calma en busca del maestro Kioki Yu que era conocido como un maestro sanador de shi y cuya residencia estaba ubicada en lo profundo de ese bosque...

El bosque de la eterna calma, solo en apariencia parecía ser una lugar apacible y quieto, pero en realidad era todo lo contrario a eso; le llamaban la eterna calma, pues el lugar era estático, la brisa nunca movía los árboles, las aguas no tenían movimiento de corriente, nunca llovía y de lejos lucia sereno y silencioso, y a pesar de todo su belleza exótica saltaba a la vista incluso a pesar de que no llovía en él había humedad constante y mucha frescura, pero poseía características muy peculiares que alejaban a los visitantes, todos le temían y eran pocos los que atravesaban sus linderos, el bosque no era demasiado extenso, pero su tamaño era suficiente para marcarle limites a los viajeros que preferían desviarse antes que tener que atravesarlo, todos lo conocían y nadie se le acercaba o era tan tonto como para decidir descansar junto a la aparente calma que demostraba.

el lugar era engañoso y peligroso, una vez dentro el bosque parecía cobrar vida propia y jugar con la mente de aquellos cuya inseguridad nublaba la claridad de sus pensamientos, el bosque estudiaba muy bien a sus visitantes y de ellos tomaba lo que más los hacia sufrir, sus dudas y temores más profundo y luego los usaba en su contra, para escapar de las deidades del bosque los visitantes debían tener en claro que era lo que querían sin una minúscula chispa de duda o al final acabarían siendo atrapados y convertidos en parte del mismo bosque como abono de la tierra, pues sus fluidos corporales eran adsorbidos cruelmente mientras eran torturados en sus mentes...

Kioki era un gato siamés caucásico de mediana edad le gustaba la vida de ermitaño y el mejor lugar que encontró para vivir fue en lo profundo del bosque donde nadie lo molestaría, pues su fama le había hecho de ganar enemigos y muchos iban tras él en busca de sus sabios conocimientos del Shi, cosa que no compartía con todo el mundo, Kioki era astuto y se había ganado los derechos de vivir en el bosque después de haber afrontado sabiamente cada prueba que el bosque le impuso para poder establecerse allí, Kioki había aprendido técnicas antiguas de viejos maestros para sanar el shi y dominaba todo el arte referente a él, pasaba mucho tiempo meditando y ejercitando su shi, podía conocer cualquier tipo de shi y detectar con facilidad cualquier problema que este presentara, sus sentidos eran agudos y de lejos podía saber cuándo visitantes querían llegarse al bosque, él podía mirar el Shi desde otra perspectiva y analizarlo perfectamente...  

  A pesar de su vida ermitaña a Kioki no se le hizo difícil encontrar quien compartiera su soledad y aislamiento, a su lado estaba una hermosa gata de angora blanca de nombre Misha con quien había contraído nupcias y de su unión tenían tres hermosos trillizos de nombres Kiasu, Kindau y Kioru de apenas tres años, la familia de Kioki vivía feliz junto a él en el misterioso bosque que los había acogido como parte de él, brindándole un hogar y protección, Kioki conocía a todas las deidades del bosque y sabia como se movían, él tenía todo la libertad de andar por donde él quisiera al igual que su familia y el mismo bosque les brindaba todo lo que ellos necesitaban...

Esa mañana Misha preparaba el desayuno mientras él jugaba con sus pequeños hijos, pero un fugaz viento de cambio lo saco de su entretenido momento, alertándolo de que algo se aproximaba...

Misha: Kioki el desayuno está listo, trae a los niños para que coman... ¿Kioki que te pasa?, te estoy hablando- le dijo al notar que él no le prestaba atención

Kioki: ¡Tenemos visitas! - reconoció sin mirarla

Misha: ¿Otra vez? ¿no me digas que son esos tipos que andan tras de ti de nuevo?... ¿en serio todavía insisten en buscarte? Creí que el bosque los había dejado fuera de combate

Cena para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora