Capítulo 53

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#NOBREATHINGDAY

*Narrado en tercera persona*

El bar tenía más gente de lo normal y era muy esperado por la final del futbol americano donde todos apoyaban a un mismo equipo, por ello la fiesta parecía llevarse en paz.
Algunas de las bailarinas trabajaban más rápido que nunca para satisfacer la sed de los clientes e incluso para satisfacer otras necesidades, sin embargo no podían desaparecerse por ahí. O no al menos en ese rato y mucho menos con Sam Evans merodeando por el lugar.  

―Ya sabes que hacer, ¿ok? ―Le dijo el rubio a su ex compañero de la policía.  

―Sé lo que tengo que hacer, pero no me has explicado las razones. 

―Finn, realmente no quieres saberla. Sólo hazlo.  

―Estás viendo la oleada de gente y me pides que la distraiga, ¿sabes que la meteré en problemas?  

El rubio se estaba cansando de las quejas de su amigo y lo único que pudo fue sacar su billetera, darle dinero necesario y gritarle:  

―¡Sólo paga por su tiempo!  

Se dio la media vuelta y fue en busca de la persona con la que iniciaría la acción. Por suerte, el pasillo que daba a la entrada del dueño del lugar estaba completamente vacía y no tenían testigo con el cual batallar en algún momento.  

―Entonces, ¿sabes qué hacer o quieres que lo repasemos de nuevo? ―Le entregó una pequeña bolsita.  

―Sólo hagámoslo, Evans.  

Marley estaba decidida sin importarle las consecuencias de sus actos y con todo y su nerviosismo se encontraba más que lista para iniciar. Su maquillaje sencillo había sido remplazado con la ayuda de una persona profesional y todo su vestuario se había visto seriamente cambiado por algo que el rubio logró robar del vestuario de las chicas para que no saliera tan sospechosa.
Caminó a paso rápido hasta la puerta y al estar frente a ella volteó a ver a su cómplice en esta misión, quien con el dedo pulgar en alto le mostró confianza.
La puerta se abrió después del tercer llamado y un hombre en silla de ruedas se dejó ver. 

―¿Qué deseas? ―Preguntó con la voz firme y su mirada desde el primer momento vagó por todo el cuerpo de la muchacha. ―Vamos, entra. No seas tímida.  

Marley obedeció y entró a la oficina sentándose en la silla más cercana que encontró. Artie no se molestó en separar el espacio personal de la chica y puso una de sus manos en las piernas de ella. La ojiazul se asustó un poco pero supo cómo disimularlo, sonrió abiertamente y ella misma empezó a masajear sus piernas para incitarlo a algo más.  

―Ver rostros nuevos me sorprende estos días, supongo que Anderson te ha traído aquí ¿no?  

No hubo respuesta, en cambio la ojiazul se puso de pie quitando las manos del sujeto de su cuerpo y fue directamente hacia el mini bar de la oficina; un mini bar con una mesa demasiado alta que con su discapacidad le sería imposible alcanzarla.  

―Sírveme de lo que tomarás tú, preciosa.  

Escuchó las rudas moverse y aprovechó la distracción para colocar la pastilla que fue dada por el rubio minutos atrás. Metió el pulgar y lo meneó un poco, necesitaba verse del color usual o podría sospechar.  

―Entonces, ¿qué puedo hacer por ti hoy?  

―Esa no es la pregunta más... Correcta. Lo usual sería preguntar, ¿estás lista para la diversión? 

Artie sonrió abiertamente y fue acercando su silla hasta la ojiazul para poder tomar la copa de vino que esta le ofrecía, no se molestó ni un segundo a ver si había algo raro en ella pues con un solo sorbo la bebió por completo. Marley sonrió satisfactoriamente y siguió con su juego.
Sus labios se posaron en los de Artie y comenzó a moverlos lentamente. No esperaba que el beso se intensificara pues no estaba dispuesta a obtener saliva de aquel sujeto, ella estaba esperando a que la droga comenzara a hacer efecto y terminar de una buena vez todo.  

Barely Breathing [FINCHEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora