Capitulo 40

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Cuando Emma abandonó la oficina, un escalofrío recorrió el cuerpo de  Lucy; definitivamente la doctora había estado coqueteando abiertamente con ella, y lo peor de todo es que a ella le había gustado, había participado abiertamente en el juego, ¿qué significaba todo aquello?

No tuvo mucho tiempo para meditar sobre ello, a los pocos minutos su teléfono sonó, era Amy quien la esperaba fuera del hospital.

A las siete de la mañana llamaron a la puerta, Lucy estaba esperando ansiosa el momento para desayunar junto a la doctora.

La puerta se abrió; y entró Emma, portando su traje de médica.

"Buenos día Lucy", dijo la Dra. al entrar en la habitación con una gran sonrisa.
“Buenos días Emma“ respondió Lucy.


“Y bien  intentó protestar Emma, ordenamos aquí o saldremos fuera”?  Pero en aquellos momentos una enfermera  entró a la habitación.  “Disculpe Dra. Stuart pero uno de los niños que tiene yeso en su pierna está muy mal, al parecer siente mucha picazón, no para de llorar, además ya se ha cumplido el tiempo para quitarlo”.

“Lo dejamos para otro día, yo me ocupo de eso", dijo la doctora  sonriente y se dirigió hacia el área donde estaba el pequeño.

Lucy observaba atentamente toda la escena, como la doctora preparaba todo lo necesario para quitar el yeso de la pierna del pequeño y al mismo tiempo llamaba a Clara, una fisioterapeuta  y amiga del hospital,  ya que ella solo era la encargada de administrar,  que todo estuviera en orden y no hiciera falta nada.

Emma soltó una carcajada, al ver la cara de horror con la que la miraba Lucy, "tranquila, no le pasará nada. “La cuchilla no está afilada, tiene los bordes romos y redondeados, estos vibran hacia arriba y hacia abajo, con suficiente intensidad como para romper el yeso, pero no provocarán ningún daño en su piel, confía en mí", le acarició el brazo para tranquilizarla, pero apartó sus dedos inmediatamente, una descarga eléctrica recorrió todo su cuerpo al sentir el tacto de la piel de la  joven castaña.

"Claro que confío ciegamente en ti", dijo la joven de ojos azules.

La joven doctora sonrió, "¿muy bien pequeño, estás listo?".

El pequeño  asintió, y Emma comenzó a liberar la pierna del  incómodo yeso. La joven de ojos azules no podía apartar su mirada de la doctora, estaba completamente concentrada en su trabajo, muy seria, con el ceño fruncido, pensó que era increíblemente atractiva, una mujer triunfadora que con su belleza y su carisma, volvería locos a todos los hombres, era muy difícil no sentirse atraída por ella, no desearla.

"Ya está y sin un rasguño", exclamó felizmente la doctora. Al levantar la vista y encontrarse con los ojos hermosos de Lucy, no pudo evitar quedarse sin respiración y su corazón empezó a latir violentamente, Lucy estaba sumida en sus pensamientos, mirándola de una manera que casi la hace perder el sentido, no fue capaz de decir nada más y se perdió en aquellos increíbles ojos.

"¡Veamos cómo está esto!", exclamó Clara la fisioterapeuta  quien  había observado todo el proceso,  devolviendo a las dos jóvenes a la realidad, "creo que no hay nada fuera de lo normal, la piel está pálida, seca, resquebrajada y los músculos flácidos, pero tenemos la suerte de no contar con ninguna pequeña ulcera o rozadura que podría complicarnos las cosas, ¿qué opina Dra.?".

"Si, todo está perfecto", dijo la  doctora.

La fisioterapeuta ayudó al pequeño a sentarse en la cama y le tendió las muletas.

"Lo más importante ahora mismo, es que no apoyes el pie bruscamente en el suelo, no tengas prisa, ve poco a poco. La lesión ha sido muy grave y tenemos que ir despacio. Primero acostúmbrate a las muletas y el tratamiento, harán el resto para poner a punto tus músculos y empezar la rehabilitación. Después ya todo dependerá de ti y de tu esfuerzo. ¿Entendido?", dijo la doctora muy seria.

El pequeño asintió, y le sonrió nerviosamente, cogió ambas muletas y costosamente se levantó de la cama con ayuda de Clara, quien de inmediato empezaría con el proceso de rehabilitación.

Lucy y Emma se quedaron solas en la habitación mientras se veían una la otra sin decir nada, Emma empezó a  acercarse  lentamente a  Lucy para besarla tomandola de su barbilla, pero un ruido hizo sobresaltar a ambas.
Lucy  fue la primera en salir de la habitación, seguida de la doctora quien rápidamente desapareció por el pasillo. Al entrar a su oficina Lucy pensó cuando la vio por primera vez, le había parecido una mujer tremendamente atractiva e interesante, lo cual ella había achacado a una mala jugada de su mente por su increíble parecido con Amy, amaba a su novia con locura y siempre había pensado que no podría fijarse en nadie más. Lo que había ocurrido minutos antes la tenía completamente confundida y horrorizada, ella había sentido el mismo deseo de saborear aquellos dulces labios, que parecía haber sentido su doctora por los suyos. Su corazón se encogió y sintió la necesidad de hablar con su novia inmediatamente.

Amy llegó a casa, al entrar a la habitación la joven de ojos azules dormía plácidamente en el sofá, no pudo evitar acercarse y acariciarle dulcemente la mejilla, pasar la yema de sus dedos suavemente por sus labios. Parecía estar completamente en paz, tenía una pequeña sonrisa en sus labios que la hacía aún más bella si cabe.
Se dirigió a la cocina, minutos después sintió unas manos aferrarse a su cintura, “hola amor, cómo te fue hoy?” preguntó aquella dulce voz.
“Aún no hemos obtenido ninguna respuesta, es como si se lo hubiese tragado la tierra, pero te prometo que lo atraparemos” respondió Amy girándose  para besarla.

Solo cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora