Capitulo 26

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Nada más cerrarse la puerta tras ella, Amy tomó con ambas manos la cara de Lucy y poco a poco acercó sus labios a los suyos, los beso dulcemente una y otra vez, con suavidad, casi como en una caricia, con miedo a causar más dolor.

Lucy suspiró y cerró los ojos, disfrutando infinitamente de cada mimo que le proporcionaban los suaves labios de su amada en los suyos, llevándola al paraíso. Escuchó la voz de Amy en un susurro que murmuraba una y otra vez, "lo siento, lo siento, lo siento...."y una humedad cubrió sus mejilla. Alarmada abrió los ojos y miro a su chica; lloraba amargamente. "Amy, mi amor, ¿qué va mal?, ¿qué te sucede?", alzó su cara obligándola a mirarla.

"Lo siento Lu", fue lo único que salió de sus labios.

"¿Qué es lo que sientes, mi vida?, no tienes nada por lo que disculparte", la joven artista acarició amorosamente su mejilla.

"No he sabido protegerte, no he podido evitar que te hiciera daño, ¿y si no soy capaz de hacerlo?, ¿y si cuando llegue el momento no soy capaz de detenerlo?", murmuro la rubia.

"Amy, si no hubieses llegado, quien sabe lo que me hubiesen hecho antes de matarme, te lo debo todo, y no solo por lo que ha sucedido esta noche. Nunca me han hecho sentir como lo haces tú, cuando llegaste a mi vida mi corazón volvió a latir, me has devuelto la alegría, la ilusión, las ganas de vivir, el amor. Siento que mientras tú estés a mi lado nada, ni nadie puede hacerme daño, pero si sucede y lo consigue habrá merecido la pena, estoy viviendo junto a ti los días más felices de toda mi vida", murmuró la artista a la vez que iba secando sus lágrimas con dulces besos.

"Nunca permitiré que nadie me aparte de ti, te amo Lucy Hoffman, te amo con toda mi alma", cogió su mano, le obligo a sentarse en un pequeño banquito al lado del botiquín y se dispuso a retirar la sangre reseca de sus heridas.

Con una gasa húmeda y manos temblorosas; con mimo, con lentitud, con pavor a causar más dolor; a castigar más aquella dulce y sensible piel, retiró lenta y delicadamente toda la sangre reseca del cuello y los labios de la mujer que ama, tratándola con exquisita suavidad, como si fuera tan frágil como una muñeca de porcelana que pudiera romperse en cualquier momento.

Lucy miraba con absoluto amor y devoción a aquella mujer a la que no le temblaba el pulso para abatir con su pistola a un hombre en su casa, pero no podía evitar temblar por el miedo que le provoca la posibilidad de poder causarle el más mínimo dolor. Si el amor y la veneración hacia una persona tenían un límite; ella estaba segura de que en aquellos momentos lo había sobrepasado. Suspiró y cerró los ojos, incluso en aquellos momentos disfrutaba enormemente de la cercanía de su amada, cada vez que la joven rubia la tocaba causaba estragos en su cuerpo, su corazón comenzaba a galopar en su pecho y un intenso calor que arrasaba con todo a su paso la recorría irremediablemente, deseando casi dolorosamente sentir aquellas manos que le quemaban la piel recorrer todo su cuerpo desnudo.

Al terminar, Amy acarició con la yema de sus dedos la fina cicatriz en el cuello de su amada, sintió el pulso acelerado de Lucy, fue cubriéndola poco a poco de suaves besos degustándola con su lengua, provocando un suspiro en la mujer castaña. Poco a poco dirigió sus besos hacia la oreja de su amante, "te quiero", susurró antes de cerrar sus labios en el lóbulo.

Lucy cerró los ojos y lanzó un intenso gemido,  giró la cabeza buscando los labios de su novia, los encontró tan deseosos como los suyos. La besó apasionadamente; primero degustó con avidez el labio superior una y otra vez; pasó su lengua por el inferior, lo mordió dulcemente, introdujo su lengua en la boca juntándose con su homóloga que la esperaba ansiosa, a la vez que su mano se colaban por debajo de su camiseta acariciando sus caderas, el lateral de su estómago, de sus pechos.

Al juntar su lengua con la de Lucy, y sentir sus manos en su cuerpo, Amy sintió como un calor increíblemente placentero, se encendía en su entrepierna, presionó sus labios más con los de su amada profundizando en el beso, el deseo y la necesidad se iban abriendo camino en sus cuerpos. Poco importaba que en el piso de abajo, decenas de policías estuvieran recogiendo pruebas y esperando por su declaración,  en aquellos momentos sólo existían ellas dos.

La joven rubia comenzó a levantar la camiseta,  de su enamoraba mientras la besaba una y otra vez apasionadamente, sus lenguas se juntaban, se abrazaban, dibujaban círculos en sus bocas cada vez más lujuriosamente. Amy introdujo sus manos por debajo de su sujetador y empezó a jugar con sus pezones.

Lucy abrió los ojos sobresaltada, comenzó a temblar y se apartó asustada de su sorprendida amante. Al sentir los dedos de su novia en sus senos, los recuerdos de lo sucedido hacía una hora explotaron en su cerebro. Las manos de aquel hombre invadiendo su cuerpo, volvieron a ella en forma de las de Amy, causándole gran repulsión. Se refugió indefensa en un rincón del gran cuarto de baño, temblando como una hoja, con las lágrimas rodando por sus mejillas.


"Mi amor, ¿qué pasa?", preguntó la rubia asustada, acercándose a ella para abrazarla.

La artista, se revolvió y la apartó.

"Cariño soy yo, déjame ayudarte", insistió la agente siendo consciente por primera vez de que lo que su novia había pasado había sido realmente grave.

"No me toques Amy, por favor no me toques ahora", Lucy temblaba cada vez más.

"Está bien mi vida, está bien, pero por favor tranquilízate", la agente se retiró un poco dejándole espacio.

Poco a poco la joven de ojos azules se fue tranquilizando, ante la preocupada mirada de su chica.

"Amy, lo siento, no sé que me ha pasado", murmuró avergonzada por su reacción.

"Tranquila cariño", respondió con amor. Se acercó a ella, para intentar abrazarla, al notar la tensión de su novia por su proximidad, desistió y tomo su mano, "mi amor, ¿qué es lo que ha pasado?".

"Yo Amy..... Prefiero no hablar de ello", contestó la artista.

Con todo el cariño del mundo, la agente acarició su mejilla, "Lu vas a tener que hacerlo, si no quieres hablar conmigo como novia, hazlo como policía".

"Amy yo.... yo prefiero que no estés tú cuando haga mi declaración, yo....", las lágrimas volvieron a sus ojos.

"Pero mi amor..... Yo sólo quiero ayudarte, quiero estar ahí para darte todo mi apoyo, para....".


"No Amy, no quiero que estés ahí, estaré más cómoda si tú no estas", se sentía tremendamente avergonzada y temía el rechazo de su novia al saber que ese hombre había accedido a sus lugares más íntimos, esos lugares que solamente guardaba para ella.

La joven detective vio la vergüenza y el miedo en los ojos de su amada, la obligó a mirarla a los ojos, "mi amor, haya pasado, lo que haya pasado, yo estaré siempre junto a ti, apoyándote, no tienes que avergonzarte por nada, Lu tú no has hecho nada malo. Por favor no me alejes de ti, no dejes que se salga con la suya, mi amor tenemos que hacer esto juntas".

"Me siento sucia, Amy ese hombre me toco, me manoseo entera, sin permiso rompiendo toda mi privacidad; aún siento su aliento en mi, veo esa sonrisa sucia en su boca mientras se tocaba, no hubiese dudado en forzarme, noto la satisfacción de Franklin....., yo... ", tuvo que parar, un nudo en la garganta le impedía hablar.

Amy no lo dudo, dio un paso hacia adelante y la tomó entre sus brazos, Lucy no la rechazó, "Shhhhhhhh, tranquila mi amor, juntas superaremos todo esto. Te prometo que cueste lo que cueste no permitiré que nadie vuelva a hacerte daño, me da igual lo que tenga que hacer, nadie volverá a acercarse a ti, por favor confía en mi".

La joven artista no contestó, pegó más su cuerpo al de su chica, disfrutando enormemente de la tranquilidad que le daban esos brazos protectores, "te amo Amy", murmuró.

"Y yo a ti, más que a nada en este mundo", respondió la rubia en su oído, "será mejor que bajemos".

Lucy asintió, tomó su mano y juntas bajaron al piso inferior.

Solo cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora