Capitulo 11

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Lucy se disponía subir a su habitación cuando el timbre de la entrada sonó, vio como Jennifer se acercaba a abrir la puerta. Al verla su corazón dio un brinco en el pecho, haciendo de tripas corazón intentó pasar por delante suyo sin ni siquiera mirarla, rezando por pasar inadvertida, Amy parecía absorta en algo que le estaba diciendo Jennifer.


No había puesto el pie en el primer peldaño cuando escuchó su voz, "buenas noches Lucy".

Se giró, sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia un morado en el cuello posiblemente provocado por Gabriela la noche anterior en un arranque de pasión. Apretó los dientes con rabia, intentando disimular el dolor que le había producido el desgarro de su corazón al verlo, su mirada se tornó gélida, "buenas noches detective", y sin decir una palabra más se volvió y se dirigió a su cuarto.


El corazón de Amy se partió en dos al sentir como aquella mirada helada la traspasaba, instintivamente puso su mano en el punto de mira de aquellos ojos cálidos hasta ahora, pero en aquellos momentos heridos de muerte; no sabía que había allí para provocar semejante reacción en la joven de ojos azules. Al escuchar la palabra detective salir de aquellos labios que un día antes se habían juntado dulcemente con los suyos, causándole sensaciones inimaginables, un rayo helado atravesó todo su cuerpo y vio con gran pesadumbre como se alejaba de ella escaleras arriba.


"Al menos podías habértelo tapado", escuchó que le reprochaba Jennifer con voz seca.


Amy la miró sin entender nada, "pero....", intentó decir.


Jennifer no le dejo continuar, "no sé que está pasando Amy, pero creo que acabas de dejar escapar al caballo ganador y te has quedado con la mula", y sin decir una palabra más se marchó.


Amy se dirigió inmediatamente al cuarto de baño, se miró al espejo y en seguida lo entendió todo. Aquel beso había significado para las dos mucho más de lo que ninguna quería admitir y la cobardía de sus actos había roto dos corazones. Sintió un dolor que le desgarro las entrañas al comprender que era demasiado tarde para no entregarle su alma, se la había entregado en bandeja de plata la primera vez que puso sus pies en aquella casa y con sus estúpidos actos la había apartado de su vida para siempre.


Se obligó a mantener una mínima esperanza y esperó con el corazón en un puño a que esa noche apareciera, pero no lo hizo, ni esa ni ninguna más. Lucy con los dientes apretados y un esfuerzo casi inhumano se mantenía firme en su cama. No deseaba nada más que tirarlo todo por la borda, bajar corriendo las escaleras y arrojarse a los brazos de aquella mujer que le había robado todo, su mente, su alma, sus sentidos, su cuerpo, besarla una y otra vez, suplicarle que la llevase lejos, lejos de Franklin, lejos de todo, a un lugar donde pudieran estar juntas para siempre......., por mucho que lo negase, finalmente tuvo que admitir que estaba locamente enamorada de ella. Pero el precio a pagar era demasiado alto por un sueño, a Amy le interesaba más pasar las noches con Gabriela que con ella.


Los días y las noches, que siguieron fueron especialmente duras para las dos mujeres Lucy no era capaz de concentrarse en la universidad al dar sus clases, de dar el cien por cien de ella misma. Su mente estaba confundida se encontraba en otro lugar. Se imaginaba que finalmente Amy cambiaba el turno con Jennifer y disfrutaban de aquel día que habían planeado. Iban a comer al idílico parador, después paseaban juntas agarradas de la mano, disfrutando la una de la otra, sin nadie que pudiera interponerse, perdiéndose en la paz y la armonía del bosque. La miraba con aquellos ojos color miel chispeantes que le nublaba el sentido, la besaba y le hacía dulcemente el amor....., incluso podía sentir sus caricias, sus manos recorriendo todo su cuerpo...... pero siempre la imagen de aquel morado en el cuello de Amy la hacía volver a la realidad, aquello era un sueño imposible de cumplir.


A la joven detective se le empezaba a notar la falta de sueño, unos grandes surcos oscuros aparecieron debajo de sus ojos. No era capaz de conciliar el sueño, todas las mañanas al abandonar la casa de la artista intentaba dormir unas horas antes de seguir con la vigilancia de Franklin, pero le era imposible, en su mente aparecía una y otra vez sin darle un momento de tregua la última mirada dura y gélida que Lucy le había brindado.


Quería correr a sus brazos, decirle que la amaba, que aquel beso era lo más bonito que le había pasado en la vida, que su corazón latía por ella, sacarla de aquella casa, de los brazos de aquel hombre y llevarla lejos, a un paraíso donde pudieran vivir su amor felices para siempre. Pero aquello era un sueño, el corazón de la mujer de su vida no latía por ella, latía por Franklin, aquella era la cruda realidad.


Daba vueltas y más vueltas en la cama hasta que finalmente desesperada se levantaba y continuaba con su vigilancia.

El desasosiego iba haciendo mella en ella, necesitaba algo para poder probar que aquel hombre era un asesino.


El sonido de su teléfono móvil la sobresaltó, miro la pantalla y se asombró al ver quien era, "dime Karen", su capitán nunca la llamaba fuera de horas de trabajo.


"Amy, puedes pasarte por mi despacho antes de ir a casa de la Srta. Hoffman, tengo algo que comunicarte", respondió Coleman desde el otro lado.


"Si, claro, ¿ha pasado algo?", preguntó nerviosa.


"No tranquila, se trata de una decisión que he tomado, Amy tengo que dejarte, me entra una llamada, ahora nos vemos", colgó el teléfono.

La rubia encendió el motor y se dirigió a la comisaría, el tiempo se la había echado encima sin darse cuenta, en menos de una hora tenía que relevar a Jennifer.


Llamó a la puerta del despacho Coleman estaba hablando por teléfono, le indicó con un gesto que entrara y se sentara.

"Amy, sé que esto no te va a gustar, sé lo involucrada que estás en el caso", dijo sin rodeos, "estamos a tope de trabajo y no puedo tener a mis dos mejores detectives en un caso que no avanza, a partir de mañana Laura y Lorenzo se encargaran del caso, vosotras os pondréis con la cadena de asesinatos de Mitte".


"Pero.....", intentó protestar la rubia.


Coleman la interrumpió, "no hay peros detective Foster, la prensa nos está presionando porque llevamos semanas dando palos de ciego, la decisión está tomada. He hablado con el alcalde y él también está de acuerdo, tomate un unos días necesitas descansar y adaptarte al nuevo horario".


Amy se dio cuenta enseguida de que la batalla estaba perdida, decepcionada se despidió y salió del despacho. Condujo tristemente por última vez hasta casa de la artista, tenía unas inmensas ganas de llorar, ahora estaba segura de que había perdido todas las oportunidades de que formase parte de su vida.


Al llegar como siempre Jennifer le abrió la puerta y le puso al corriente de todas las novedades, el día había sido tranquilo, ni rastro de la acosadora.

¿Dónde está?, preguntó la rubia a su compañera con voz triste y cansada.


"En su cuarto, acaba de subir, ¿Amy estás bien?", Jennifer estaba preocupada, desde que se tomó aquel día libre, su amiga parecía haber perdido toda la energía y la alegría que la caracterizaba.


"Si claro, ¿por qué no voy a estarlo?", respondió inmediatamente.


"Mira puedes intentar engañarme si quieres, pero estate segura de que no lo consigues", le dio un beso en la mejilla a modo de despedida y le entregó un sobre antes de abandonar la casa, "me ha pedido que te entregue esto".



Solo cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora