Capitulo 23

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Las dos policías se miraron sorprendidas, Jennifer asintió con la cabeza y las cuatro mujeres volvieron a entrar en la casa.

"¿Qué es lo que tiene que decirnos Sr. Antonio?", preguntó Amy sin ningún preámbulo al entrar al salón, estaba ansiosa por escuchar lo que aquel hombre tenía que decir.

"Mentí en mi declaración", respondió el Sr. Antonio.

"¿Pero por qué hizo eso, Sr. Antonio?", exclamó Lucy sorprendida.

"El Sr. Franklin me lo pidió, me dijo que era muy importante para usted mantenerse tranquila antes de su exposición de arte, y que el pareciese culpable la iba a alterar muchísimo", respondió el hombre sereno.

Amy sintió que un escalofrío helado recorría todo su cuerpo, "¿qué fue lo que realmente pasó aquel día?".

"El Sr. Franklin llegó 7:10, preguntó si usted estaba en casa", dijo mirando a la artista directamente, "le contesté que no, que quien estaba en su cuarto era Fernanda ella había subido a su habitación antes de dejarme en la cocina con la merienda. Él subió a su habitación, al cabo de una hora, bajó con una bolsa deportiva roja en la mano y me dijo que se iba a la oficina porque había olvidado unos informes", el rostro del hombre no cambió ni un ápice, mientras revelaba tan importante información.

Lucy lo miraba boquiabierta,no podía creer lo que estaba oyendo. Existía la posibilidad de que su exprometido fuese un asesino, ella podría haber estado compartiendo cama con unhomicida, no pudo evitar estremecerse. Aquello no pasó inadvertido para lajoven rubia, inmediatamente se sentó a su lado y tomó su mano amorosamente,mostrándole su apoyo.


"¿A qué hora volvió?",preguntó Vallejo

"Sobre las nueve de la noche,me sorprendió el hecho de que no trajera ningún papel consigo. Al cabo de unosdiez minutos subió a su cuarto y bajó aterrorizado, dijo que Fernanda estabatirada en el suelo muerta y que llamara a la policía. Cuando colgué insistióuna y mil veces que acababa de encontrársela, pero que todo apuntaba hacia élcomo sospechoso. Me suplicó que confirmara su coartada, para evitar alterar ala Srta. ", terminó el imperturbable hombre.
"Donde estuvo, los diezminutos que pasaron desde que llegó a casa, hasta que subió a la habitación",preguntó Amy

"No lo sé, me pidió queavisara a la madre de la Srta. de lo que había ocurrido y mientras hablaba conla Sra. Hoffman no podía ver lo que hacia".

La joven detective sabíaperfectamente que había estado haciendo, abrir la ventana del sótano,"¿recuerda algo más que le llamara la atención de aquella noche?", preguntó.

"Ahora que lo dice...... mesorprendió bastante que no se llevase su deportivo, y fuese en el todoterreno"

"Franklin odia ese coche, esmás odia conducir cualquiera que no sea el suyo", exclamo la artista.

"Pero con ese coche llamaríademasiado la atención a donde quiera que fuese......", murmuró la rubia, "¿elcoche que usó tiene GPS incorporado?, preguntó a su chica.

"Si claro"

"¿Y se ha vuelto a usar desdeaquella noche?", insistió esperanzada.

"No, ya te he dicho que a Franklinno le gusta conducirlo y a mi me parece demasiado grande", volvió a responderLucy.

Una gran sonrisa apareció enel rostro de la rubia, el GPS probablemente tendría grabado el último viaje,"enséñamelo".

Las tres mujeres se dirigieronal garaje, Amy estaba cada vez más nerviosa si la ruta estaba grabada, entonceslo tendría, por fin podría detenerlo. Lucy abrió el coche y la rubiainspeccionó inmediatamente el aparato, su cara se iluminó, el último viaje quese había hecho en ese coche fue en uno de los barrios más marginales ypeligrosos de de la ciudad, "necesito que me dejes el coche", Lucy asintió.

"Amy ha pasado más de un mes,eres consciente de que probablemente no encontremos nada, ¿verdad?", dijoJennifer a su amiga al ver su cara de ilusión.

"Si Jen, pero ¿y si tenemossuerte?, podré encerrarlo de una vez por todas, ¡vamos!", contesto y dio unbeso a Lucy a modo de despedida, "te llamaré en cuanto sepamos algo".
"Ten mucho cuidado por favor,moriría si te pasase algo", le susurro la artista al oído.

Amy acarició dulcemente sumejilla, "no te preocupes, nada ni nadie podrá separarme nunca de ti, te amocon toda mi alma", le dio un último y tierno beso y subió al coche.

Las dos mujeres se dirigieronhacia donde el GPS les indicó, se adentraron en el barrio y al cabo de una horallegaron al punto exacto donde Franklin se había detenido. Era un edificioviejo y abandonado junto a un descampado, no se veía ni un alma a su alrededor,a unos pocos metros había unos contenedores, Amy decepcionada se dirigió aellos, estaban vacíos, la joven rubia suspiró, habían estado tan cerca......

"Lo siento Amy", dijo Jenniferal ver la cara de decepción de su compañera, "entremos a ver si encontramosalgo".

De pronto el corazón de Amydio un brinco, del edificio, empujando un viejo carro, salió un mendigo, era unhombre de mediana edad, desaliñado, hacía muchísimo tiempo que no había probadoel agua, llevaba puesto un sucio y carísimo abrigo.
La joven detective corrióhacia él, el hombre sorprendido intentó huir empujando su carrito, pero las dosmujeres enseguida le dieron alcance.

"Tranquilícese, somospolicías, sólo queremos que nos responda a unas preguntas", dijo Amy amablemente, enseñándole su placa, al llegar asu altura.

El hombre la miró condesconfianza.

"¿De dónde ha sacado eseabrigo?", preguntó Jennifer.

"De la basura, un hombre lotiró", respondió el mendigo, abrazándose a si mismo como queriendo proteger supreciada prenda.

"¿Tiró algo más?", continuóAmy casi sin poder creer su suerte, con los ojos clavados en una bolsa dedeporte roja que había en el interior del carro.

El desaliñado hombre, de malagana y resignado, cogió la bolsa y se la tendió.

"También tendré que quedarmecon su abrigo, prometo comprarle otro y traérselo mañana mismo", dijo Amy mientras que con dedos temblorosos comenzaba aabrir la bolsa para mirar en su interior.


Solo cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora