Capitulo18

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Habían pasado la noche amándose sin descanso hasta terminar exhaustas, rindiéndose en los brazos de Morfeo. Disfrutaron una y otra vez de las sensaciones que les proporcionaba el otro cuerpo a su lado, con la sensación de haber dado con la otra mitad que hacía falta en sus vidas para ser completamente felices, no necesitaban nada más que aquel otro cuerpo descansara junto a ellas a su lado de por vida y todo sería mágico y maravilloso.


Amy abrió los ojos y una sonrisa iluminó su cara, unos luceros azules la observaban con absoluta devoción, "¿has pasado así toda la noche?", preguntó.


Lucy rió, "no, he dormido como un bebe, creo que jamás me había sentido así. Hace poco que me he despertado y me he quedado hechizada mirándote".


La joven agente la beso con todo el amor del mundo concentrado en ese beso, sintió como el cuerpo desnudo de su amante reaccionaba a aquel beso, pegándose más al suyo y removiéndose inquieto. Introdujo su lengua en aquella boca que la esperaba ansiosa, en busca de su compañera de juegos, que la recibió gustosa, con tanta necesidad como si hubiesen estado una eternidad sin encontrarse. Se besaron una y otra vez sin interrupción, presionando cada vez más, intensificando en el beso, hasta que el deseo volvió a llenar la habitación.


Lucy sintió que se ahogaba y muy a su pesar tuvo que retirarse a coger aire, "me vuelves loca Amy, haces que pierda el sentido completamente con un solo beso", dijo sin aliento.


La joven rubia sonrió picarona, con un hábil movimiento se puso encima de ella e introdujo su pierna entre las de su amante, "pues prepárate porque vas a disfrutar como nunca has disfrutado", susurró justo antes de atrapar sus labios con su boca y volverse a fundir en un ardiente beso.


El teléfono de Lucy comenzó a sonar en el salón, ambas lo ignoraron y siguieron besándose cada vez más apasionadamente, las manos de la detective comenzaron a explorar el cuerpo de Lucy, mientras el teléfono sonaba y sonaba insistentemente. Finalmente la artista frustrada se separó, "tengo que coger es Marcela, si insiste tanto es que es algo importante", dijo mientras salía corriendo de la cama.


Amy miró embobada como aquel cuerpo perfecto salía de la habitación, suspiro de satisfacción y cerró los ojos. No podía creerse todo lo que había pasado en el último mes, Lucy Hoffman, la gran pintora, la profesora amable y dedicada; la mujer con la que había soñado, sentía exactamente lo mismo que ella, se había enamorado hasta el punto de dejarlo todo por ella, le había dicho que la amaba y había compartido cama con ella haciendo el amor una y otra vez durante toda la noche, sellando aquella unión. No se podía ser más feliz de lo que ella lo era en ese momento.


"Amy lo siento, me tengo que ir, me he olvidado que tenía una reunión en el taller con unos italianos  y Marcela, ha conseguido retrasarla un par de horas", se tiró junto a ella y la beso mimosa y se abrazó a su cuerpo, "pero yo no quiero separarme de ti".


"¡Hey....!, no lo hagas más difícil", dijo Amy separándola dulcemente, haciéndose la fuerte, "yo también tengo cosas que hacer, dúchate tu primero, vamos te daré una toalla".


A regañadientes la joven de ojos azules salió de la cama y la siguió hasta el cuarto de baño, se ducho, se vistió y mientras su chica se metía en la ducha comenzó a peinarse.


"¿Nos veremos esta noche?", preguntó la rubia.


"Lo siento Amy, esta noche tengo una cena con mi madre y no sé a que hora terminare", respondió la castaña apenada.


"Bueno, entonces..... ¿Nos veremos mañana?", volvió a intentarlo la agente.


"No lo sé, tengo que mirar mi agenda"


"¿Cómo que tienes que mirar tú agenda?", pregunto Amy sorprendida.


"Si, tengo que consultarlo, a primera hora tengo cita en casa para anunciar que Franklin y yo hemos roto, también tengo reunión de profesores en la universidad. Después no recuerdo si tengo algo que hacer, además nunca se sabe los planes que pueden surgir", contestó la artista.


Amy estaba cada vez más sorprendida, era cierto que no habían hablado del tipo de relación que existía entre ellas, pero no tenía el concepto de Lucy como una mujer abierta a una relación sin compromiso, ni fidelidad, "¿a que te refieres con un plan mejor?"


"Amy, sabes que me encanta estar contigo, pero si me sale un plan con alguien más interesante entenderás que no voy a desperdiciarlo" respondió la castaña girándose hacia ella con una sonrisa.


Amy la miró boquiabierta, no se podía creer lo que estaba escuchando, al ver la cara burlona de su amada no pudo evitarlo y la apuntó directamente con la ducha empapándola de arriba abajo.


Lucy no lo dudo, y sin pensárselo, se abalanzó sobre ella dentro de la ducha, se la quitó de las manos y con un rápido movimiento giró el mono mando hacia el agua fría y apuntó a su atacante directamente.


Amy gritó y se lanzó a por Lucy intentando arrebatarle la ducha, en el fragor de la batalla consiguió poner a la artista contra la pared, pero sin conseguir apoderarse de la alcachofa, las dos mujeres reían a carcajadas enfrascadas en una lucha sin cuartel por hacerse con el endemoniado aparato. De pronto sus ojos se juntaron y ambas detuvieron cualquier movimiento.


Sus narices estaban juntas, Lucy notó como el cuerpo completamente desnudo de Amy se pegaba a ella aún más, sin dejar un centímetro de separación entre ambos, podía sentir el cálido aliento que se escapaba de la boca entreabierta de su amada en su cara, notó como su respiración se aceleraba y su corazón empezó a latir violentamente, la piel de gallina se instauró en todo su cuerpo. Sabía que no era el momento pero no pudo contenerse más, cerró el último hueco que existía entre ellas y juntó sus labios con los de su amor. Sintió como las manos de la rubia empezaban a recorrer todo su cuerpo mojado, deslizándose por sus brazos hacia arriba, sobre sus omóplato, recorrían su espalda lentamente, sus caderas, apretaban firmemente sus nalgas.


Lucy no podía pensar, le costaba respirar, temblaba violentamente, estaba completamente a meced de Amy y su deseo por ella crecía cada vez más y más. Envolvió sus caderas con sus brazos y la presionó contra ella con ganas de más, de sentir como la invadía y le hacía el amor salvajemente. Exploró lentamente con su lengua los labios de la rubia, mordió con dulzura su labio superior, después el inferior haciendo un poco más de presión, finalmente sus bocas volvieron a juntarse en un beso hambriento que provocó que un gemido se escapase de la garganta de la joven agente. Sus lenguas se tocaban, se acariciaban entre si, cada vez con más anhelo, la lucha había terminado dando paso a la pasión y el deseo.


Las manos de la artista, acariciaban el cuerpo desnudo de su amante, sus brazos, su espalda, sus pechos esos pechos duros y abultados, con los pezones completamente erectos como consecuencia del frío y la excitación, la rubia gimió fuertemente al sentir el contraste cálido de la boca y la saliva de Lucy en ellos.


Amy hizo un gran esfuerzo para no perder totalmente el control y dejarse llevar por los besos y caricias de Lucy, poco a poco comenzó a bajar la cremallera de su vestido, revelando una piel que se encendía de inmediato en todos los puntos que sus dedos tocaban, tiro de la prenda hacia abajo dejando su hermoso torso al descubierto. Agarró la cabeza de su amante y la atrajo hacia su boca, besándola incansablemente, introduciendo su lengua una y otra vez con infinita pasión, sintiendo un estremecimiento en su entrepierna cada vez que ambas lenguas se acariciaban.


Lucy estaba a punto de desfallecer, con desgana se separó de los labios de su amada para respirar, a la vez que abría los ojos para mirar a la joven rubia, sus ojos eran negros y reflejaban el mismo deseo y la misma lujuria que sentía ella misma.


"Amy," susurró, ésta no la dejo continuar, selló sus labios con otro beso apasionado, sus manos se deslizaron sobre el vientre Lucy, abrasando todo a su paso, con el dorso de sus manos tocó ligeramente los senos de su amante, un gemido se escapó de los labios de ésta y rápidamente levantó sus manos sobre su cabeza, rindiéndose ante el placer que estaba sintiendo, tenía la sensación de que iba a enloquecer si Amy no la hacía suya en esos momentos.

La joven agente dejó que sus ojos se perdieran en el cuerpo de Lucy y lo que vio le pareció simplemente impresionante: la artista estaba respirando con dificultad, su pecho subía y bajaba arrítmicamente, la miraba con una mirada suplicante, de añoranza, de deseo, esperando con ansia que la hiciese suya, lo que quedaba del vestido negro empapado se le pegaba a las piernas resaltando su perfecta figura y por su rostro aún resbalaban pequeñas gotas de agua, Amy jamás había visto nada más bello, estaba a punto de perder el juicio, el corazón iba a salirse de su pecho.


Sin dejar de mirarla ni un segundo, la agente atrapó con ambas manos los pechos de la joven de ojos azules y comenzó a masajearlos, a la vez que degustaba sus labios, ésta volvió a gemir fuertemente, el calor en su entrepierna empezaba a ser abrasador.

La rubia deslizó su mano derecha hasta el cierre del sujetador, y con hábil movimiento de sus dedos lo abrió, se deshizo rápidamente del sostén y colocó ambas manos sobre los hombros de la pintora, presionándola de nuevo contra la pared, con su boca empezó a explorar su piel mojada, besándola en el cuello, la boca, mordisqueando su oreja, bajando lentamente, por su cuello, su hombro a la vez que con sus manos acariciaba los pechos de Lucy.


De la boca de la joven de ojos azules salían pequeños y constantes gemidos, un reconfortante escalofrío recorrió su espina dorsal, al sentir finalmente la boca de su amante en su seno derecho.


La joven agente, recorrió con su lengua la piel hipersensible, degustándola, dibujando pequeños círculos, pero sin cerrar la boca sobre el pezón, intentando llevar a su amante al grado más alto de excitación. Lucy impaciente enterró su mano en el cabello húmedo de la mujer que la estaba volviendo loca de placer, tratando de animarla a hacer lo que necesitaba. La rubia no dudó en cumplir sus deseos, y poner fin al dulce castigo cerrando sus labios alrededor del rosado pezón de Lucy, jugando con el con su lengua, mordisqueándolo hasta endurecerlo completamente, haciendo gemir a su amada fuertemente, cerrar los ojos y dejar caer la cabeza contra la pared, entregándose completamente al placer que la invadía.

Amy lamió, jugo, mordisqueó el pecho derecho de Lucy, sin separar sus labios de la húmeda piel, desplazó su boca hasta la otra mama que espera ansiosa el mismo tratamiento. Comenzó a besar y lamer apasionadamente el pecho izquierdo de su amante, pacientemente se detuvo en su pezón duro como una roca, chupándolo, atrapándolo con sus labios, enviando a Lucy directamente al paraíso.


El cuerpo de la joven artista tembló sin control, estaba experimentando en sus propias carnes el placer infinito, temió que sus rodillas no la sujetarán y se aferró firmemente a los hombros de la rubia, segura de que iba a perder el sentido en cualquier momento. Los labios de Amy se posaron en los suyos buscando un lujurioso y hambriento beso, sintió como introducía la lengua en su boca con desesperación buscando la suya, fundiéndose nuevamente entre si con tal pasión que la necesidad entre las piernas de Lucy se hizo casi dolorosa.

La detective deslizó sus manos hasta lo que quedaba del vestido de su amante, con el fin de deshacerse de esa innecesaria prenda, introdujo la punta de sus dedos por el borde de su ropa interior y comenzó a bajarla lentamente, a la vez que acompaña ese proceso con un reguero de besos, hasta que finalmente dejó libre el sexo de su amada, un espasmo recorrió la húmeda y palpitante entrepierna de la artista.

Amy se arrodilló, acarició con sus manos poco a poco la parte exterior de las piernas de la cantante, las caderas de ésta se movían de adelante hacia atrás sin control, había llegado al grado de excitación máxima, notaba como su humedad emanaba de ella abundantemente, su vagina esperaba ansiosa ser penetrada por los dedos mágicos de su amante.


La rubia deslizó sus manos tímidamente hacia la cara interna del muslo de la joven de ojos azules, deslizándose lentamente por la húmeda piel, aumentando la agonía, hasta sentir los músculos ya temblando al llegar a su sexo.


Amy se sorprendió al ver lo húmeda que estaba Lucy, el calor que emanaba de su interior era abrasador, no aguantaría mucho más, abrió más sus piernas en introdujo la cabeza entre ellas, un grito salió de Lucy al sentir los labios de la rubia presionar su clítoris abultado como un garbanzo, con su lengua chupo incansablemente el botón de placer de su amante hasta llevarla al borde de la locura, la artista gemía sin parar, y se retorcía contra la pared, a su pelvis le era imposible mantenerse quieta, presionó con sus manos la húmeda cabeza rubia incrustándola más en ella, necesitaba ser invadida por ella. Amy le estaba enseñando lo que era disfrutar del sexo, dejarse llevar, desear más y más hasta perder el control, todo aquello que le faltaba con Franklin y la joven de ojos miel se lo proporcionaba a raudales.


Sin previo aviso, Amy introdujo profundamente dos de sus dedos en su entregada amante, haciendo que otro grito resonara en el cuarto de baño, y todo su cuerpo se convulsionara, Lucy adaptó sus caderas al ritmo que le marcaban aquellos dedos, sintiendo morir de placer cada vez que la rubia la penetraba más y más hondo. Tenía la respiración desbocada, suspiraba, jadeaba, gritaba mientras cabalgaba más y más rápido sobre aquella mano, loca de deseo, de pasión, sin control, disfrutando plenamente de cada acometida.
La rubia aceleró el ritmo de las embestidas, así como el de su lengua, haciendo palpitar incontrolablemente las paredes de la vagina de su amada, consiguiendo inmediatamente su propósito al hacer que su bajo vientre explotase liberando fluidos a borbotones que inundaron su boca, llevándola al éxtasis infinito, dándole a conocer el más grande de los placeres.


Todos los músculos del cuerpo de Lucy se tensionaron, para relajarse al segundo siguiente, una sensación de flotar y caer al mismo tiempo la invadió, había entrado en el cielo por la puerta grande. Amy no perdía detalle de nada, miraba a su amada ensimismada, intentando grabar en su mente cada segundo de aquel bello momento. Finalmente se levantó y rodeó a una temblorosa Lucy entre sus brazos, sosteniéndola, mientras poco a poco volvía a la tierra.

Durante un tiempo, las dos mujeres se quedaron abrazadas, el agua helada que seguía saliendo de la ducha. Ellas no sentían nada, estaban en su propio universo paralelo, juntas, felices, disfrutando de aquel maravilloso momento, que nada ni nadie podía enturbiar, sintiendo que ya nunca podrían vivir la una sin la presencia de la otra a su lado.


"Cariño, ¿has pensado en como voy a salir de aquí si mi ropa está empapada?", murmuro la artista una vez recuperada a la vez que acariciaba su mejilla.


Amy asintió tiró de ella y la llevó hacia su cuarto, rebuscó en su armario, "en chándal", dijo a la vez que se lo lanzaba. "Amy, eres especial", "solo cuando estoy contigo".



La joven artista soltó una carcajada, "Marcela se burlará de mí", en su mente incluso podía imaginarse la cara de su asistente al verla aparecer de esa guisa en el taller.




Solo cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora