El viaje hacia el hospital fue eterno para Jennifer, los minutos parecían horas mientras era testigo de como la vida de su amiga se escapaba poco a poco, a pesar de los grandes esfuerzos que hacía el personal del servicio de urgencias para mantenerla con ellos. Cuando finamente llegaron, una multitud de sanitarios que esperaban a la agente abatida en la misma puerta de urgencias, se ocuparon inmediatamente de ella.
Vallejo los siguió hasta la misma puerta del Box, donde un par de enfermeras le cortaron el paso y pese a sus protestas le impidieron continuar, debía dejar trabajar al equipo medico. No pudo más que observar desde el pequeño ojo de buey de la puerta la lucha casi desesperada que se vivía dentro de la habitación por ganarle la partida a la mismísima muerte.
La actividad era frenética, una mujer joven fuerte y esbelta, de unos treinta y cinco años, cabello rubio y unos desafiantes ojos azules, había relevado a la sanitaria del servicio de urgencias en el masaje cardiaco, presionando rítmica y decididamente el pecho Amy, mientras daba ordenes a todo su equipo sin parar. El corazón de Jennifer dio un vuelco y sus rodillas temblaron al fijarse por primera vez en los monitores que indicaban las constantes vitales de su amiga, no había ninguna actividad en ellos.
"¡Desfibrilador!", bramo la cirujana.
El cuerpo de la joven rubia se convulsionó violentamente en la mesa de la sala.
"¡Cargue a trescientos!, ¡Otra vez apártense!"
Una inamovible línea recta, cruzaba de lado a lado los monitores. Pese a los grandes esfuerzos, claramente estaban perdiendo la batalla.
"Tres miligramos de Epinefrina, rápido".
Las lágrimas de Jennifer rodaron abundantemente por sus mejillas, al ver a la incansable cirujana meter sus manos dentro del pecho de su amiga para masajear directamente su corazón.
Un débil pitido sonó en la habitación, a la vez que un pico se dibujó en el monitor, tras unos instantes de tensión y expectación, ese pico fue seguido por otro más, y otro, y otro hasta llenar la pantalla del monitor.
"Tenemos latido, rápido a quirófano", gruño la rubia de ojos azules.
Todo el equipo medico pasó por su lado a gran velocidad camino del quirófano. Vallejo lloró como no recordaba haberlo hecho desde que tenía uso de razón, había pasado los cuarenta minutos más terribles y angustiosos de su vida. Durante aquellos interminables minutos había ido perdiendo toda esperanza, pero al ver aquel monitor llenarse de vida supo que Amy había vuelto y estaba luchando. En aquellos momentos, estaba casi segura de que ganaría aquella batalla, como siempre había hecho. Se sentó en una silla para intentar controlar su llanto y relajarse.
Lucy daba vueltas y más vueltas por la sala de urgencias como una leona enjaulada. Había intentado por todos los medios que alguien le informase que era lo que estaba pasando, pero no había conseguido que nadie le dijese algo más que, -tranquilícese Srta. Hoffman los médicos se están ocupando de ella-.
Creía que iba a volverse loca, necesitaba saber algo más. La mujer que estaba sola, en algún lugar de ese edificio era lo más importante en su vida, necesitaba estar a su lado, tomarle la mano, decirle una y otra vez cuanto la amaba, consolarla con su presencia y ayudarla a vencer las oscuras batallas que estaba librando.
Todo su cuerpo tembló y un intenso llanto se apoderó de ella al darse cuenta de que igual era tarde para todo eso, de que igual el cuerpo de Amy yacía sin vida en una camilla de algún frio pasillo dentro del hospital. Enloquecida salió corriendo de la sala de urgencias. Aquello no podía estar sucediendo, no podía ser verdad tenía que encontrarla.
"¡Lucy, espera!".
Inmediatamente se giró fuera de si, para librarse del brazo que le impedía avanzar para reunirse con Amy. Una respuesta airada murió en su boca al observar a la persona que la sujetaba. La detective Vallejo, la miraba con ojos tristes, parecía agotada pero permanecía serena. Estaba muy pálida, tenía los ojos hinchados a causa del llanto y tanto su ropa como sus manos estaban cubiertas de sangre.
"Jen, por favor dime como está", su cuerpo temblaba, la sangre se congeló en sus venas mientras esperaba la respuesta. Sentía que poco a poco le iban abandonando las fuerzas, no podía concebir una vida sin Amy, una vida sin amor.
Jennifer la observo, aunque parecía a punto de desplomarse, sabía que tenía que decirle la verdad, de lo que había pasado en aquella sala minutos antes, "Lu, está mal, muy mal. Llegó sin constantes vitales, después de treinta minutos de reanimación sin éxito, como última opción le han abierto el pecho y masajeado directamente su corazón y han conseguido que vuelva, ahora está en el quirófano".
Lucy se agarró fuertemente a Vallejo al escuchar aquellas palabras, las piernas no la sujetaban y poco a poco todo se estaba volviendo negro. En su cabeza se repetía una y otra vez la escena del disparo, unos minutos antes la rubia le estaba sonriendo, avanzaron unos metros, escuchó gritar a la joven detective, sonaron dos disparos y el cuerpo de Amy cayo inmóvil en sus brazos, Amy se había interpuesto entre la bala y ella y ahora se debatía entre la vida y la muerte en una sala de quirófano.
"Lu me escuchas", la voz de Jennifer la trajo de nuevo a la realidad, "tenemos que ser fuertes y esperar. Ella lo es, va a salir de esta y entonces nos necesitará a su lado, sobre todo a ti. Tienes que tranquilizarte".
La joven artista, apretó los puños, sacó fuerzas de donde ni tan siquiera sabía que las tuviese y asintió.
"Está bien, dame un minuto que voy a lavarme y te invito a un café. Va a ser un día muy largo".
Siete horas después había anochecido y aún no se sabía nada de la suerte de la joven agente. Lucy miraba por la ventana de la sala de urgencias, las lagrimas volvieron a su rostro al recordar amargamente la conversación que ambas habían tenido aquella misma mañana en el coche, antes de la carrera. Lo que iba a ser una noche mágica, donde se jurarían amor eterno en una cena romántica a la luz de las velas, se había convertido en una horrible pesadilla y ella era la culpable de todo.
Si ella no hubiese insistido una y otra vez en salir de casa, en participar en aquella carrera nada de aquello hubiera pasado. En aquellos momentos estarían las dos abrazadas delante de la tele en el pequeño apartamento de Amy, disfrutando la una de la otra. Se había empeñado en recuperar su vida, su libertad, pero lo único que necesitaba para ser completamente feliz, era tener a su amada a su lado, y quizás la había perdido para siempre.
"Hey....., tranquila veras como todo sale bien".
La voz dulce de Franciska y sus manos acariciando su espalda para reconfortarla, la devolvieron de nuevo a la fría sala de urgencias.
"Deberías irte a casa, llevas todo el día aquí", respondió la artista con voz cansada.
"Lu, se como te sientes y quiero estar a tu lado. No me voy a ir de aquí hasta que sepamos que Amy ha salido de la operación y que se va a recuperar. Hemos estado mucho tiempo separadas, no quiero que vuelvas a salir de mi vida ahora que por fin te he vuelto a encontrar".
"Gracias Francis, significa mucho para mi, yo....."
La puerta de la sala de urgencias al abrirse la interrumpió. Una joven doctora, vestida con ropa de quirófano, esbelta, rubia, con el pelo rizado y hermosos ojos azules, entró en la habitación.
Lucy observo como Jennifer se ponía tensa, se levantaba y se dirigía a ella. Sus piernas comenzaron a temblar, parecía que sus pies se hubiesen fundido con las baldosas del suelo, porque no era capaz de dar un paso. De las palabras que salieran de la boca de esa mujer, dependía toda su vida.
"Vamos Lu, no tengas miedo",Francis tiró tiernamente de su brazo, y temblando como una hoja, se acercaron ala doctora.
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Solo cuando estoy contigo
RomanceLucy una joven pintora enamorada del hombre de su vida, todo cambia cuando matan a alguien dentro de su casa, y para hallar al responsable aparece Amy una joven oficial altamente capacita en el tema de crimenes, de la cual Lucy se enamora, pero p...