Capítulo 2.

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"Malos recuerdos."

‹‹ ─Pero no entiendo que es lo que ve un hombre como usted en una chica como yo.

─No hay nada que entender, Megan.

Mentira. Ni siquiera yo entendía. No sabía cómo es que había pasado.

─No soy como usted. Nunca podré serlo.

Tenía razón, jamás sería como yo, jamás sería como las mujeres con las que acostumbro a divertirme. Ella era una chiquilla pobre, sin experiencia en la vida, sin... nada.

Pero siempre obtengo lo que quiero y la quiero a ella. No me interesa de qué manera, será mi esposa y no aceptaré un no por respuesta.

─No me interesa, te quiero para mí y es lo único que importa.

La giré, sus labios parecían ser muy frágiles, su rostro era el de una muñeca de porcelana que al mínimo forcejeo o mal trato se rompería en mil pedazos.

─Supongo que tendré que pensarlo.

Y una mierda. No tenía nada que pensar, ella ya era mía ¿es que acaso no lo entiende?

─No hay nada que pensar, Megan. Esto te beneficiará.

─Es que... yo no...

Me acerqué demasiado a sus labios, estaba tentado a besarlos, pero debía mantener la distancia sólo hasta que aceptara ser mi esposa.

─ ¿Tu qué?

─No conozco nada de usted.

¡Joder!

La abracé por la cintura y aspire nuevamente su aroma. Metí mi cara en la curva de su cuello y hombro, descansando mi cabeza en la zona.

─Zachary Sherwood. Tengo veinticinco años. Soy dueño de los Hoteles Platino. Mi padre es dueño de unos centros comerciales alrededor del mundo y mi madre es... una mujer encantadora.

Mi padre se casó con mi madre porque la amaba, ella tampoco era nadie. Cuando ella era pequeña, según me contó, su madre trabajaba para la familia Sherwood y ahí es donde conoció a papá, se gustaron, tuvieron encuentros en secreto y finalmente, sin el consentimiento de mi abuelo, se casaron.

─Acepta, no te faltará nada conmigo.

Sus ojos brillaron, suspiró y finalmente asintió.

─Está bien.

Hizo algo que me dejó impactado; Me abrazó, se aferró a mí con fuerza. Tardé en reaccionar pero finalmente lo hice, la apretujé entre mis brazos, no la dejaría ir pronto. Ella ya era mía y si quería escapar la única forma de hacerlo era que uno de los dos muriera. ››

─Efectivamente. Ese es el mismo Christopher, el responsable de lo sucedido con la señorita Victoria.

Apreté los puños con toda la fuerza que tenía, la rabia hacía que el dolor que provocaba la fuerza ejercida, desapareciera automáticamente.

─ ¿Estás seguro, Elías?─Preguntó mi padre.

Él seguía creyendo que todo era una broma, pero no había modo de que lo fuera, yo mejor que nadie lo sabía.

─Completamente.

─Tiene que ser un error─ volvió a insistir.

─No me equivoco, Jasón.

Si, él también estaba encantado con la chica. Seis meses conviviendo con ella eran mucho tempo para que su dulzura no solo me enamorara a mí, sino también a mis padres.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora