Capítulo 19.

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"Presentimientos."

Megan.

Me hubiese encantado responder con la verdad, pero incluso yo comenzaba a dudar sobre eso. Una cicatriz de este tamaño no se provoca por un accidente en los juegos de un parque para niños.

Mamá y Zac tenían esa horrible costumbre de creer que era muy ingenua. Sé lo que significa esto, pero jamás me atreví a preguntarle a mamá, sabía que si me lo ocultó durante años no me lo diría ahora solo porque así lo quería.

─Mamá dijo que ocurrió en el parque.

Asintió fulminándome con la mirada. A veces olvidaba que mi esposo era bastante inestable, podía estar feliz y pasar a la furia total.

─ ¿Cómo?

─No lo sé.

─Es imposible que no recuerdes algo como eso.

─Eso mismo le dije.

Dejó su café a un lado y me observó detalladamente.

─Pero me dijo que me desmayé al ver la sangre.

─ ¿No te contó cómo sucedió?

─No─ musité.

─Y ¿nunca te dio curiosidad saberlo?

─no en realidad─ mentí.

─Por supuesto que no.

─ ¿A qué te refieres?

Sonrió.

─Termina de desayunar─ se levantó y acomodó su corbata─. Saldremos.

(...)

Tomó mi mano con tanta delicadeza, como si tuviese miedo a romperla, estaba actuando de manera diferente, parecía el mismo hombre con el que me casé, el mismo amoroso y cariñoso

Nos encontrábamos en el auto de camino al médico. Ya sabía cuál sería el resultado de cualquier análisis que me hicieran, había descuidado mi salud desde que los síntomas y malestares pasaron... aun sabiendo que no debía.

Vómito, mareos, y un desmayo en esta semana ya era señal de que necesitaba visitar un médico, y al parecer no era la única que lo había notado. Zac insistió toda la semana en que deberíamos acudir a un chequeo, aprovechando la cancelación de su viaje.

─Frank Russel es el médico de cabecera de la familia.

Dejé de ver los edificios que se quedaban atrás con rapidez para posteriormente desaparecer a medida que el auto avanzaba.

─Él nos dirá que te pasa.

─No me pasa nada.

Las fiebres volvían, eso era lo que pasaba.

─Pues eso lo veremos.

Negué. Era difícil, muy difícil tratar con él. No entendía por qué había cambiado tanto.

─Hola, Megan soy Frank.

Sonreí al mismo tiempo que estrechaba su mano. Contuve mis deseos por hundir mi mano en su negro cabello rizado.

─Es un gusto, doctor.

Negó.

─Llámame Frank.

─Frank, no se coquetea con mi mujer─ advirtió con cierta burla Zac.

─Lo siento, pero sabes que está en mi naturaleza, amigo.

Después de hacer muchas preguntas en cuanto a síntomas y malestares, procedió a tomar su estetoscopio y pedirme de manera amable que me sentara en la camilla que estaba al fondo. Siempre había tenido la curiosidad de escuchar el latido de mi corazón, o el de cualquier otro.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora