Capitulo 22.

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"Chocolates de oro."

Estaba hecha un fiasco, maquillaje corrido, muchas lágrimas y ni hablar de mi respiración errática, peor que la de un asmático. El vestido se había rasgado de la parte en la que mis rodillas estaban debido al golpe que recibí al caer al suelo, la parte de abajo estaba llena de tierra y lodo al igual que mis tacones.

─Si Leonel está muerto ¿Quién es el nuevo jefe?─ indagué histérica─. Porque dudo que tú lo seas, a menos que Christopher te haya dejado al mando de sus negocios.

Negó.

─Sabes demasiado acerca de cómo funciona esto para haber sido una simple limpiadora de baños.

Fruncí el ceño. Ni siquiera fuera de casa, lejos de Zac, me dejaban de ofender con comentarios de todo tipo.

─Infortunadamente─ espeté, dejando por un momento de lado el llanto y el miedo─. No soy solo la chica que hacía el aseo en los baños de club; soy la hija de Christopher.

Sonrió y dejó de verme para ponerse inmediatamente de pie.

─Es una lástima que sea de esa manera, pero es bueno que al fin lo aceptes pequeña mía.

Toda la valentía y el coraje que había recolectado segundos antes se esfumaron como si nunca hubiesen existido.

─Me alegro que hayas podido venir a ver a tu padre después de todo.

Se sentó a mi lado y acarició mi cabello, su mirada estaba cargada de cariño, amor y... nerviosismo.

‹‹ ─Hola, cariño.

─Hola─ hablé con un dedo en mi boca.

─Me llamo Christopher. Soy papá, mi niña.

Mamá estaba en el último escalón. Negaba mientras veía al hombre con desaprobación.

─ ¿Papi?─ estaba apenada. Él era muy guapo.

─Si, preciosa─ tomó mi mano y dejó un besito en ella─. Soy papi. ››

Todo eso que reflejaba no era más que mentira pura. No sentía nada de eso, ni por mí ni por nadie. ¿Qué hombre abandona a su hija y a su esposa sin remordimiento alguno?

‹‹ ─Te lo dije desde un principio, Christopher─ sollozó mi madre─. ¿Qué esperas que le diga ahora?

Él solo sonrió y negó.

─La verdad─ se encogió de hombros─. Que me voy y ya.

Era la quinta vez en el día que a él lo veía pelear con mamá mientras ella lloraba. No quería que papi se fuera.

─Esto era lo que quería evitar, Christopher.

─Papi─ hablé bajito, a punto de llorar. ››

Recordaba detalladamente lo que quería hacer ese día: me acercaría a él y le daría un fuerte abrazo para evitar que se fuera, pero antes de poder siquiera dar un paso hacia donde se encontraba, salió de casa y no volví a verlo. Hasta ahora.

─Mi pequeña─ susurró como si estuviese aterrado.

─Creí que estabas hospitalizado.

Estaba a punto de arrojarme a sus brazos como solía hacerlo hace diez años. Me resultaba bastante increíble recordar cosas que pasaron hace mucho, me molestaba estar sufriendo por algo que sólo duró seis años y se acabó de un segundo a otro, tal y como había empezado.

─Lo estaba, pero me dieron el alta hace unos días.

Negué.

─Debes guardar reposo, un infarto no es un juego y estabas en riesgo del segundo.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora