Capítulo 10.

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"Obedéceme."

Bajamos del auto y Zac entrelazó nuestras manos. Caminamos hasta el interior del restaurante.

─Quita esa cara, nadie va a matarte.

No estaba segura de que era exactamente lo que estaba haciendo con la cara, pero a él le molestó.

─No te separarás de mí ni un segundo de la noche, Megan. Y recuerda lo que te dije.

Llegamos hasta una mesa con dos hombres de traje y tres mujeres con hermosos vestidos, muchas joyas y una en especial, con exceso de maquillaje.

Cuando vieron a Zac todos se pusieron de pie y guardaron silencio.

─Buenas noches─ estrechó la mano de los hombres y con asentamiento de cabeza saludó a las mujeres─. Ella es Megan─ tomó la parte baja de mi espalda y me acercó a el─. Mi esposa.

Dos de las mujeres me observaron de pies a cabeza mientras que la tercera solo sonrió de manera burlona.

─Señora─ saludó uno de los hombres y después lo hicieron los dos restantes.

La cena fue bastante aburrida. Los hombres hablaban de asuntos de trabajo y las mujeres se dedicaban a observar sus platos como si fueran la cosa más extraña en la tierra. Pero ¿Qué más podían hacer?, ellas parecían estar igual o más aburridas que yo.

─ ¿Te gustaría salir a tomar un poco de aire fresco?

Giré hacia Zac, peor él pareció no notar que estaba hablando con la mujer a mi lado.

─Estoy bien, gracias─ susurré.

─Descuida, él no se dará cuenta y créeme que después de la noticia que mi esposo le dará esta noche, estará más que feliz.

Caminamos hasta unas escaleras, las subimos y en la segunda planta del restaurante había más mesas, pero el lugar estaba casi vacío. Parecía un lugar en remodelación.

─Por aquí─ abrió una puerta en la que había más escaleras.

─ ¿Cómo es que no te pierdes?─ pregunté mareada de tantos pasillos que había al final de las escaleras.

─Mi esposo y yo nos escapábamos aquí antes de casarnos.

Sonreí.

─Oh.

Después de caminar y doblar por varios pasillos, llegamos a un balcón. Observé a la mujer que se detuvo frente a mí y apoyó su trasero, en el barandal. Era linda, tenía un vestido rojo con un adornó dorado a un costado del vestido y unos hermosos tacones de aguja dorados. Sus ojos eran verdes y su cabello negro.

─ ¿Fumas?

Negué, rápidamente. Se encogió de hombros y de su bolsa de mano, sacó un paquete de cigarrillos y un encendedor. Encendió el cigarrillo y expulsó el humo. Odiaba el olor, siempre que llegaba a mis pulmones me ahogaba, pero esta vez me vi obligada a no toser frente a la mujer.

─Él no te deja o tú no lo has probado.

Habló refiriéndose al cigarro en su mano.

─No lo he probado.

Me ofreció el suyo, pero volví a negar.

─Bien. Esto es malo de todos modos─ dijo tirándolo al piso y aplastándolo con su caro zapato.

─Lo es─ afirmé en un susurro.

─Me llamo Perrie.

─Soy Megan.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora